Capítulo 17.

7.9K 674 173
                                    

Llevó el vaso de vodka a sus labios y dio un gran sorbo de este, tenía la vista en aquellas mujeres que se deslizaban por esos tubos metálicos mientras llegaba Carlo quien lo había citado ahí. Otro sorbo le dio cuando se fijó en una pelirroja quien no dejaba de mirarlo con cara seductora, subía y bajaba lentamente haciendo delirar al pelinegro con tan perfectos movimientos.

Su móvil sonó y este de inmediato lo tomó para ver de quien era; un nuevo mensaje de su esposa que decía que lo amaba mucho y que esperaba una pronta llegada, lo respondió y volvió a lo que estaba haciendo. Unas manos se posaron en sus hombros, Jimin giró su cabeza para ver de quien era, su amigo Carlo le daba la bienvenida con una sonrisa.

Aquel hombre robusto con algo de barba se sentó al lado de Jimin, pidió un vaso con la misma bebida que tenía el pelinegro y optó por hablar con su viejo amigo.

-Te sienta muy bien la barba- comentó Jimin. Carlo no dijo nada ante el cumplido y, era de esperarse. Jimin lo conocía a la perfección y sabía que no era el tipo de recibir halagos.

-¿Cómo está su familia, Park?- interrogó este moviendo nerviosamente su pierna izquierda.

-Muy bien- respondió con una sonrisa. -Hani y Lilly cada día crecen más y ahora me toca ver como lo hace Jung- adoraba hablar de su bella familia. -Las cosas entre____y yo están bien, por culpa tuya casi se va mi matrimonio a la basura- ambos rieron.

En el pasado, Jimin le había prometido a su mujer que no volvería a tener contacto alguno con sus cosas del pasado; en pocas palabras su amigo Carlo quien siempre lo ayudo cuando se encontraba en aprietos. Antes de que este se fuera a vivir en las Vegas hicieron la promesa de que volverían a trabajar en un futuro no tan lejano, obviamente dejando de lado algunas cosas que ya no podrían hacer. Su vida se basa en llevar las cuentas de cada cosa que dejó su tío a su favor.

Los mensajes eran constantes, no había día en que no dejaran de hablar, todo estaba bajo control hasta que Jimin decidió guardar a su amigo como la secretaria que tenía. Mala idea para que todo se tronara pesado en su hogar y trabajo. El pelinegro al contar lo que había hecho no dudo en reír al igual que Carlo quien sentía pena por lo ocurrido. Una merecida disculpa tendría que dar pero en el momento indicado.

Después de unos minutos de charla ambos decidieron salir de aquel lugar, las calles como siempre en la noche eran casi vacías y podía perfectamente el ambiente y a la gente. Con algo de molestia llevó su mano al bolsillo trasero para sacar su móvil que no dejaba de sonar, pidió disculpas para poder contestar.

-Hola, amor- saludó la castaña desde el otro lado. Unos pequeños gritos se podían escuchar.

-¿Pasa algo, cielo?- interrogó.

-Hani no deja de insistir de hablar contigo, quiere escuchar tu voz para irse a la cama- le fue inevitable sonreír.

-Déjame hablar con ella- dicho esto pudo escuchar la voz de Hani decir ¡Papi!.

Aquella voz de niña inocente fue lo mejor para aquella noche, saber que sus hijas están a la espera de él era algo que lo emocionaba en demasía.  Después de dos minutos valiosos para él dio por finalizada la llamada no sin antes de decirle que la amaba con todo su ser.

-¿Cuál será mi primera tarea?- interrogó Carlo después de que Jimin volviera a su lado.

-¿Recuerdas la lista de los empleados?- Carlo asintió. -Bien, necesitó despedir a unos cuantos para contratar nuevos, la empresa cada día pierde el potencial y es algo que no puedo dejar que pase- la empresa también está ligada con su viejo amigo.

-Tengo la lista de la última vez que nos vimos, quizá pueda hacer una nueva dándole a conocer quienes están y quienes se irán- Jimin sonrió.

-También tendrás que hacer trabajo sucio- habló con voz ronca y Carlo ya sabía de que trataba. -Quiero que te enfoques en una persona en especial.

-Soy todo oídos.

-Su nombre es Amanda Gibson, es una mujer que ha estado molestando hasta los huevos, que quiero que hagas, busca todo de ella- sacó de su bolsillo trasero una pequeña hoja que estaba doblada en dos, se la entregó a Carlo y sin decir alguna palabra siguieron caminando.

<***>

El brillo del sol le daba comienzo a un nuevo día, sus ojos se fueron abriendo poco a poco hasta encontrarse con una figura sobre su cuerpo, Jung, quien no dejaba de repartir besos sobre el rostro de su madre. A los pocos segundos hicieron presencia las gemelas que dejaban a la vista sus pijamas de osos, la de Hani color rosa y la de Lilly color lila.

-¡Mami!- entonaron los tres con una sonrisa de oreja a oreja. Era fin de semana y eso significaba que podían pasar tiempo en familia sin importar que el hombre de la casa no se encontrara por cuestiones de trabajo. Hoy era el día en donde su amiga Lisa en compañía de su esposo Jungkook y sus hijas se encontraban de nuevo con la castaña para pasar tiempo de amigos.

-¿Qué haremos hoy?- interrogó Lilly.

-El tío Jungkook con Lisa vendrán en compañía de sus hijas- ambas niñas no dudaron en soltar un pequeño grito mientras que Jung aún analizaba quien podría ser aquella persona, solía ser un niño que olvida las cosas con el pasar de los días.

-¿Yunko?- interrogó Jung moviendo sus manos.

-El tío Jungkook- rieron las gemelas. -El padre de Hye y Aline- como si un bombillo estuviera sobre la cabeza de Jung fue aquel nombre que le recordó quien era, como olvidar a aquella niña de cabello castaño claro liso perfectamente cuidado. Conocía a su hermana y a su madre, pero aquel hombre Jungkook era algo que le llamaba la atención, quizá de pequeño pero ahora que está más grande le es casi imposible recordar a aquel joven.

-¡El que llegue de últimas es un huevo podrido!- los tres niños de la casa corrieron escaleras abajo para esperar a su madre quien apenas se levantaba de la cama.
Dejó que su dedo gordo cayera sobre la pantalla para marcar a Jimin y darle el buenos días.

-¿Amor?- habló la castaña cuando escuchó la voz de Jimin adormilada.

-Cielo- respondió con voz ronca. Todo el aire comprimido lo dejó salir al saber que Jimin se encontraba bien.

Después de unos cinco minutos de hablar ambos dieron por finalizada la llamada, los intensos llamados de Hani en compañía de sus dos hermanos fue aquello que hizo que la castaña bajara sin siquiera haberse arreglado. Los tres estaban sentados sobre las sillas del gran comedor a la espera del desayuno. Sonrisas de oreja a oreja estampaban sus bellos rostros.

-Papá volverá, ¿verdad?- interrogó Hani peinando su cabello lentamente.

-¡Claro que sí, cariño!- animó la castaña. -Papá estará de regreso muy pronto- se acercó hacía los tres para dar un beso en cada frente.

#3 ¿quieres jugar? ©park jimin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora