13.- Una visita algo accidentada

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El callejón Diagon era en donde se concentraba la mayor cantidad de negocios mágicos en Inglaterra. Desde el emporio de lechuzas, hasta Ollivander's, también ahí se encontraba el banco de los magos, Gringotts, el cual era manejado por los duendes. El callejón era uno de los lugares más fascinantes para ver. Dudley, de la mano de su "tío" Severus y con Harry al otro lado, no sabía para donde ver primero, cada negocio parecía ser aún más fascinante que el otro.

—Tío, mis túnicas ya me quedan chicas, creo que necesito otro par—.

Dudley nunca había visto a su tío y primo con sus ropas de mago, y para evitar preguntas de los demás magos, también le habían puesto una túnica a él. Era genial en su opinión, mucho mejor que sus ropas habituales.

—Entonces primero debemos ir a Madame Malkin para comprarlas. Luego tenemos que comprar lo de tu lista—.

—Creo que Ron y Neville iban a venir hoy a comprar sus útiles también, tío. Si los vemos, ¿Podemos ir con ellos a la heladería? —.

—Preferiría que hoy no se separen de mí Harry, pero si los vemos, los puedo llevar a la heladería si eso quieren—.

Dudley no decía ni pío. En cuanto entraron a Madame Malkin, vio cómo es que tomaban las medidas, las cintas métricas flotaban y tomaban solas las medidas de los clientes, mientras una bruja anotaba las medidas y ajustaba las túnicas a la medida del cliente.

—Buenos días tesoros, ¿Hogwarts? —.

—Si madame, dos por favor. Segundo año—Dijo Harry.

—Muy bien, pasa a tomarte las medidas—.

—¿Y tú tesoro? —.

La bruja se dirigió directamente a Dudley, y este repitió lo que le había dicho su tío que tenía que decir.

—No se preocupe madame, yo estudio en casa—.

Después de un rato, los tres salieron y se dirigieron a comprar la lista de útiles de Harry. Pasaron por la botica de Slug y Jiggers por el surtido para pociones. Compraron pergamino, una balanza nueva, un par de artículos para quidditch ya que Harry estaba en el equipo de su casa y al final, fueron hasta Flourish y Blotts por los libros de ese año. Eso puso una cara seria en Severus y Harry, Dudley se preguntó el porqué de eso, pero su pregunta quedo contestada en cuanto traspasaron la puerta.

Un grupo de brujas estaban formadas con varios libros en las manos, donde se podía ver en las portadas de los mismos a un mago rubio, con un pelo inusualmente ensortijado, y sonriendo de forma, por decirlo amablemente, idiota. En todas las portadas la misma sonrisa. Y para colmo de males, el mismo mago, en carne y hueso; firmando sus libros al frente de la fila.

—Mejor regresamos luego tío—Dijo Harry, con una voz que denotaba su incomodidad.

—Será lo mejor sobrino, vámonos Dudley, quizás sea mejor que vayamos de una vez por ese helado—.

Los tres se dieron la vuelta y se encontraron de frente con un mago rubio, cuyo cabello era casi platinado, de piel pálida y con unos fríos ojos grises. Su porte era aristocrático.

—Severus, mi viejo amigo, así que los rumores eran ciertos—.

—No sé a qué rumores te refieres Malfoy—.

—A qué te has convertido en el "guardián" de Potter. Me pregunto cómo paso eso. Después de todo no eras cercano a su padre—.

—Eso no te incumbe Malfoy—.

—Señor Potter, que modales los míos. Soy Malfoy, Lucius Malfoy, un viejo "amigo" de su tutor—.

—Buenos días señor Malfoy—Harry contesto serenamente y sin emoción.

Una Serpiente De PelucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora