31.- Morsmordre

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A la mañana siguiente y luego de desayunar, los chicos partieron a visitar las tiendas de campaña de sus amigos y los adultos se quedaron preparando todo para la noche. Apenas empezó a decaer la tarde, las familias empezaron a irse acercando hacia un claro donde a simple vista no se veía nada. No fue hasta que Harry y compañía se acercaron lo suficiente que notaron la barrera mágica que ocultaba el estadio, Severus le dio a Dudley un colgante y le dijo que podía atravesar la barrera, apenas todos atravesaron la barrera notaron el gigantesco estadio. Ninguno de los chicos pudo ocultar su sorpresa. En su entrada, ya los esperaba un grupo de magos.

—¡Arthur! ¡Severus! Bienvenidos, no conozco a sus amigos así que me presento, mi nombre es Kingsley Shacklebolt—Dijo un mago de piel oscura y sonrisa fácil.

—Y yo soy el ministro de magia, Cornelius Fudge, mucho gusto. Mi acompañante es el ministro de magia de Bulgaria, pero no le pidan que hable mucho, no conoce nuestro idioma y yo apenas se algunas frases básicas. Bienvenidos a la final—Se presentó un mago bajo con un sombrero en forma de hongo mientras señalaba con la mano extendida a un mago de ceño adusto.

El aludido saludo con un seco movimiento de mano, y veía hacia la cicatriz de Harry. Severus se adelantó y tomo la palabra.

—Gracias señor ministro, permítame presentarle al resto de nuestro grupo, el señor Sirius Black y Remus Lupin, profesor de DCAO en Hogwarts. Los jóvenes que nos acompañan, la señorita Hermione Granger, el señor Draco Black, el señor Theodore Nott, el señor Neville Longbottom, supongo que ya conoce a los hijos de Arthur, William, Charles, Percival, Frederick, George, Ronald y Ginevra, además de mi protegido Harry Potter y su primo Dudley—.

—¡Ahh, si!, el chico muggle, un placer conocerlo jovencito y un placer también conocerlos jovencitos. Señores Black y Lupin, bienvenidos. Señores, creo es hora de que subamos a nuestros asientos. Los niños por favor, en medio de la comitiva. Por seguridad—.

Severus le dio una indicación silenciosa a Harry de que hiciera caso y los demás chicos entendieron el intercambio no verbal, y se pusieron en medio de los adultos en una plataforma que rápidamente se elevó hasta llevarlos al punto más alto de una grada, en cuanto llegaron, vieron que era como una especie de sala, los asientos eran sillones mullidos con pequeñas mesas llenas de bebidas y bocadillos mientras había un grupo de elfos domésticos ya listos para atender cualquier orden.

—El palco diplomático, espero estén satisfechos con sus asientos jóvenes y señores. Adelante, pueden sentarse donde gusten—.

Los chicos no se hicieron del rogar y pronto se había posicionado hasta el frente del palco, siendo franqueados por Arthur y Remus, mientras Severus y Sirius se colocaron atrás de los chicos, Cornelius, el ministro de Bulgaria y Kingsley se sentaron hasta el fondo del palco y parecía que esperaban a más gente, luego de un rato llegaron, Ludo Bagman y Bartemius Crouch, a quienes ya habían conocido el día anterior, solo quedaba un asiento, pero nadie más apareció.

De pronto, Draco vio algo que lo puso más pálido de lo habitual, a dos palcos de donde estaban, estaban sus padres, su madre alcanzo a verlo y lo saludo discretamente mientras enviaba un pergamino hechizado hasta donde estaba Draco, su padre fingió no verlo y jamás volteo. Hermione y Ginny trataron de animarlo, ya que, aunque era un Slytherin, sus emociones esta vez lo delataron.

—Mi padre finge que no existo, ni siquiera debería afectarme—.

—Tranquilo Draco, tu padre solo está enfadado, algún día se le pasará—Insistía Ginny.

—Además, tu madre sí que te ama, te acaba de enviar un pergamino diciendo que te extraña y que espera seas feliz. ¡Y enfrente de tu padre! —Le decía Hermione mientras le daba un abrazo para tranquilizarlo.

Una Serpiente De PelucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora