35. Porque lo sentí así.

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¡FELIZ DÍA DE LA MUJER! Aquí les traigo el capítulo que muchas esperaban, además es más largo de lo habitual ☺️

Pd: mañana corrijo los errores que hayan en el capítulo que ahora es tarde y tengo sueño 😂

NARRA SOFIA

Siempre he odiado los hospitales. Para mí simbolizan un lugar melancólico donde ves pasar a aquellos allegados a ti a otro lugar (si es que existe la vida después de la muerte).

Cada vez que alguien viene a este sitio son muy pocas las veces que sale con una sonrisa de él. La última vez que vine a un hospital fue para hacerme un análisis ya que el médico quería comprobar si tenía anemia, por suerte los resultados dieron negativo.

Ahora me encuentro en la cafetería que está al lado del hospital, junto con mis hermanas, esperando a que mis padres terminen de conversar con mi tío. Lamentablemente no nos han dejado entrar para ver cómo está pero mis padres se han encargado de dejarnos tranquilas con la situación.

—¿Creéis que el tío Raymon se pondrá bien? —pregunta Susan, quien está sentada con los brazos cruzados y la mirada perdida.

De las tres a Susan es a la que más le está afectando este tema, sobretodo porque cuando era pequeña, el tío Raymon solía ser quien la cuidaba.

—Claro que sí, él es fuerte —contesto con la esperanza de poder tranquilizarla. Mi hermana, al escucharme, alza su mirada en mi dirección y me sonríe. Gesto el cual yo imito.

—Esperemos que eso sea cierto —dice Susan antes de suspirar.

Me da pena ver a mi hermana de esa manera pero en estos momentos no hay nada que pueda hacer para remediar lo que está ocurriendo.

Desvío mi mirada hacia donde está sentada Samantha y me doy cuenta de que está bastante entretenida observando algo ajeno a nosotras.

—¿Qué miras? —pregunto haciendo que se lleve en susto y pegue un pequeño brinco en su silla.

Mi hermana intenta recobrar la compostura mientras que Susan se ríe de la reacción de Samantha, al igual que yo.

—Mirad, allí —Samantha alza su dedo y apunta en dirección a un chico pelirrojo con una camisa en donde sus pectorales se marcan totalmente.

—Oh. Dios. Mío. —Mi hermana mayor parece quedarse asombrada con el aspecto del chaval—. Bendita la madre que lo parió —añade casi babeando.

—Susan —Samantha consigue llamar su atención—, límpiate la baba por favor —comenta en tono de burla haciendo que no pueda evitar reírme mientras que Susan frunce el ceño y ríe falsamente.

—Eres muy graciosa Samantha, mira cómo me río: Ja, ja, ja —contesta la mayor de la tres aún con el ceño fruncido y sus brazos cruzados.

Samantha empieza a reírse como nunca antes la había visto hacerlo, hasta que de pronto para de reírse y enfoca su mirada en Susan como si se le hubiese ocurrido algo.

—Oye, ¡tengo una idea! —grita con exaltación y alzando sus cejas.

—¿Qué idea? Porque viniendo de ti me puedo esperar cualquier cosa poco sensata —pregunta Susan con cierto temor por saber que locura se le habrá ocurrido a la mediana de las tres.

Cumpliendo los catorceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora