10.- Las pruebas

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El fin de curso estaba a la vuelta de la esquina, faltaba apenas una semana y Draco Malfoy estaba viviendo el peor día de su joven vida. Si tan solo hubiera sido más maduro y hubiera aceptado que la gente podía rechazarlo aun siendo un Malfoy, si tan solo no se hubiera embarcado en esa absurda campaña contra el jefe de su casa, si tan solo no hubiera estado buscando pelea con Harry Potter, si tan solo... sí tan solo hubiera exhibido más cerebro que el de Crabbe y Goyle, en vez de dejar a ese par como unos genios comparados con él, no estaría en ese momento tan asustado y temiendo por su vida.

Todo comenzó por esa absurda cruzada contra el jefe de su casa, Severus Snape. Desde el día del castigo en el bosque, Malfoy supo que su jefe de casa tenía un secreto muy gordo, y que lo compartía con su "sobrino", Harry Potter. Esto a Malfoy le supo cómo hiel, esperaba que al menos... no sabía exactamente que esperaba, quizás sentir ese mismo apoyo que recibía Harry del que se supone era el jefe de la noble casa de Slytherin, y el "murciélago de las mazmorras" en cambio se "desvivía" por proteger a un Gryffindor.

Después de ese día se obsesiono aún más con el par y se dedicó a seguirlos, esperaba encontrarlos haciendo algo por lo cual meterlos en problemas. ¿Celos? ¿Envidia? Draco se decía a si mismo que no era ninguna de esas dos, la razón por la cual lo hacía, se convenció a si mismo de que la amistad y el cariño no podían existir entre un león y una serpiente, ¡Era antinatural! Y se sentía aún más enojado por la falta de apoyo de su padre. Draco le envió innumerables cartas explicándole lo que él creía que pasaba, y su padre solo le contestaba que no se metiera, que se mantuviera al margen y no hiciera alguna estupidez.

Malfoy ahora entendía perfectamente el concepto de estupidez. Estando frente a un espejo y con un psicópata apuntándole con una varita. Vaya que por fin comprendía la estupidez que fue seguir a Harry Potter y Severus Snape, si se hubiera mantenido al margen, en ese momento serían ellos los que estarían ahí y no él.

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Severus Snape estaba furioso, no con Harry, no con Dumbledore, sino con Flamel. Al día siguiente del encuentro del bosque, Snape había ido directamente a hablar con el director antes del desayuno y le expuso los eventos de la noche anterior, Dumbledore estuvo de acuerdo con Severus en que la figura oscura era muy probablemente Voldemort, pero no estaba seguro de que Quirrell fuera aliado del mismo. "No hay pruebas, Severus", fue lo que dijo el director. Aun así, Dumbledore accedió a enviarle una carta a Flamel y exponerle la situación, sugiriendo que la piedra debía ser destruida.

La respuesta de Flamel fue "tengo que pensarlo", y llevaba semanas pensándolo.

Y eso es lo que lo tenía furioso, mientras el longevo hombre "pensaba", Quirrell podría ya estar encontrando formas de eludir las protecciones de la piedra, y si tenía a Voldemort de su lado, era probable que pudiera hacerse con ella. Y luego estaba el asunto de Harry.

El encuentro con Voldemort, porque a estas alturas a Severus no le quedaba duda de que la criatura del bosque era él; también le había alertado a Severus de que tendría que empezar a entrenar a Harry en magia defensiva, esperaba poder retrasar ese momento un poco más, pero la amenaza sobre la vida de Harry cada vez estaba más cercana, así que los sábados y domingos los empezaron a dedicar a practicar magia defensiva y en un arranque de "quien-sabe-que-paso-por-su-mente", decidió que los amigos de Harry, Ron y Hermione, debían ser entrenados también. Quizás porque ambos eran uña y mugre con Harry, y si algo le pasaba a él, también los afectaría a ellos. Y él no podía permitir que los amigos de su "sobrino" sufrieran daño.

Fue durante uno de esos entrenamientos, luego de los exámenes que Harry se quedó estático en medio de un duelo de práctica, que volteo a ver a su tío como si hubiera tenido una epifanía.

Una Serpiente De PelucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora