Rompiendo lazos

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Kuroko se encontraba nervioso no solo por colgarle el teléfono a Nash de forma mal educada sino también por estar hablando con aquel despreciable arrogante en la casa de su mejor amigo, peor aún tras sus espaldas.

Daba la impresión de mantenerse conspirando en contra de la generación de los milagros, por ese acto de evidente deslealtad merecía ser tratado con despreció.

De alguna manera todavía sentía que estaba haciendo algo siniestro quizás debió esperar hasta llegar a su residencia para llamar al prepotente pero en el calor del momento no pudo evitar contactarse con la opción más factible para recuperarse de su lesión fatal y destructiva.

Era cierto que haría cualquier cosa por su equipo incluso abandonarlo todo.

No le importaba que tipo de sacrificio podría llegar a cometer con tal de volver a jugar el deporte que tanto amaba junto a sus compañeros de equipo, anhelaba abrigar de nuevo aquella sensación de empatía, de emoción, adrenalina pura, percibir la sangre corriendo sus las venas y su corazón latiendo con frenesí.

Había tenido problemas con el emperador por culpa del petulante y ahora si Aomine se enteraba por casualidad de que se había comunicado con el supuesto enemigo probablemente también terminarían discutiendo, pelear con las personas que apreciaba gastaba todas sus energías ciertamente le generaba angustia y ansiedad.

¿Prefería el silencio?

Quizás el silencio era más perturbador.

Al principio no se preocupó mucho de que Daiki lo descubriera platicando con el adverso porque sabía que al ser día libre de este significaba que dormiría hasta tarde sin embargo ¿Por qué se despertó tan temprano? ¿Por qué justamente cuando estaba hablando con el mago?

Esperaba que su luz no lo hubiese escuchado, era mejor que no supiera nada respecto a sus complicaciones clínicas o el tratado que probablemente terminaría por aceptar con el rival, era mejor subirse a ese avión que lo llevaría a un país extranjero sin que ellos se enteraran del perjurio que cometería. Al menos Kuroko pensaba que los estaba traicionando o bien sabía que sus compañeros de equipo al final llegarían a la conclusión de que era un traidor, lo ficharían, señalarían y quizás hasta lo odiarían, ser aborrecido por los prodigios era algo que no soportaría resultaba obvio que no deseaba que la generación de los milagros se enteraba de lo que estaba pasando, prefería marcharse sin mirar atrás que enfrentarlos, que ver en sus ojos la respuesta a su pecado.

Si el trigueño por imprevisión hubiese escuchado la conversación a como era de imprudente lo primero que haría es agarrar su celular e insultar al mago después se enojaría por aceptar aquel teléfono regalado y era probable que terminaría por romperlo.

Si no había hecho un escándalo quería decir que no sospechaba nada, eso le creaba una tranquilidad inmediata. Sería complicado explicar porque estaba hablando con Nash, por suerte su amigo no se dio cuenta o se pondría histérico.

Respiro profundo, giro la perilla saliendo del baño tranquilamente fingiendo que no estaba haciendo nada aunque se notaba bastante tenso obviamente que debía estarlo dado que hace menos de unos segundos estaba hablando con el rival que la generación de los milagros despreciaba y el sentimiento de odio era mutuo, ya que eran enemigos naturales.

Kuroko no miro a su amigo ya que se sentía avergonzado, naturalmente los dos siempre se comunicaron con las miradas y deseaba que este no notara su desasosiego- ¡Buenos días! Aomine-kun

La luz había percibido cierta actitud extraña en el enano, se recostó a la puerta impidiendo que Kuroko pasara ambicionando saber que era lo que acontecía en esa cabeza misteriosa que le ocultaba tantos secretos.

La sombra del pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora