41. Los sesenta

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NARRA SOFIA

Nunca he sido una persona a la que le gusten principalmente los bailes escolares. El motivo no es porque los encuentre aburridos precisamente, sino porque no es que se me dé genial bailar. Básicamente, podría resumirlo con que soy una persona arrítmica. Tristemente, el baile y yo tenemos una relación amor-odio, yo le quiero y quiero que se me de bien pero parece ser que ese sentimiento no es recíproco y de ahí a que una morsa tenga más ritmo que yo y no estoy exagerando.

Por última vez, me miro en el espejo. Me he recogido el pelo en una cola de caballo, algo inusual en mi. Recientemente he decidido que quiero dejar atrás todas las preocupaciones y disfrutar más de mi misma, de mi vida y del entorno que me rodea.

Además, mañana cumplo catorce por lo que quiero pasármelo bien esta noche.

Me termino de pintar la raya del ojo con un delineador negro y cuando por fin estoy lista salgo de la habitación, sin tan siquiera tener en cuenta la presencia de Anastacia, la cual viene apurada hacia nuestro cuarto.

La antigua Sofia hubiese dado la vuelta para volver a la habitación y ver que le ocurre a la que una vez fue su amiga. Hoy, sin embargo, no va a ser así. Anastacia me dejó muy claro que nuestra amistad ha finalizado.

A mi ritmo, sin preocupación ninguna, camino hacia el gimnasio en donde se hará el baile. Cuando entro por mi mente aparecen recuerdos del cumpleaños de Hunter, recuerdo cuando fui al baño y me encontré con Brent, así como cuando obligué a Christian a bailar conmigo, esos aunque no lo parezcan fueron buenos recuerdos.

—¿En qué piensas? —Christian me susurra al oído y hace que me estremezca.

Cuando se coloca en frente de mi, aclaro mi garganta y le respondo.

—En nada.

Christian enarca una ceja. Luego se queda en silencio contemplando algo que está detrás de mi. Como soy una persona curiosa me giro para ver lo que está mirando Christian y no tardo en reconocerlo, como la última vez, hay una fuente de chocolate.

—Creo que esa fuente de chocolate me está llamando —comenta relamiéndose el labio.

Me río ante su ocurrencia hasta que veo entrar a Susan con Jackson junto con sus dos queridos amigos, Dylan y John, por la puerta del gimnasio. Todo mi cuerpo comienza a tensarse y no quiero quedarme sola, por lo que sigo a Christian hasta la fuente de chocolate.

—¿A ti también te pudo la tentación? —pregunta mi mejor amigo cuando me coloco a su lado observando el panorama.

La verdad es que esta vez hay aún más gente que en el cumpleaños de Hunter.

—No, a mi más bien me pudo el temor —digo mirando con asco hacia la dirección en donde está Jackson. ¿Cómo alguien puede causarme tantas ganas de vomitarle encima?

—¿El temor? —cuestiona él sin entender nada mientras no aparta la vista de la fuente.

—Cosas mías —digo quitándole importancia.

—Si es por algo sobre cosas de chicas mejor no me lo cuentes —se apresura a contestar Christian, a la vez que coge una nube para mojarla en chocolate.

—¿Cosas de chicas? —cuestiono sin entender a que se refiere.

—Ya sabes, cosas como la menstruación o esconderte de un chico —comenta sin darle mucha importancia.

Cumpliendo los catorceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora