Capítulo 11.

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Silencio. Todo lo que había en la habitación era el silencio, la castaña no se atrevería a decir palabra alguna y Jimin solo seguía insistiendo para lograr el perdón que tanto anhelaba.

Decidió que seguir insistiendo era perder el tiempo, cerró sus ojos y abrazó a la castaña dejando un beso en su mejilla, aunque esta no quisiese ese abrazo dejó que lo hiciera. Después de todo, llegaría el día y el momento en que lo perdonaria, pero ese día no sería hoy.

<***>

Hoy era su tercer día y por ahora no se habían limitado en hacer nada, ninguno decía palabra alguna y mantenían sus miradas en el suelo diciendo que cada uno necesitaba hablar. No se han podido dar el lujo de ver los hermosos paisajes que tiene Cancun.

-Hable con ella- comentó Jimin picando de su plato un pedazo de manzana para luego ingerirla en su boca. -Le he dicho que no siento nada por ella y que es mejor dejar las cosas así, después de todo ella es una simple secretaria y tu eres mi mujer- aquellas últimas palabras las dijo con voz ronca causando sensación en la castaña.

-Que bueno- la ironía en su voz era presente al igual que algo de sarcasmo, obviamente, su enojo aún era presente.

-¿Y si vamos a dar una vuelta?-sugirió Jimin dándole un buen sorbo a su jugo de naranja. -Iremos a ver cada uno de los paisajes, disfrutar de la playa y pasar tiempo como pareja- acarició lentamente la mano de ella. -¿Te gusta la idea?.

-Claro- comentó con el mínimo interés. -¿Puedo hacerte una pregunta?.

-Dime- respondió Jimin sin dejar de mirarla al igual que acariciar su mano.

-Te voy a ser sincera, Jimin- dejó el tenedor a un lado del plato y se incorporó mejor en la silla de madera para poder seguir hablando. -Admito que estoy celosa, sí, al igual que enojada, la verdad me pongo a analizar lo que ha pasado y pienso que todo esto lo tiene una pareja, hablo de las peleas y todo aquello.

-Lo tengo muy claro- sonrió para ella.

-Por mas que no quiera perdonarte lo haré, lo hago con la intención de que cambies y te pongas a pensar en lo que has hecho, las cosas no se arreglan de la noche a la mañana, te amo y lo sabes muy bien, por eso, te perdono- forzó una sonrisa. -Igualmente, el enojo aún se hace presente.

-No quiero que pienses que soy el mismo de antes, te juro que he cambiado estando a tú lado. Soy consciente y sé que lo que hice estuvo mal, te amo más que a mi propia vida...pero tengo que admitir que si le hable fue porque quería jugar un rato con ella- sonrió tímidamente.

-¡Me acabas de decir que cambiaste y haces todo lo que hacías en el pasado!- se cruzó de brazos manteniendo la risa que Jimin había ocasionado con aquel comentario.

-Me deje llevar por la tentación, me fue inevitable no poder jugar con ella, es demasiado estúpida y cayó muy fácil en mi juego, igual que tu cuando éramos más jóvenes- rió.

-¡Lo que faltaba!- tiró la servilleta sobre la mesa. -¿Me estás comparando con esa?- se señaló a si misma con asco tras pensar aquello.

-¡Para nada!- comentó. -Solo digo que cayó muy fácil al igual que tu, lo digo en el sentido que fue todo algo muy, pero muy parecido.

-Vaya- suspiró abriendo más sus ojos.

-¿Quieres ir a la playa?- preguntó cambiando de tema. La castaña aceptó. Terminó de comer lo que faltaba de su desayuno y ambos subieron a la habitación para cambiar sus ropas y poder vestir el traje de baño para así dejar que el sol haga su trabajo sobre sus pieles que pedían a gritos ser bronceadas.

-Te ves hermosa- susurró en su oído con voz ronca dando un beso en su mejilla. -¡Déjame besarte!- suplicó. -Dos días sin besar a mi mujer me tiene mal, siento que moriré.

#3 ¿quieres jugar? ©park jimin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora