Capítulo sin editarNARRA SOFÍA
Me despierto notando cierta sequedad en la boca. Cuando abro bien los ojos me doy cuenta de que Dylan está en el suelo durmiendo con su cabeza apoyada en un cojín y tiritando como si se muriendo de frío. Se ve adorable, como si fuera un bebé.
No lo pienso dos veces y cojo mi manta para ponérsela por encima. De seguro que cuando despierte estará molido porque, siendo sinceros, no creo que el suelo de mi cuarto sea muy cómodo.
Sorprendentemente, Anastacia no está en la habitación. Miro el reloj y observo que ya es por la mañana, por lo que en nada me empiezan las clases. Rápidamente comienzo a prepararme para no llegar tarde mientras pienso en si debería de despertar a Dylan o no. ¿Tendrá el mismo horario que yo?
Después de pensarlo un rato y ya habiéndome preparado, decido que lo mejor es despertarle de la manera menos brusca posible. No vaya a ser que realmente si que tenga clase y llegue tarde.
—Buenos días dormilón —digo una vez que veo como abre lentamente los ojos el susodicho. Acto seguido, le doy un beso en la mejilla y él lo recibe con una sonrisa.
—Buenos días dormilona —responde envolviéndome entre sus brazos para abrazarme.
A mi corazón de la un pequeño vuelco. Parece que por fin estoy teniendo suerte en la vida, quien lo diría. Tengo un novio genial, unos amigos maravillosos, me he arreglado con Brent... ¡Brent! Se me había olvidado por completo que ayer estuve con él. ¿Entonces por qué está Dylan aquí y no él?
Ahora me acuerdo de que estuve a punto de besarle. Realmente no iba a hacerlo pero, en ese momento, me pareció buena idea tentarle. Soy horrible.
¿Cómo voy a contarle eso a Dylan sin que se enfade?
Alejo esos pensamientos de mi mente y disfruto del abrazo en el que estoy envuelta.
—Venga que sino llegaremos tarde —zanjo finalmente alejándome de Dylan y dirigiéndome hacia la puerta con el fin de irnos ya.
Él me dedica una media sonrisa. Parece que está como que raro. De todas formas no le doy mucha importancia en un principio y pienso que son cosas mías.
Para mi sorpresa, hoy las clases se pasan más rápido de lo normal. En el descanso decido ir a una de las máquinas expendedoras a comprarme unas galletas. Ahí me encuentro con Eleonora.
—Contigo quería yo hablar —afirma al voltearse y ver que yo soy la que va detrás de ella en la fila para comprar.
—¿Ahora nos hablamos?
No quiero sonar borde pero sé que mis palabras han conseguido ese efecto. Realmente con Eleonora después de lo de la broma apenas hemos hablado. Se portó mal conmigo y ya no sé si puedo confiar en ella.
—Es sobre Brent.
Y de repente toda mi indiferencia desaparece de golpe al oír su nombre.
—¿Qué le pasa? —Sueno preocupada. Tal vez más de lo que debería y sé que Eleonora se ha dado cuenta por cómo me mira con sorna.
—¿Ahora si te interesa el tema? —Se burla.
Yo ruedo los ojos y suspiro. Eleonora es una persona que sabe lo que decir para sacarte de quicio con facilidad. No sé cómo alguna vez pude pensar que sí que quería ser mi amiga y no solo me utilizaba.
—¿Me vas a decir? Porque sino, con tu permiso, me voy a comprar mis galletas.
Eleonora se ríe. Yo, sin embargo, no le veo lo gracioso.
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Cumpliendo los catorce
Humor"Le miro por última vez pensando en lo erróneas que son sus palabras. -Puede que no sea una persona adulta y que tampoco es que tenga bastantes experiencias en lo que se refiere al amor pero te aseguro que sé lo que es que querer a alguien -afirmo c...