Encuentros

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El sol brillaba con esplendor al ser este un cálido día de verano en aquel recinto universitario donde el viento movía los árboles mientras las hermosas flores caían tal lluvia de pétalos, no era igual a los cerezos de su país en primavera pero al verlos recordaba aquella sublime belleza la cual se adueñaba del entorno. ¡Vaya nostalgia! Como una simple flor podía significar un recordatorio tan profundo de su pasado, una remembranza de Teiko y de Seirin que siempre llevaría dentro de su corazón.

Desatento del mundo exterior, sumido en sus propios pensamientos el ex jugador fantasma se dirigió a las canchas de basquetbol, por cierto eran enormes había una dentro del gimnasio y la otra se encontraba afuera bueno algo que no cambiaba era el deporte básicamente se convertía en un lenguaje único donde todas las frustraciones se pierden con el sudor, el arratonamiento y el cansancio, no importa donde estés te sientes libre de ataduras.

El pequeño con su mirada recorrió el perímetro analizando cada pequeño detalle hasta que sus ojos se clavaron en un solo punto del espacio como si de pronto todo alrededor se quedara paralizado o siguiera en cámara lenta al instante en el cual un destello rojo apareció frente a él, las cosas perdieron el matiz porque ese hombre se convertía en el color primario, lo que le daba tono a su vida de blanco y negro.

A lo mejor empezaba alucinar porque era imposible que Kagami estuviese allí de seguro era su demente imaginación jugando nuevamente con sus emociones, una treta de la demencia o la misma melancolía que día a día se adueñaba de su mente atormentándole de anhelos, la añoranza afectaba y desgastaba sus sentidos.

Apretó sus dedos contra el portón algo confundido ante aquel suceso inverosímil, conservaba cierta expectativa sobre el futuro. En ese ligero lapso deseo que sus invenciones fueran una realidad y efectivamente su amigo estuviese próximo a su persona sin embargo ¿Qué posibilidad tenia de encontrarse con su redlight?

Aparte de los pensamientos pesimistas recordaba la carta que su amigo le envió diciéndole que el tigre se hallaba en la misma universidad entonces no era una mala jugaba de su cerebro sino algo real, era un hecho concreto su luz estaba cerca, tan cerca casi podía tocarlo pero tan lejos, había una grieta tal cual abismo entre ellos que les impedía unirse y les separaba cada vez más

Con una voz suave, algo nervioso intentando no sonar demasiado ansioso añadió – Tú planeaste esto. ¿Por qué quieres que me encuentre con Kagami-kun?

El capitán del equipo de futbol americano respondió— No puedo verte mal Kuroko, me duele que sufras creo sería bueno para ti hablar con él, tener apoyo de los demás es favorable para tu tratamiento... En esta situación difícil parece que en vez de mejorar empeoras; a veces siento no soy suficiente para ti, hay días en los cuales no me abres la puerta o no quieres hablarme además rechazas seguir con la fisioterapia y dejaste de tomar tus medicinas. ¿Cómo crees que eso me hace sentir? Simplemente me niego a permitir que destruyas tu vida de esa forma, me preocupo por ti ¿Acaso no lo ves?

Ogiwara tenía razón en ese sentido el fantasma venia de una extenuante cirugía y pretendía dejar el tratamiento cuando era necesario para su bienestar... Se encontraba en mal estado al grado de no querer salir a ningún lado, encerándose en un cuarto oscuro se asesinaba lentamente, si seguía aislado del mundo exterior terminaría dejando que la soledad lo hiriera hasta llegar a un punto donde no hay marcha atrás. Ya era hora de enfrentar la salvaje vida en lugar de esconderse, de ese modo seria factible volver a caminar, eventualmente si continuaba en ese decaído estado caería en una depresión que acabaría en una tragedia.

Kuroko se reflejaba angustiado ante sus problemas, su cabeza era un desastre — Cuando me miras siento esta tristeza porque sé que sufres por mí... Soy una molestia, una carga para ustedes ¿Crees que no lo he notado?

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora