No es un adiós

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El jugador fantasma llego a su residencia cansado por las circunstancias que acontecían en su ajetreada vida, poseía esa sensación de ser absorbido por un agujero negro el cual lo transbordaba hasta el fondo del abismo y caía cada vez más profundo en la misma desolación.

Había tenido diversos problemas con la generación de los milagros en parte era su culpa ese terrible inconveniente sino les hubiera ocultado la verdad las cosas serían diferentes... Sin embargo era una pérdida de tiempo ponerse a pensar en lo que pudo o no hacer en ese momento de crisis, se convirtió el asunto en un efecto mariposa colateral que consiguió cambiar el rumbo de su existencia, por una insignificante decisión actualmente estaba en ese lio de igual manera el pasado es el pasado no se puede modificar por más que se quiera ahora debía seguir adelante aunque la tensión comenzaba a afectarlo puesto que no era nada sencillo lidiar con un individuo tan complicado como Nash, se convertía en todo un desafío el solo estar cerca de una persona capaz de molerlo a golpes si este apetecía hacerlo porque no había duda de lo intimidante que era por su porte, tamaño, altura y no se trataba únicamente de su físico era también esa actitud característica de macho alfa dominante a veces le molestaba aquella forma de ser tan arrogante, se creía el centro del universo como si el mundo girara a su alrededor, se profesaba un dios egipcio o griego el cual manda sobre la faz de la tierra y todas sus órdenes se deben cumplir.

Cavilaba sobre su nuevo entorno, en que la soledad últimamente era su única compañía, sus padres seguían trabajando a pesar de estar algo enojado con estos por "venderlo al mejor postor" tenía en cuenta sus progenitores deseaban lo mejor para él pero caer tan bajo en darle la custodia a un desconocido, no iba a culparlos porque trabajaban arduas horas para pagar sus medicinas no obstante tomaría tiempo perdonarlos completamente por hacerle tal cosa sin consultárselo antes, ni pedir su debido consentimiento al sentenciarlo a una vida atado a un hombre como Gold.

Se dejó caer en la cama soportando el dolor agudo en su pierna, cerró los ojos con fuerza convenciéndose a sí mismo de seguir luchando, no podía rendirse necesitaba volverse mejor, más fuerte de esa forma retornaría de las cenizas y superaría aquel sufrimiento que lo embargaba constantemente.

Conservaba un temor a no ser capaz de volver a caminar había altas probabilidades de quedar paralitico, sería un proceso lento el recuperarse, andar nuevamente tomaría tiempo y para un deportista lo peor que le puede pasar es no ser capaz de jugar un determinado deporte por culpa de una lesión, es como si la vida de pronto perdiera sentido, como si le cortaran las alas a un pájaro o un ángel.

¿Qué haría si eso realmente pasara?

De seguro sus sueños se derrumbarían en pesadillas prefería morir a un diagnostico tan tétrico como ese aun así Nash no se preocupaba por su estado de salud parecía confiado de su pronta recuperación quizás porque iba a invertir mucho dinero, representaba un ambicioso negocio hacer algo de esa índole sin tener seguridad en que la operación saldría bien.

Kuroko no sabía si era mejor relajarse un poco más y dejar que las cosas pasen, sean buenas o malas. Sentía había drenado todas sus energías al estar recapacitando en el porvenir anhelaba tanto poder despedirse de sus compañeros de equipo, ya que pronto se iría al extranjero y posiblemente no volvería en mucho tiempo, obviamente les extrañaría aunque a ellos posiblemente les daría lo mismo su partida a él realmente le afectaba alejarse de sus "amigos" porque los prodigios significaban mucho para él.

De seguro estos daban por hecho que les había traicionado de eso no había ninguna duda quizá merecía su odio sin embargo la fe es lo último que se pierde y aun poseía un rayo de esperanza para recobrar la confianza perdida, volver a jugar con ellos en una cancha era su mayor afán después de cometer un terrible error al firmar ese contrato, sello su propio destino hoy en día estaba en manos de Nash, le pertenecía a ese hombre y no podía hacer nada al respecto. Se encontraba triste por perder algo tan valioso como aquella amistad, las palabras que Akashi expresó le lastimaban en el alma como si retumbaran en su cabeza en un sufrimiento penetrante.

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora