Era primavera, en donde todo vuelve a nacer y florece lo que se llama amor. Una época en donde las personas suelen salir a pasar el rato, en donde un nuevo amor florece. Era una mañana amena, el sol se encontraba en todo el centro del cielo acompañado por unas hermosas nubes y una brisa fresca que transmitía pureza. Era su primer día de clases, nuevamente empezaría desde cero con gente nueva y maestros nuevos, la intriga siempre estuvo presente, haciéndolo notar a cada segundo.
Como era de esperarse, el primer día y ya media escuela moría por ir a esa gran fiesta, ansiaba ver a su amiga y contarle todo lo que hizo en su tiempo libre. A lo lejos la vio, corrió hacia ella y un fuerte abrazo le dio, dejándole casi sin aire demostrando cuanto la había extrañado. No era el mejor chico, nunca intercambió palabra con él pero, sus actitudes, dejaban mucho de qué hablar. Un hombre deseado por todas las mujeres que habitaban la escuela, siendo el capitán del equipo y teniendo a la mujer más hermosa de novia aunque para ella no lo sea.
Nunca fue amante de las fiestas, no hubo momento en que deseara ir, pero las suplicas de su amiga le obligaban a asistir con ella, aún sabiendo que estaría sentada toda la noche debido a que pocos amigos tiene y no gusta bailar frente a más personas. Juró prestarle un vestido para que fuera con ella, al igual que zapatos y peinado que lo haría ella misma, maquillando su rostro de paso.
No fue una excelente noche, pero debió admitir que se sentía extraña a su lado, al tacto de un hombre que por primera vez dejaba permitirlo. Nunca fueron amigos, tampoco lo serían en el futuro, pero su mente le estaba jugando una mala jugada, una parte de ella imaginaba ciento de cosas mientras que la otra le gritaba la verdad, y, aunque no le gustara saber la verdad tenía que admitirlo. Nada podrá hacer que estén juntos.
Por primera vez se atrevía a admitir que su pensamiento era solamente hacia una mujer, alguien con la que jamás pensó que estarían juntos, mucho menos una desconocida para su persona sabiendo que así era de su misma escuela. Se convirtió en su juego, siendo él mismo el creador de las reglas y dueño de todo, de ella. Jugaría sucio, a su manera y sacaría provecho a todo acto que hiciera, no pensando con la cabeza si no con los pies.
Quizá no veía con claridad, pero su mente estaba reconociendo que ese juego le costaba los huevos, que tarde o temprano sería el perdedor obteniendo el segundo lugar. Sus ojos no querían ver la realidad, estaba cegado por una figura, un peón que en esta vez se movía a su conveniencia dañando el plan que tenía bajo su manga. Pero no se daría hacia atrás, era un juego bastante excitador y enfermizo.
Y ahí estaba, entre la espada y la pared tras saber que había perdido contra una mente sigilosa, la cual nunca reveló sus secretos y siendo así la ganadora de la primera partida, la única. Admitir que perdió no iba entre sus planes, mucho menos darse cuenta que perdió a causa del amor, del envenenamiento que usó para jugar con su mente y así poder quitarle la corona. Pero era un maldito juego, uno del cual jamás se dio a perder, porque de ahí, de su primera derrota, sacó lo mejor de sí.
Cuando llega invierno es donde todo se congela y no puedes realizar nada, el frío reina sobre las tinieblas y asusta a el más noble. Para mantener si quiera el calor invernan, él hacia lo mismo pero a la distancia, dejando un vacío tal cual el vacío que sintió Bambie al saber que mataron a su madre. Y se encontraba solo, jugando al rey en un mundo lleno de engaños, queriendo comer todo en un solo bocado sabiendo que puede estar atragantado con cosas del pasado, un recuerdo que jamás se extinguió, una llama que nunca pudo apagarse ante la brisa más tenebrosa, una única persona que sigue habitando su corazón, teniendo las llaves en sus manos para no permitir que fuese abierto por alguien más.
Cuando una persona conoce a otra y sienten lo mismo, por ley, siempre terminan estando juntas, ante cualquier barrera no podrán cortar el lazo que unieron con el pasar de los años. Están destinadas a estar juntas de por vida, creando un nuevo capítulo pero en diferente libro, algo que podemos llamar una segunda oportunidad, o quizá, una segunda temporada. Algo en donde vuelve a empezar por más dificultoso que sea.
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#3 ¿quieres jugar? ©park jimin.
FanfictionSus mentes estaban dispuestas a renunciar a los recuerdos del pasado para vivir lo que ahora se le llama presente.