Alas rotas

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Aomine se encontraba irritado por las palabras que había dicho el emperador, indudablemente le abrieron los ojos ante una realidad que llegaba a repercutirle de manera profunda y directa, afectándole completamente su vida. Temía que esas silabas pronunciaras de manera contundente fueran ciertas porque entonces significaba que había cometido un error inaceptable al demostrar apatía e indiferencia a un ser que tanto apreciaba.

Su conciencia estaba empezando a punzar persistentemente sus pensamientos, una clara señal de que había hecho algo incorrecto y efectivamente cometió una injusticia lastimando a su mejor amigo de una forma cruel, le trato como a un extraño sin importancia alguna cuando la sombra significaba tanto para él.

Fue una equivocación no demostrar los sentimientos afectuosos que tenía hacia el misterioso chico pero creyó que este sabría con solo mirar sus expresiones fáciles lo que sentía en realidad sin embargo a pesar de ser observador Kuroko no era omnipotente, es obvio que empezó a creer justamente lo contrario a la verdad que escondía su luz.

El ingenuo de seguro pensaba que diariamente se terminaba convirtiendo en un fantasma insignificante para todos aunque fuese mentira puesto que siempre preexistió como un alma substancial para la generación de los milagros quizás este no había percibido ese indudable hecho, era apreciado como una piedra preciosa e incluso Nash solía referirse a este como " El zafiro azul" Porque tenía tanto valor como para que un malhechor se interesara en él y se arriesgara a robar la joya más preciada de los milagros sin ningún temor.

El jugador fantasma nunca se dio cuenta de cuan esencial podía llegar a ser, era el espíritu del equipo, una llama que arde en el silencio de las sombras y sin esta nada tiene sentido, todo es opaco careciente de color apasionado que hace renacer las sonrisas de los talentosos prodigios.

Daiki se robó un paraguas para dirigirse afueras del gimnasio donde solían entrenar, sintiendo el aire frio del exterior, el viento que movía las hojas de los árboles y las gotas congeladas que arrebataban en su contra con fuerza. Empezó a caminar buscando al pequeño que aun debía estar por allí o a lo mejor se había marchado a su residencia de igual manera tenía que encontrarlo porque era importante hablar con este, ya que Kuroko posiblemente estuviese pasando un mal momento tal vez se mantenía afligido por las circunstancias brutales de la vida. Además su camarada había renunciado al equipo después de discutir con Seijuro y obviamente el capitán acostumbraba a ser cruel, no media sus palabras, no tenía conciencia de que estas pueden matar lentamente a una persona y no poseía esa sensibilidad al expresarse, tendía a ser autoritario, posesivo ahora más por Nash las cosas se volvían delicadas de tratar....

Ese maldito extranjero estaba planeando algo malo, por desgracia Kuroko estaba envuelto en ese perverso ardid, enrollado entre palabrerías y promesas. El emperador se encontraba perdiendo el control de la situación por esa misma razón, todo parecía caerse a pedazos a causa de que el fantasma empezaba a desaparecer en el infinito universo de las sombras, el entorno era verdaderamente preocupante y sobresaltaba a los prodigios de diferentes maneras.

Aomine podía verse a sí mismo en sus lúgubres pesadillas tratando de alcanzar un espectro, gritando un nombre conocido "Tetsu" con desesperación hasta que su garganta se desgarraba de vociferar y caía de tanto andar.

Tetsuya se alejaba más y más mientras él corría para alcanzar la mano de este hombre misterioso e inclusive podía tocarla sin embargo su amigo se desvanecía poco a poco hasta perderse en la nada.

Deseaba con tanto ímpetu poder salvar de la oscuridad a ese niño lleno de pureza que era manchada por la sangre hasta podía observar delante de él como toda la pálida piel del pequeño se cubría con rojo carmesí hasta ahogarse en sombras y lo peor de todo es que Kuroko le miraba con esos hermosos e inocentes ojos que se volvían de un color escarlata, fríos como si quisieran asesinar a alguien, perdía toda esencia de bondad y por mucho que intentaba resguardarlo era imposible, no podía salvarlo.

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora