Después de una gran noche la pareja más joven decidió irse para dar privacidad a los mayores quiénes necesitaban hablar así ella no colocara de su parte. Aprovechando que los niños se encontraban en sus camas, el pelinegro decidió ir por dos vasos de agua para volver a la sala donde yacía ella a la espera de sus palabras.
El frío era impresionante, tanto así que sus manos se encontraban congeladas y sus huesos totalmente tiesos, como si hubiesen echado algún tipo de pegamento sobre ellos impidiendo movimiento de alguna de sus extremidades. La casa permanece en una gran nube de silencio que era controlada por las miradas tan profundas de ambos.
No daría el primer paso, dejaría una vez más hablara para así continuar, pensar y obtener una buena respuesta. Dio un gran sorbo a su vaso de agua y lo dejó sobre la mesa de cristal que su madre le había comprado a una señora en una venta de garaje.
-No necesito repetir las mismas palabras cuando ya sabes que lo único que pido es que vuelvas a casa y me des tu perdón- la voz ronca de Jimin resonó en toda la estancia, provocando un sin fin de sensaciones sobre la castaña, acto que le gustaba sentir y presenciar cuando se trata de su esposo posesivo.
-Tú ya sabes cual es mi respuesta- dio un sorbo a su vaso y lo observó, detallando cada facción de su rostro, dándose cuenta de que en él despertaba la ira.
-Nunca antes por mi mente pasó la idea de tener que dormir sin ti, despertar sin ti y los niños, extrañando el dulce aroma que sueles tener por simple naturaleza, extrañar aquellos besos de buenos días que solías darme- observaba su sortija de matrimonio mientras hablaba.
-Han pasado tan sólo unas semanas- respondió ella con aquel tono de voz tan característico en sus tiempos pasados, en donde nada le importaba y actuaba sin vida.
-Unas jodidas semanas las cuales me han estado molestando todos estos malditos días- golpeó levemente la silla por no tratar de golpear la mesa de vidrio. Mantuvo la respiración y quitó los dos botones de su camisa para que el oxígeno pudiera entrar. Sus venas exaltadas indicaban que había tocado la cúspide, siendo consciente de que en cualquier momento elevaría la voz y dejaría que sus impulsos lo controlasen.
Agradecía tener la casa solamente para ellos, desgraciadamente su madre contrajo matrimonio con aquel señor sospechoso. Una tarjeta de invitación llegó a la puerta de su casa hace unos dos meses atrás, si es que Jimin no hacia mal las cuentas. Tuvo ciento de discusiones con la castaña tras no querer ir, desde un principio nunca estuvo a favor de que su madre encontrara otra persona o que al menos una nueva llegara a su vida. Después de tanta palabra y tono de voz alto decidieron no ir, ganándose a una madre enojada por un mes entero.
La calma que habitaba en su interior desapareció, no hallaba la manera en como ser más accesible posible, los consejos de su viejo amigo habían ayudado pero no del todo. Logró que ella intercambiara palabras, cosa que no hacía antes, perp faltaba escuchar aquellas palabras donde dijera que lo perdonaba y que regresaría a casa el mismo día que hablaron eso. Respiró hondo y decidido preguntó una vez más.
-¿Hasta cuándo seguiremos así?- hizo tronar sus dedos con potencia. -¿Qué no te das cuenta de que esto también afecta a los niños?- se levantó exaltado colocando las manos en el aire.
-Empezaste con esto- haciendo el mismo acto se acercó a él. -Fuiste el causante de todo esto, simplemente te pedía que fueras otra persona ó que al menos pudieras cambiar en algunos aspectos- le señalaba con el dedo índice mientras lo empujaba hacia atrás. -¡Pero míranos!- observó sus alrededores y sonrió sarcástica. -Esto es lo que querías, una familia que se acaba poco a poco.
-¿Lo dices por lo que confesé hace unos días atrás? Sí es eso, es lo más estúpido que puedes hacer en estos momentos- habló entre dientes.
-¿Disculpa? Recuerdo muy bien que no es la primera vez que pasa esto en nuestro matrimonio. Sé muy bien que llegaste a tener una pequeña aventura con tu secretaria, saliste del país para verte con Carlo y pedirle información sobre Amanda, que estuviste extorsionando a personas ya que tenías cuentas de atrás que no eran pagadas- puso sus brazos en la cadera y le miró demandante.
-Todo eso que dices son cosas del pasado, necesitamos hablar de nuestro presente.
-¿Cómo quieres hablar del presente si sigues viviendo en el pasado?- preguntó ella riendo sarcástica. -Tienes que entender de una vez que las cosas en este mundo no se ganan quitando vidas mucho menos robando a la gente.
-¿Podemos hablar de lo que verdaderamente importa?- cubrió su rostro con su mano derecha y la quitó con fuerza. -¿Seguiremos en la misma tónica?- Jimin quitó el tercer botón de su camisa y le miró a su esposa.
-Estaba a punto de decirte que volvía a casa y que te perdonaba.
-¿Qué es lo que te impide decir eso?- metió sus manos a los bolsillos y se meció sobre sus talones.
-Tú- respondió con voz severa. -Si piensas que puedes venir a pedir perdón con revolver en mano estás equivocado- tomó su abrigo y subió las escaleras marcando cada escalón.
-¡Baja en este preciso momento!- gritó Jimin sin importar que los niños durmieran.
Hizo caso omiso y siguió subiendo, ignorando el llamado de Jimin varias veces. Cansado de esta situación decidió subir las escaleras, la llamó nuevamente y como era de esperarse, lo ignoro.
-¡Te estoy hablando!- le tomó fuertemente del brazo y le obligó a mirarle.
-Me vuelves a poner otro dedo encima y juro por el amor que les tengo a los niños empiezo a gritar- habló entre dientes. Lo observó una vez más y logró soltarse de su agarre.
Muchas de ustedes, bueno, en realidad algunas, me preguntaron porqué no pueden votar, la verdad no sé así que decidí subir nuevamente el capítulo. Si algunas no pueden votar por x razón intenten abrir de nuevo sesión, háganme saber en los comentarios si el problema ya está solucionado, gracias.
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#3 ¿quieres jugar? ©park jimin.
FanfictionSus mentes estaban dispuestas a renunciar a los recuerdos del pasado para vivir lo que ahora se le llama presente.