12.- Cumpleaños en la madriguera

14.4K 1K 357
                                    

Dudley Dursley pensaba en cuan afortunada era su vida, esa tarde de verano en Privet Drive. Su familia si bien no era rica como la de su primo Harry (que tenían mucho dinero en ese banco de su mundo y luego le daban regalos maravillosos), si tenían dinero suficiente para comprar cualquier cosa que quisieran, al menos del mundo muggle. Además de esa privilegiada posición económica, tenía como vecino a su primo Harry Potter, quien era un mago al igual que su tío adoptivo, Severus Snape. Eso hacía que además de tener amigos muggles, tenía amigos del mundo de su primo. Los Weasley, la gran amenaza pelirroja en palabras de su madre y padre, los mejores amigos del mundo en palabras de Dudley. Quizás lo único que le molestaba un poco de su vida, era esa constitución que heredó de su padre.

Dudley no era gordo como su padre exactamente. Había visto suficientes fotos de él de bebé, como para saber que jamás sería una persona delgada, incluso cuando su mamá le puso ese horrendo mameluco a los 2 años, noto que su cara era parecida a la de un cerdito. ¡Solo le faltaba la cola! Ahora que casi cumplía los doce, estaba decidido a perder esa "grasita de bebé" como le llamaban algunos. Rezaba porque la adolescencia fuera benigna con él. Pero sabía que debía ayudar a que eso pasará y su primo le había dado una solución. Bueno, la inspiro.

Durante el año escolar, Dudley recibió cartas de su primo vía lechuza, Hedwig era muy puntual y cada semana le llevaba una carta y una caja con golosinas. Ahora que su primo y amigos estaban en su escuela, era muy difícil para él "perder" esas calorías sin la ayuda de los juegos con su primo. Así que cuando leyó que Harry estaba teniendo unas clases "especiales" con su tío, quedo fascinado con la idea de la defensa personal. Quizás podría convencer a su mamá de que le dejara tomar clases de karate o algo así. Y ahora que su primo estaba en casa, quizás podría convencer a su tío Severus de que le enseñara algo de eso, al menos la parte muggle.

—Dudley ¿Estas bien? —La voz de su primo lo saco de sus pensamientos.

—Claro que sí Harry, ¿Por qué lo preguntas? —.

—Es que hoy pediste una nieve en vez de tu helado de chocolate de siempre—.

Dudley solo alzo los hombros.

—Quería variar un poco Harry—.

Ambos niños estaban sentados en la banqueta enfrente de su casa, ya que eran vecinos, Dudley vivía en el número 4 y Harry en el 6. Así había sido desde que Dudley y Harry tenían memoria. Luego, años después, ambos se hicieron amigos del clan Weasley y no podían ser más felices. Mientras comían Dudley le preguntaba más y más cosas a Harry sobre su año en la escuela. Se encontró shockeado cuando Harry le contó sobre lo cerca que estuvieron de morir, y como esquivaron los hechizos, irónicamente, de forma muggle.

—Harry, ¿Crees que el tío Sev me daría esas clases? Digo, al menos las muggles—.

—Quizás si primo. Resulto ser más útil esquivar un hechizo que bloquearlo con magia. Supongo que es como las balas o golpes, mejor quitarte de su camino, que buscar un escudo o algo—.

—¿Primo? —.

—¿Qué pasa Duds? —.

—¿Tu querías matarlo? —.

—No, no quería—.

Su primo tomo una expresión sombría.

—¿Estás bien? —.

—Creo que sí, no me gusto que muriera, pero... mi tío, mis amigos, estaban en peligro, y si Voldemort regresaba, también ustedes, tus papás y tú, estarían en peligro, y todos los muggles. Solo pensé en protegerlos. Mi tío nos dijo que solo agarráramos a Draco y saliéramos de ahí, pero cuando entramos, ya no pudimos salir, y en esa situación lo entiendes, eres tú o la otra persona. Y en este caso éramos nosotros o ellos—.

Una Serpiente De PelucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora