57.- Exilio

6.3K 648 99
                                    

En la casa de Privet Drive, la casa que todos esos años habían compartido Harry y Severus, había un silencio alarmante, el cual fue roto por las llamas de la chimenea que en ese momento empezaron a surgir. Las llamas se tiñeron de verde y la figura envuelta en negro de Severus Prince salió de la chimenea.

En la sala, dormida sobre el sofá, estaba la figura lánguida de Petunia Dursley mientras su hijo le acariciaba el cabello en un intento de darle tranquilidad a su madre.

A Severus se le estrujó el corazón.

—Dudley, ¿Están bien? —.

Dudley tenía los ojos rojos, señal de que estuvo llorando, pero se las arregló para contestar sin que le temblara la voz.

—Todo lo bien que se puede. Recordé el traslador que me disté el verano pasado. Pensamos que era un temblor. Íbamos en un puente para salir de Londres, y el puente... empezó a bambolearse. Papá pensó que era un temblor y salimos del auto. Entonces vimos una nube negra que se dirigía hacia el puente y esta, se dividió y caía sobre el puente. Eran magos. Mortífagos. Fueron directo hacía nosotros y nos lanzaron hechizos, creo que eran aturdidores, no lo sé. Papá se puso en medio y evito que nos dieran a mamá y a mí. Pero capturaron a papá y yo solo... solo... nos saque a ambos de ahí. No sé adónde llevaron a papá—.

Severus se acercó y abrazó al jovencito que había sido su sobrino "de palabra" por tantos años. Dudley entendió por qué su tío lo estaba abrazando. Severus a pesar de tratarlo bien y demostrarle afecto en formas menos "sentimentales", nunca había abrazado así a Dudley, como intentando no romperlo. Dudley supo que su padre ya no estaba en este mundo. Y se permitió llorar un poco más en los brazos de Severus. Su madre había entrado en una especie de shock. Pero seguía viva, solo por eso, Dudley aún no se había derrumbado por completo.

—Dudley, sé que es duro, pero tenemos que irnos. Sospecho que si los localizaron es porque encontraron la forma de romper las barreras mágicas que tenían. Debo llevármelos a Hogwarts y de ahí, decidiremos que hacer—.

—Está bien tío—.

Dudley ayudo a su madre a sentarse y le explico lo mejor que pudo que debían irse. Privet Drive ya no era un lugar seguro para ninguno de ellos. Con algo de esfuerzo, Petunia se levantó del sofá y siguió a su hijo hacia la chimenea. Severus estaba esperándolos ahí con los polvos flu listos.

—Albus modifico las barreras anti-muggles para que ustedes puedan ver el castillo, los ha convertido en invitados del castillo, así que no será necesario que ambos porten un colgante como el que te di, pero sería bueno que lo conserves por si acaso. En cuanto lleguemos al castillo lo modificare para que pueda transportarlos a una ubicación alejada—.

—Está bien Severus—La voz de Petunia se oía cansada, pero estaba decidida a proteger a su hijo a toda costa—Hice lo que me pediste hace tiempo, están en la cocina—.

—Gracias Petunia. No tengas miedo cuando las llamas cambien a verde, estarán a salvo. ¡Despacho del director, Hogwarts! —.

Severus lanzó los polvos flu y Dudley junto a Petunia atravesaron las llamas. Severus espero a que las llamas regresaran a su estado normal y cerró la red flu. Fue primero a casa de Sirius y activo una protección que Sirius y él habían decidido usar como último recurso. Si algún mortífago entraba a la casa, esta implotaría sobre sí misma, llevándose al mago que entrara. Entro luego a casa de Petunia, y fue directo a la cocina por lo que sabía que Petunia había tallado para él.

Muy pocas personas sabían que los muggles tenían magia, una pequeña chispa, apenas una brasa. Eso les había permitido a las "brujas" hacer ciertas clases de magia. Años atrás, Severus le había dado a Petunia la oportunidad de aprender magia, magia que un muggle pudiera hacer. Le enseño runas.

Una Serpiente De PelucheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora