Capítulo 14.

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El dulce aroma a flores recién cortadas fue a dar en sus fosas nasales cuando abrió la puerta de su oficina, aquel ambientador que le había comprado____si estaba sirviendo, amaba también cuidar de la oficina de su esposo que siempre trataba de dar lo mejor para ella aunque Jimin no dejase esta lo hacía. Dejó todas sus pertenencias en la mesa de cristal y tomó asiento en su gran sillón color blanco para llamar a su mujer.

-Hola, amor- este dejó escapar una sonrisa cuando escuchó la dulce voz de____a través de la otra línea mientras podía escuchar a la perfección como estaba ella también trabajando.

-¿Ya llegaste?- interrogó la castaña del otro lado.

-Sí, hace unos minutos llegué, ¿y tú?- preguntó rascando su nariz.

-Igual, amor- respondió ella. -Me gustaría hablar más tiempo contigo pero tengo que colgar, una junta me espera y no puedo llegar tarde, te amo- y dichas estas palabras ambos decidieron terminar la llamada.

La gran puerta de cristal fue abierta en par en par, unos tacones de punta resonaron en toda su oficina, Jimin se levantó y ajustó su corbata para mostrar autoridad. Amanda no dejaba esa sonrisa tan característica en ella, ese labial color rojo le quedaba fatal, nunca se veía bien con ese tono para sus labios tan delgados y sin poca vida. Ella sin decir palabra alguna se sentó en la pequeña silla que tenía su escritorio, cruzó sus piernas observando sus uñas esperando a que Jimin dijera algo.

-Ya sabes el porqué estás acá, ¿verdad?- movía un lápiz que hace segundos había tomado. Ella negó con la cabeza, no comprendía nada hasta el momento. -Bien, la razón por la cual estás acá es porque quiero hablar seriamente contigo.

-¿Me dirás o no?- cruzó sus brazos con algo de molestia.

-Estás despedida- no quería dar más vuelta al asunto, si quería que su relación mejorara tenía que hacer lo correcto, despedir a Amanda era algo que tenía pensando desde hace meses pero por cuestiones no lo había hecho, ahora, que se ha puesto a ver como está con su mujer lo mejor era alejarse por completo de ella.

-¿Disculpa?- se levantó de golpe para desafiarlo con la mirada. Jimin se encogió de hombros, estaba totalmente decidido que ya no hay vuelta atrás.

-Ya te dije, estás despedida- dejó el lápiz sobre la mesa y caminó unos cuantos pasos hasta quedar más cerca a ella. -La razón por la cual ya no te quiero es porque me cansé de ti, de tus coqueteos pendejos que solo causaban problemas en mi matrimonio, no puedo trabajar con alguien que sólo piensa en sexo sabiendo que esa persona es casada y tiene una familia, si te despido es por eso y, porque ya tus días se acabaron en mi empresa.

-¿Me vas a negar qué también me seguías el juego?- estaba más que indignada. -Te recuerdo muy bien que mi padre hizo un acuerdo contigo para que yo este aquí, si me despides no obtendrás aquel dinero que te prometió- levantó su ceja perfectamente delineada, no estaría dispuesta a irse, estaba tan amañada que nada ni nadie la echaría de aquel lugar.

-Nunca te seguí el juego, te lo dije más de dos veces, soy un hombre casado, le doy el lugar a mi mujer y a mis tres hijos, no necesito andar de coqueto con una chica y más encima una como tú- le dio un leve empujón con su dedo índice. -Una chica que no se respeta a si misma, dime, ¿es muy lindo de ver qué te beses con mis empleados?- no era la primera ni la segunda vez que lo hacia, ya llevaba mucho rato tratando de besarlo pero no lo había conseguido, tras no hacerlo decidió que besarse con uno que otro empleado de Jimin estaría bien, varias veces la vio y eso no era digno de ella.

-No me iré por más que tu me lo pidas- nuevamente tomó asiento en la silla y cruzó sus piernas con autoridad. -Te guste o no soy tu secretaria y así será- sonrió.

-¿Sabías qué tengo a otras cinco más?- sin piedad alguna o lástima, cogió su brazo derecho e hizo que se levantara de golpe. -¿Te lo tengo qué repetir?- habló entre dientes. -¡Estás despedida!.

-¡No me iré!- con fuerza se soltó de su agarre para tambalear en sus propios pies. -¿Tienes miedo de qué tú esposa se de cuenta?- se acercó lo bastante para poder apreciar su rostro, esta subía y bajaba lentamente su mano por el pecho tratando de seducirlo, cosa que no podía.

-Ya te dije que soy casado- con algo de fuerza la apartó de su canto pero como niña pequeña volvió a acercarse, su cercanía le daba asco con tan solo contemplar aquel brillo labial que no hacia juego en nada con su vestimenta y rostro, era faltal.

-Tú esposa es muy estúpida, es increíble que no se de cuenta de todo esto- sonrió con picardía.

-No quiero tratarte a la fuerza pero con cada cosa que dices me estás haciendo cambiar de opinión. Primero, respeta a mi mujer, segundo, entre tu y yo no hay nada, tercero, vete antes de que yo lo haga por ti- su paciencia se estaba acabando y hablar con aquella chica era una perdida del tiempo.

-Mi padre no estará en acuerdo con la decisión que tomaste, lo haces para que tu relación sea mejor- rodó los ojos. -Sí quieres la plata tendrás que verme día y noche en esta maldita empresa. Y es que si, aquella plata era algo importante para su empresa y para él mismo, aquello lo llevaría al siguiente nivel, aún podía recordar claramente las palabras de su padre cuida a mi hija como si fuera tu vida, si la despides o haces algo mal olvídate de todo lo que te dije, tal cual podía recordar aquel tono en que hablo, se encontraba entre la espada y la pared tras no saber que hacer.

-Dile a tu padre que no quiero nada de él, el contrato se cancela- hizo tronar dedo por dedo. -Mira Amanda, ya estoy cansado de decirte que te vayas, te dije, si no lo haces tu lo hago yo.

-Bueno, entonces...sácame a las malas- cerró sus ojos lentamente y los abrió. Jimin ya estaba decidido, usaría la fuerza sin importar que fuera una mujer, con enojo en su rostro se acercó a ella pero su móvil lo distrajo.

-Ahora te llamo que estoy ocupado- colgó rápidamente la llamada y volvió a Amanda quien al parecer le estaba causando mucha diversión en la situación que se encontraba. Un gemido de dolor se escuchó cuando Jimin apretó fuertemente el brazo derecho de ella tras ejercer fuerza.

-¡Joder! ¡Te dije qué te largues!- dio una gran bofetada sin importar que algunos de la jefatura los vieran. Esta cayó al suelo y con dolor cubrió su mejilla tras querer ocultar sus lágrimas.

-¡Jimin!- susurró dejando escapar una lágrima.

-¡Levántate maldita perra y saca tu trasero de mi empresa, no te quiero ver más!- este al ver que no hacia caso camino hasta donde ella. -¡¿Qué no entiendes!?- pegó un grito que exaltó a todo el mundo. -Querías a las malas, bien, pues ahora si que las tendrás- nuevamente la tomó del brazo pero ella rápidamente se soltó.

-Yo puedo irme sola, no te preocupes- limpió sus lágrimas y con dificultad trató de caminar.

-¡Cuento tres y ya quiero verte fuera de mi empresa, maldita perra!- gritó. -¡1....2....3!- Jimin al verla aún por el pasillo llamó a dos de sus empleados que se encontraban viendo aquella escena. -¡Ustedes dos!- los llamó. -No quiero ver a esa perra acá, sáquenla lo antes posible y que nadie entre a mi oficina- estos solamente dijeron en un susurro un "si" y la sacaron tal y como él ordenó.

Tomó aire y echó seguro a la puerta para que nadie pudiera entrar, puso su trasero en la silla en donde ella antes estaba, encendió su laptop y se dedicó a trabajar en el siguiente informe que tenía que entregar.














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#3 ¿quieres jugar? ©park jimin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora