35. Quédate a dormir

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Se acaba la película y no he visto ni media hora, pero no es mi culpa; lo que tengo ahora frente a mis ojos es mucho más interesante. Su pelo es muy suave bajo las yemas de mis dedos y sus manos grandes envolviéndome me hacen sentir protegida. Estamos como en un estado de trance, aislados de todo lo que nos rodea, y pasaría horas y horas en este sofá, a oscuras, dándole la espalda a las preocupaciones.

Cuando Dino enciende la luz del salón Luka y yo por poco morimos. Parecemos vampiros a plena luz del día.

-Anda, parejita, que ya vemos lo que os ha gustado la película-dice Lucía con sorna.

-Tú si que eres una película-Luka le lanza un cojín y ella lo coge al vuelo.

-Vamos a pedir unas pizzas para rematar el día, anda-sugiere Dino mientras coge su móvil.

Cenamos en el salón entre bromas y los chicos nos cuentan a Lucía y a mí algunas anécdotas de su tiempo jugando juntos. La malagueña ya había escuchado la mayoría, pero aún así se divierte mucho y se mete con ellos siempre que puede.

-Eso sí, a las tías en los pueblos hay que quitárselas de encima. Ven dos guiris y se vuelven locas-alardea Dino.

-En el país de los ciegos el tuerto es el rey-respondo resabiada.

-Tuerta te voy a dejar yo a ti de un cucharazo- Luka me amenaza con el cucharón con el que estamos tomando helado de turrón de una tarrina de litro.

Jugamos al parchís y no paramos de reír. El buen rollo que se respira me encanta y me recuerda a las noches con mis amigos de mi ciudad. He tenido mucha suerte en todos los aspectos desde que llegué a Madrid y rezo para que todo siga así. Soy muy feliz y no quiero que nada se estropee.

Cuando me quiero dar cuenta ya han pasado las doce.

-Oye chicos, estoy muy a gusto aquí pero se está haciendo tarde y mañana trabajo-me levanto del sofá, pero Luka me retiene.

-Quédate a dormir-sugiere, o más bien ruega el rubio.

-No tengo pijama ni nada de eso-poco puedo hacer por intentar convencerme a mí misma de que no quiero quedarme a pasar la noche allí, cuando en realidad me muero de ganas.

-Él te deja algo suyo, tonta- me anima Luci.

-Y mañana tengo que ir a entrenar a las diez así que si quieres te acerco a tu trabajo. Que Luka se quede durmiendo, que estará reventado.

Esto ya termina de convencerme y me quedo en ese ático tan encantador a pasar la noche. Sobre la una, Luka y yo nos vamos a su cuarto porque según él tiene que "descansar".

Su plan dura lo que tardo en quedarme en ropa interior y pedirle su camiseta.

-Madre mía-susurra bajito y se acerca a mí.

Me agarra el culo y yo rodeo su cuello con mis manos. Me levanta hasta que envuelvo su cintura con mis piernas. Nos besamos apasionadamente, acelerándonos. Me deja en su cama y se tumba sobre mí, con un brazo a cada lado de mi cabeza. Se lanza a mi cuello, sabiendo que es mi punto débil, y se quita la camiseta. Cuando intenta desabrocharme el sujetador le digo que pare:

-Luka, no podemos, están Dino y Lucía-sueno muy poco convincente.

-¿Y qué? ¿Es que ellos no follan?-sigue repartiendo besos por mi cuello, mis clavículas y mi pecho, poniéndome la piel de gallina-. Además, podemos ser muy silenciosos-se le dibuja una sonrisilla pícara en la cara y yo me doy por vencida.

Decido dejarme llevar por las emociones y, cuando Luka se cuela dentro de mí, sé que merece la pena arriesgarse. Clavo las uñas en su espalda y sus besos ahogan mis gemidos de placer. El hecho de que nos puedan escuchar da mucho más morbo a la escena y presiento que no vamos a durar demasiado.

Sueño cumplido (Luka Dončić)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora