Niall se levantó algo más temprano que tú y se metió a la ducha, cuando salió seguías durmiendo, por lo tanto decidió prepararte el desayuno. A los diez minutos puso los platos en una bandeja y los llevó a la habitación. La dejó a los pies de la cama y se tumbó a tu lado. Te empezó a acariciar la cintura y a repartirte besos por el cuello y la cara.
Enseguida reaccionaste, despertándote suavemente, y sonreíste con los ojos aún cerrados.
Niall: Despierta… -Te susurró casi pegando sus labios a los tuyos.
Tú: Mmm… -No abrías los ojos.
Niall: Pues me comeré yo solo el desayuno perfecto que acabo de preparar. –Se levantó.
Le agarraste del brazo y lo volviste a tirar sobre la cama. Te sentaste a horcajadas de él, que apoyó la espalda en el cabezal. Te rodeó las caderas y apoyó las manos sobre tu trasero. Tú le rodeaste el cuello.
Tú: Hola. –Le sonreíste.
Niall: ¿Te conozco? –Se hizo el loco.
Tú: Creo que no, jamás olvidaría esos ojos tan perfectos… Pero entonces, ¿Por qué tienes tus manos en mi culo?
Niall: Te encanta que lo haga, además, tú lo has dicho, soy perfecto. –Rodaste los ojos. -¿Qué insinúas con esa mirada? –Arqueó una ceja.
Tú: Nada… -Ironizaste.
Niall: Ah, ¿Así que esas tenemos? –Reíste nerviosa por lo que Niall te haría.
Tú: ¿Qué? –Hizo un movimiento que te dejó bajo él y empezó a hacerte cosquillas. -¡Para, para!
Niall: ¿Qué me das si paro? –Reía y seguía haciéndote cosquillas en la barriga.
Tú: ¡Un beso! –Te retorcías de la risa mezclada con el dolor que sentías por las cosquillas.
Niall: ¿Uno sólo? –Seguía torturándote.
Tú: ¡Todos los que quieras! ¡Para por favor! –Reías sin control e intentabas apartar sus brazos, pero él tenía más fuerza que tú.
Niall: Está bien. –Paró y se tumbó a tu lado. Tú te apoyaste sobre tu codo, mirándole mientras él te miraba. –Empieza.
Te acercaste a él y le diste un beso detrás de otro, pero no pasabas de los besitos que hacían tus labios, como plumas, sólo rozándole los suyos. Te sentaste sobre él y te inclinaste a besarlo de nuevo. Una y otra vez lo dejabas con ganas de más besos, hasta que te cogió, te alzó y llevándote en brazos, te apoyó en la pared.
Niall: ¿Ahora qué? –Te besó el cuello.
Tú: ¿Qué de qué? –Intentabas resistirte a sus besos.
Niall: Que ahora me rio yo. –Te beso.
Os separasteis por la falta de aire. Sonreísteis y te dejó en el suelo.
Tú: ¿Desayunamos? –Propusiste.
Niall: ¿Vas a desayunar en ropa interior?
Tú: ¿Sí…? –Contestaste dudosa.
Niall: Si no quieres que hagamos de todo menos desayunar, ponte una camiseta o algo…
Reíste y saliste corriendo al lavabo para ponerte una camiseta de él y peinarte un poco.
No pudiste evitar quedarte mirando fijamente tu reflejo en el espejo. Esa chica que veías frente a ti no era comparable con la chica que habías sido meses antes. No podías creer que estuvieras en una casita sola con Niall. No podías creer que el te quería y te trataba como a una princesa. Y no podías creer que realmente habías conseguido enamorarte de nuevo. Pero esta vez, iba a ser de verdad.
Miraste tu mano en el reflejo. Sonreíste al ver el anillo de compromiso y extendiste el brazo frente a ti, con la mano abierta y mostrando el anillo. Algún día, ni muy cercano ni muy lejano, tu sueño se haría realidad y serías la mujer de un hombre admirable. De un hombre que sabía apreciarte no solo por tu exterior. Tenías que reconocerlo, estabas enamorada hasta las trancas.
Diste un gritito de alegría, acompañado con un saltito y saliste del baño.
Viste a Niall descalzo sentado como un indio, hablando por el móvil. Te acercaste y te sentaste entre sus piernas, pasando las tuyas alrededor de su cintura.
Niall: -Tenía cara de enfadado. –Sí. Ajá… Vale. ¿Esta tarde? No. Está bien, lo más pronto que pueda. Vale, lo intentaré. –Colgó y casi estrujó el móvil entre sus dedos. -¡Cabrones!
Tú: Tranquilo… -Le acariciaste la mejilla. -¿Qué pasa?
Niall: Tenemos que volver…
Tú: ¿Ya? –Tu cara cambió por completo.
Niall: Cuánto antes mejor… Eso me han dicho. –Se pasó una mano por el pelo.
Tú: Bueno, pues volvemos. Igualmente siempre que queramos nos quedará este lugar para nosotros solos.
Niall: Eres la mejor. –Te besó. -¿Desayunamos? –Asentiste.
Comisteis todo lo que él había preparado entre juegos, caricias y besos. Realmente sentíais que vuestro lugar estaba simplemente al lado del otro, fuese donde fuese.
Niall: Hoy estás extraordinariamente preciosa. Más que nunca. –Te acarició las piernas, de arriba abajo.
Tú: -Miraste tu camiseta. -¿Sí? Estoy despeinada, con una camiseta enorme y ni siquiera me he duchado.
Niall: No lo digo por tu apariencia… Lo digo porque no dejas de sonreír. –Sonrió más aún.
Tú: Ese es el efecto que causas en mi, ranita.
Niall: Si encontrara las palabras para explicar lo que siento por ti…
Tú: El día que las encontremos será el día en que te daré el beso que te convierta en mí príncipe.
Niall: ¿Aún no lo soy?
Tú: Aún eres mi ranita... -Acariciaste su nariz con la tuya y sonreísteis con las frentes pegadas.
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