Tetsuya con mucha dificultad trato de levantarse del suelo puesto que estaba adolorido por el fuerte golpe que recibió a manos de ese tipo que debía admitir que sabía cómo intimidar hasta el más rudo con su violenta e imponente forma de ser.
El instinto de precaución del hombre fantasma le decía a gritos que estaba en un terreno peligroso y debía alejarse pero hizo todo lo contrario a su intuición de prevención por culpa de esa sensación de curiosidad que lo carcomía, quería saber que tramaba el mago y de todos modos no tenía otra elección más que seguir los pasos de Nash a un ritmo más lento por su evidente mal estado de salud. Suspiro con amargura, no le quedaban muchas opciones podría volver a escapar y perderse en esa cárcel de mansión o ser golpeado brutalmente hasta morir, el sentido común dictaba a obedecer.
Camino por esos estrechos pasillos hasta llegar a un exorbitante comedor. Nash tomó asiento tranquilamente en la silla que parecía el trono de un rey, lucia aristocrático o más bien de la burguesía puesto que cada detalle era fino como de la alta sociedad y no estaba acostumbrado a esa forma de vida lujosa, ni le interesaba tampoco para él jugar básquet era su pasión, lo demás no interesaba.
Poco importaba las riquezas cuando se tiene amigos, una bola y una cancha de básquet.
Todo estaba servido cuidadosamente de forma elegante, demasiado perfecta para ser real. Un mayordomo y algunas empleadas llevaron deliciosos manjares a la mesa y Kuroko estaba confundido acerca de porque estaba ahí, se quedó mirando sin decir nada. Lo común en ese instante era usar su invisibilidad a su favor no obstante su habilidad para pasar desapercibido no servía cuando el hombre frente a él lo estaba mirando fijamente, tenía los ojos puestos en su figura, en cada movimiento para no perderlo de vista.
Nash añadió con esa voz autoritaria —Siéntate, es una orden
—No eres mi dueño—Dijo torpemente Kuroko tratando de expresar un poco de autoridad aunque el efecto era el contrario mostrando una inseguridad latente.
Claro el mago no le gustaba que le desobedecieran y dijo con esa soberanía característica en él—No juegues al rebelde conmigo y siéntate ahora.
Tetsu no le quedo de otra que sentarse en el lado exterior de la mesa, le trajeron la cena que parecía extraña, dado que era occidental. Tomo el tenedor reluciente tratando de acostumbrarse a ese estilo, dio vueltas a la comida, puso el alimento en la boca más por educación que por otra cosa. No estaba tan mal sin embargo no tenía hambre además del miedo a que todo estuviese envenenado porque estar cenando con el enemigo no es algo que se hace todos los días más bien era una ocurrencia extraña e incómoda.
—Debes comerte todo según el médico eres casi anémico. De verdad parecería que quieres morir...— Añadió el rubio mientras cenaba al lado exterior de la mesa
Era irónico que el hombre que le decía eso lo golpeaba sin remordimiento contra el suelo, tan solo hace unos minutos lo estaba sometiendo a él y ahora parecía un caballero de brillante armadura. Que aptitud más contradictoria quizás había perdido el control, no quería pensar demasiado en esa personalidad tan retorcida como un animal salvaje tratando de atacarle si no lo obedecía.
—Como si te preocuparas por mi salud— añadió de repente el pequeño
Nash contesto– Aunque no lo creas me preocupo por ti más que tus amiguitos apuesto que ellos no notaron que no comes nada, ni se dieron cuenta que estás haciendo añicos tu cuerpo por jugar en ese equipo de fracasados.
Tetsu murmuro defendiendo a sus amigos– Ellos nunca me obligaron hacer nada que yo no quisiera, fue mi decisión jugar en estas condiciones, es mi cuerpo puedo hacer lo que quiera con él, si deseo estar en el equipo aunque me quiebre es mi elección. – Kuroko miraba todo menos esos ojos azules intensos— Yo no les dije nada sobre mi lesión o de ningún modo me hubieran dejado jugar además Kagami...
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La sombra del pasado
Teen FictionKagami se va al extranjero dejando todo atrás mientras Kuroko intenta sobrellevar su vida destrozada por su partida y el dolor de no ser suficientemente bueno para los prodigios, ante la vulnerabilidad Nash Gold un excéntrico millonario le propone r...