12. Primer movimiento.

32.2K 2.4K 793
                                    





NARRA SOFIA

Incertidumbre. Si tuviera que ponerle nombre a los sentimientos que están cociéndose en mi interior ahora mismo le pondría ese nombre, es decir, incertidumbre.

Ha pasado aproximadamente una semana desde que Eleonora me declaró la guerra cuando la acompañé a la enfermería tras el golpe certero que conseguí darle en su rostro.

Debo admitir que no me arrepiento de haberlo hecho puesto que de lo contrario estaría siendo hipócrita. Además, tarde o temprano mi paciencia ante sus provocaciones hubiese reventado.

Retomando el tema del comienzo siento una sensación de incertidumbre porque no sé a lo que me toca enfrentarme. Ambas estamos inmersas en un juego de ajedrez donde para comenzar la partida Eleonora debe mover una de sus fichas y por ahora eso no ha ocurrido, por lo que debo de estar atenta a su ataque.

Tampoco le he contado esto a nadie cercano a mi puesto que pienso que como ya dentro de poco cumpliré mis catorce años de edad debo aprender a combatir yo sola las guerras que se me pongan por delante, sin ayuda de nadie, a menos que sea muy necesaria.

Seguramente Anastacia o Flora sean las primeras personas a las que les contaría algo si la ocasión lo demandara.

—Ugh, odio el olor que se me queda después de hacer algún tipo de actividad física —Las quejas de Flora hacen que me despierte del mundo de pensamientos y reflexiones en el que estaba sumergida segundos atrás.

Pestañeo un par de veces intentando volver a la realidad.

—Y que lo digas —refuto su idea al levantar mi brazo y oler el olor que proviene de mis axilas.

—Menos mal que podemos ir a las duchas y quitarnos este olor —comenta Flora haciendo que ambas vayamos en dirección a las duchas colectivas, separadas por géneros obviamente, del internado.

En nuestro trayecto observo como Flora ladea su cabeza observando a algo o alguien a lo lejos. Dirijo mi mirada hacia ese lugar y me topo con Hunter y Christian, quienes al darse cuenta de que miramos hacia ellos nos saludan con sus manos.

Nosotras imitamos sus gestos para no parecer descortés. Acto seguido, dirijo mi mirada hacia mi amiga castaña y agarro su brazo forzándola a que se detenga.

—¿Por qué mirabas hacia allí? —le cuestiono alzando mis cejas de forma picarona. Flora se ríe por lo bajo de manera tímida.

—No sé, los vi y pues mire —Flora se justifica con ese simple argumento y se encoge de hombros.

—Das asco mintiendo Flora —afirmo de manera decidida riéndome por lo mal que miente mi amiga. Ella se queda cabizbaja y noto como sus mejillas comienzan a tornarse a un color rojizo—. Es obvio que mirabas a uno de esos dos chicos y Christian no creo que fuera, ¿o me equivoco? —añado poniendo más nerviosa aún a mi amiga quien no se digna a mirarme a los ojos.

Dicen que las miradas delatan y estoy segura de que Flora no me mira justamente por ese motivo.

—Eres mala Sofia —dice mi amiga cruzando sus manos como si fuese una niña pequeña.

—¿Mala por qué? ¿Por decir la verdad? —pregunto de manera irónica haciendo que mi amiga ruede sus ojos.

—No sé de qué verdad me hablas —Flora intenta hacerse la desentendida pero eso conmigo, Sofia Steel, no funciona.

Cumpliendo los catorceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora