Capítulo 20.

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Dejó su abrigo sobre la pequeña mesa de cristal mientras, apagó la televisión y plantó un beso en la frente de la castaña quien ya se encontraba en el mundo de los sueños. Su pecho subía y bajaba lentamente dando a entender que estaba en un modo tranquilo. Su cuerpo se estremecio cuando este empezó a repartir besos por su cuello, provocando un sin fin de sensaciones haciendo que despertara.

-Lamento llegar tarde- susurró sobre sus labios._____rasco sus ojos y le dedicó una sonrisa, sentir el tibio aliento de Jimin sobre su cuello era algo que le gustaba.

El pelinegro giró sobre sus talones para caminar unos cuantos pasos al baño y quitar toda prenda para quedar en ropa interior, mostrando aquellos muslos tan característicos en él. Su vista era algo borrosa y podía divisar con dificultad como la figura de Jimin se asentaba lentamente bajo las cobijas, haciendo que ambos cuerpos chocaran y se sintieran lo tibios que se encontraban.

Con su dedo índice empezó a trazar líneas imaginarias sobre la piel desnuda de____, dejando a su paso un leve camino de besos húmedos que conducían hasta llegar a la parte de su oreja donde susurraba palabras obscenas y dulces que solo causaban sonrisas en_____.

-Disfruto poder sentir tu cuerpo- un beso húmedo se vio reflejado en el hombro de ella. -Te amo- ambos se miraban fijamente haciendo que el silencio hablara por ellos dos, quienes demostraba sus afectos a través de caricias y besos, no dejando de lado los mimos que siempre se daban. Entrelazaron sus manos observando aquellas sortijas de oro que traían unas diminutas letras en su interior; la fecha en la que dieron la declaración ante el altar de cual amor se tenían.

Jimin escondió su rostro en el cuello de ella para llenar sus fosas nasales de aquel aroma a frutos rojos con una pequeña combinación de avena que hacía que la piel ligeramente morena diera un aroma nunca antes conocido por alguna persona. No querían hablar, eso era más que obvio, sus ojos relucian bajo el brillo de la luna que ambos sabían que se necesitaban el uno a el otro.

Sin previo aviso posó sus labios sobre los de ella haciendo movimientos lentos dejando que sus lenguas actuaran por si solas en un debate de quien sería la mejor actuando, mostrando cualquier tipo de actividad jamás vista por el hombre. Las manos de Jimin subían y bajaban por la espalda de_____dejando ver sus venas a punto de estallar, dándole a entender a la castaña que teniendo relaciones era la única solución.

La tela de su ropa interior hacia marcar como el miembro de Jimin crecía cada vez que los besos y roces aumentaban, dejando escapar uno que otro gruñido por aquella bestia que poseía el pelinegro en su interior. Un pequeño golpe le dio la castaña al sentir como aquel sabor metálico llenaba su boca. Jimin le había mordido el labio y este había excedido.

-Perdona- besó sus labios. -Me vuelven loco tus besos- sonrió para que ella hiciera lo mismo. Nuevamente sus labios se fusionaron para una segunda batalla de lenguas, haciendo que sus pieles se erizaran por el frío tan azotador de la noche, de igual manera manteniendo aquel calor que siempre los unía las veinticuatro horas del día.

Limpió rápidamente el exceso de saliva que esta había dejado cuando vieron la puerta abrirse poco a poco, mostrando como un niño sostenía un conejo en su mano mientras rascaba con suma pesadez sus pequeños ojos seguido de varios bostezos que delataban lo mucho que se encontraba cansado. Se incorporó mejor en la cama para brindarle espacio.

Era la misma figura de él, sosteniendo aquel conejo que su padre le había dado por haberse portado bien. Mamá se encontraba en la otra habitación cantando canciones de cuna para tratar de hacer dormir a las pequeñas. Su corazón empezó a bombear sangre por todo su cuerpo cuando sintió aquella mano tocar su mejilla, tal cual como si colocasen un carbón hirviendo sobre su piel, dejando a su paso heridas abiertas que tardarían días en sanar.

Intentaba mover su boca para articular palabra pero le era imposible. Como si tuviese una cinta en ella, evitando que sus labios hicieran contacto para así decir si quiera una sílaba. Sin embargo, aquel niño seguía a su lado con su pequeña mano en la mejilla. Dolor era lo que sentía, pero era un dolor en donde podía admitir que le gustaba.

Tomó aire y quitó la mano despertando de aquel sueño tan real, giró su rostro y pudo ver como la castaña se encontraba desnuda pero tranquilamente dormida. Habían tenido sexo y la ropa en el suelo lo demostraba, miró su cuello y aquellas marcas estaban ahí. Todo había pasado exactamente hasta que sus ojos decidieron cerrarse por completo.

Quiso tocar su mejilla por naturaleza, ardía como si las llamas del infierno hubieran rozado esta hasta provocar una leve herida. Con su mano alcanzó su ropa interior y la puso para caminar hasta el baño y observar mejor en el espejo. Tragó saliva cuando una pequeña yaga yacía sobre un costado de su mejilla derecha, mostrando también aquel color rojo y la zona irritada. No podía dormir. El sueño se había ido y lo que más quería era un buen vaso de agua.

Al bajar las escaleras vio como la puerta de Jun se encontraba abierta, metió su cabeza para inspeccionar el lugar y vio aquella figura, la misma que vio en su sueño pero, este se encontraba en el piso observando la ventana con su pequeño conejo a un lado mientras mecía su cuerpo de lado a lado. Sin hacer el mayor ruido entró, posando su mano derecha sobre la espalda para darle una caricia y brindarle una sonrisa.

-¿No puedes dormir?- interrogó Jimin acariciando la cabellera color negro de su hijo. Este como siempre no quería hablar, negar con su cabeza era la única respuesta.

-¿Qué le pasó a tú mejilla?- sus ojos se abrieron más de lo inusual cuando vio aquella marca que él también tenía. Jun sólo se encogió de brazos restandole cero de importancia. Por los gestos que hacia también le dolía como si nunca antes hubiera experimentado el dolor físico.

-Tengo miedo- articuló observando el rostro de su padre. Al igual que él no había podido dormir, teniendo una mala pesadilla que juraba que era casi real. Ser atrapado por gente desconocida hasta llevarlo lejos de su familia era algo que le atemorizaba. Estar en un lugar sin la luz del sol, sin comida, agua u otra cosa era todo lo que su mente había soñado. A su edad, aquellos sueños eran presentes, siendo víctima de sus propios actos tras estar dormido.

-Estás a mi lado, nada malo te pasará- una sonrisa con un abrazó fue lo que calmó por completo a Jung, quien no sabía si llorar o seguir tirado en el suelo. No quería sentir su cama, el frío que ahora reinaba sobre ella.

-Miraremos las estrellas cada vez que tengas miedo- fueron las últimas palabras para que Jimin abandonara la habitación de su hijo.

#3 ¿quieres jugar? ©park jimin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora