Persuadir

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El mago se encontraba frustrado porque por una tonta excusa le prohibieron acercarse a Kuroko y era difícil manejar el asunto de tener lejos a alguien que todos los días estaba tan cerca de su persona, conjuntamente se había acostumbrado a esa presencia reconfortando su ajetreada vida y era inevitable extrañar esa domestica rutina junto al hombre de los cabellos color cielo, sin el fantasma el peso del aislamiento comenzaba a aplastarle o asfixiarle estrepitosamente hasta hacerle derrumbar su pesado corazón de acero y no deseaba estar solo o peor sentirse de esa manera en medio de una multitud.

Ese día casualmente el emperador le informo por medio de un correo electrónico de la empresa que debían hablar seriamente sobre el jugador fantasma y Nash acepto la reunión de inmediato e incluso le indico que estaría en un especifico lugar con la intención de negociar en sus territorios sin embargo puso la estricta condición de que Tetsuya debía estar presente, Akashi se vio obligado a aceptar las demandas, claro eso le convenía puesto era necesario encontrar un método por el cual esos dos se besaran, por mucho asco que produjera pensarlo ¡Era la única forma para recuperar las memorias perdidas de la sombra!

A la hora estipulada; el rubio se asentó en un gran sillón, precisamente se encontraba en el mismo sitio donde conoció al jugador fantasma y todavía recordaba como si fuese hace tan poco tiempo cuando se hallaba hablando con una mujer que probablemente llevaría a su cama y justamente en medio de su coqueteo descarado, apareció ese niño de ojos azules tan fieros como salvajes ¡Tan atrevido el mocoso con su mal asentó inglés y el coraje destilando por sus puros!

Observo sus manos conmemorando aquella sensación de dominio al jalarle fuerte el cabello celeste, sus dedos quedaban atrapados en aquellas hebras suaves y se estremecía el pobre mocoso lleno de hematomas causado por los golpes o la patada en el estómago que le propicio delante de mucha gente; se sentía enfermo sádico al pensar que le resultaba sensual hacerle daño a un inocente porque fue realmente satisfactorio en ese instante de fugaz alevosía o ira perpetua porque ese enano manchaba su orgullo en frente de las mujeres que deseaba seducir.

Sus pensamientos fueron interrumpidos justamente en el momento donde entró el emperador al lado del jugador fantasma, quien yacía con un semblante heterogéneo. Los hombres prudentes se sentaron un poco lejos del bravucón, Nash se quedó mirando fijamente al peli celeste tal si las miradas penetrasen el alma— Vale que cumpliste tu parte del trato, emperador y trajiste a Tetsuya contigo porque él es mío ¡Quiero que me lo devuelvas!

Seijuro tomo la palabra y fue directo al punto, sin siquiera inmutarse o titubear, con su postura astuta de aristócrata replico— No es un juguete que te deba devolver y estamos aquí porque amas a Kuroko.

—Yo, amar a ese mocoso ¡Jha! — chasqueo mientras se carcajeaba falsamente, intentando burlarse de dichas palabras; ocultando la evidente realidad entre el fisgoneo desvergonzado— ¡Únicamente es el juguete que use en su contra, mi pequeña mascota o el tapiz que adorna mi habitación! Evidentemente ¡Fue tan maravilloso ser testigo de cómo sus corazones se rompían en mil pedazos cuando Tetsuya entro a la cancha con el uniforme de mí equipo y les aplastamos como las cucarachas andrajosas que son! Todo salió según mis planes, la venganza nunca fue tan dulce, que felicidad al ver caer en desgracia a mis odiados enemigos, no tiene precio lo miserable que fueron por mi causa ¡Les humille con su propia arma! ¿Acaso no sufriste al verle conmigo? Si te hubieras visto en ese partido, tan patéticos monos sufriendo por perder o ser vencidos por lo que más amaban — resoplo siendo bastante grosero, sin contar lo burlista y el hecho de que mentía descaradamente porque Kuroko se adentraba en su piel, en su alma o en su mismo corazón y trataba de convencerse que solo era desechable en su vida como la mayoría de las personas las cuales estuvieron en ella. ¡Porque era malo tener emociones! El amor era una debilidad que te ata, esa era la regla principal quebrantada y obviamente el mago no deseaba mostrar fragilidad ante nadie, mucho menos si se trataba de su rival; mejor fingir que era un bravucón sin sentimientos a uno que guardaba cariño por su enemigo fantasma.

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora