Defensa

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Algún tiempo después.

El mago y su aprendiz se embarcaron hacia Inglaterra en un enorme crucero donde la empresa de Nash, vendería las joyas de alta calidad en el mercado extranjero. Kuroko al ser uno de las caras promocionales, debía mantenerse lleno de maquillaje además de tinte en su cuerpo, extraños trajes y joyas extravagantes. Ese día se mantenía exhausto por estar toda la jornada laboral de pie en esa fiesta; casi siempre las exposiciones de joyas resultaban sofisticadas, debía vestir formalmente mejor dicho en traje entero sin embargo esta nueva colección era hecha para personas jóvenes por eso tanto alboroto.

Mientras contrario al jugador fantasma, Nash se la pasaba muy bien, amaba las fiestas porque significaban dos cosas: sexo desenfrenado y alcohol excesivo. En ese momento se encontraba sentado en un excéntrico sillón, tomando bebidas e igual que siempre se mantenía con hermosas mujeres a su alrededor consintiéndole, como todo mujeriego andaba de casería. Precisamente en ese instante tenía una presa fresca entre sus manos, se estaba besuqueando con una rubia con grandes pechos que llenaba sus estándares de belleza y por ende no perdió el tiempo en arrastrar sus manos por las curvas femeninas seguidamente de unos segundos, se giró a la otra mujer de cabello negro acercándola para besarle también con la misma intensidad- No sé a quién escoger, una rubia o una morena quizás esta noche las tendré a las dos en mi cama.

Nash tenía modelos rendidas a sus caprichos, estas chicas de seguro iban tras su fortuna o quizá por la pasión de un vigoroso galán que las hiciera sucumbir en aquel mundo de placer en una noche desenfrenada.

Si bien sus planes de goce fueron arruinados completamente en un momento a otro. Por accidente logro captar en su radar a cierto azabache, el cual se encontraba hablando con una gente que claramente se encontraba fumando y eso calentó su cabeza, no de buena forma.

La sensual mujer continuaba sentada en el regazo del rubio, le besaba dejando rastros de lápiz labial al mismo tiempo sus manos tocaban al musculoso espécimen que básicamente era una máquina de ardiente lujuria no obstante al poco tiempo la moza noto que el rubio se mostraba desconcentrado, mirando en otra dirección ¿Qué pasaba? De pronto toda aquella exaltación del hombre se convirtió en rigidez, sus músculos se pusieron tensos por alguna razón.

- ¿Qué estás viendo? -pregunto extrañada por aquella actitud del hombre deseado.

-Ese mocoso- gruño enojado, tratándola con indiferencia.

Aquella desconocida confundida, subió su falda acomodase más cerca del rubio entre sus piernas, se movió íntimamente para morder la oreja poniendo sus manos en lugares estratégicos intentando volver a tener la atención del casanova que se perdió cuando miro hacia ventana. En un gimoteo sugerente, le comenzó a besar apasionadamente susurrando entre jadeos-Nash, vamos a mi habitación

Pese al esfuerzo de la mujer por seducirlo, el amante de ensueño no le ponía atención porque su mente estaba en ese pequeño idiota, una regla era el de no fumar o el no usar productos que dañaran el desempeño y allí estaba ese escuincle desobedeciendo sínicamente -Lo siento hermosa me gustaría quedarme, darte duro hasta que tu voz se desgaste de tanto gritar mi nombre, pero ¡Debo irme!

- ¿Porque? ¿No te gusto? Pensé que nos estábamos divirtiendo- dijo la rubia, besando su cuello, acariciándolo por debajo de la ropa para que se quedara con ella casi desesperadamente.

-Lo estábamos, pero ya se me quitaron las ganas...No quiero verte más, ya me aburrí de ti- dijo el hombre cruelmente quitándosela de encima como si fuese la peste.

Kuroko continuaba charlando con una muchedumbre, siendo algo cayado resultaba muy sociable. Todo iba bien hasta que Nash apareció con esa cara de querer matar a alguien, logrando que todos a su alrededor huyeran como si viesen a la mismísima muerte.

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora