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Estaba saliendo del baño. Aún no estaba segura de ir a la fiesta. Apenas era el principio del verano y los de último año celebraban que ya salieron del bachillerato y están a punto de irse a la universidad. Muchos se van a quedar en la universidad local a ser un estudiante mediocre y más tarde tener un trabajo mediocre.
Maldita sea Clarisa que me obliga a ir a esa condenada fiesta. No quiero realmente ir. Prefiero quedarme en mi cuarto leyendo una de mis tantas novelas románticas, o a escribir poesía o incluso para estudiar para mi examen de ingreso a la universidad.
Mi celular antiguo y rosado comienza a vibrar y a emitir pitidos molestos. Acomodo mi bata morada ajustando el nudo. Corro por el piso de madera con los pies aún mojados a contestar el bendito celular. Si, tal como me esperaba era Clarisa.
-Hola. –Contesto.
-¿Lista? –Pregunta rápidamente.
-Clarisa, la fiesta empieza en dos horas, apenas salí del baño, aún no me arreglo.
-Pues apura que pasaré antes a tu casa. Digamos una hora.
-¿Por qué?
-Para arreglarme contigo. –Hace una pausa para reírse un poco. –Y arreglarte a ti. Con todo respeto no sabes maquillarte.
-Tú me ensañaste, recuérdalo. –Digo a la defensiva.
-Fuiste la peor alumna que tuve. –Dice y después se ríe.
-Adiós Clarisa, nos vemos después. –Cuelgo.
Dejo mi celular en el mismo lugar, ajusto una vez más el nudo de mi bata. Voy a mi armario a escoger la ropa que me pondría para ir a la fiesta. Vi un short que me había regalado Clarisa el año pasado, lo he usado pero solo cuando vamos a la playa o en días de mucho calor. No lo usaría para la fiesta. Saco unos tejanos nuevos, una blusa de tirantes morada y ya.
Poco después de acabar mi labor con mi cabello el timbre sonó. Bajo por las escaleras de madera. Y a través del mosquitero de la puerta veo la cara de Clarisa. Una chica de estatura media, con un cuerpo bello, envidia de cualquiera, su cabello largo y negro. Abro la puerta y Clarisa entra de un brinquito.
-Hola, ya llegue bella. –Dice moviendo las caderas.
-Hola. –Respondo.
Mi madre apareció de la cocina con su delantal aún puesto. Se frotó las palmas en el delantal para limpiarse. Sonrió abiertamente a Clarisa y luego le dio un abrazo.
-Muchachas, ¿si van a ir a la fiesta? –Pregunta.
-Pero claro que si señora Sousa. –Le responde Clarisa.
-Y bien, nos vamos a arreglar. –Interrumpo.
-Muy bien chicas, pero creo que tú ya vienes muy bonita. –Señala lo último a Clarisa y no puedo evitar rodar los ojos.
-Muchas gracias, pero nunca hace mal una manita de gato.
-Ya basta, que vamos a llegar tarde. –Tomo la muñeca de Clarisa con fuerza.
-Te ves muy emocionada con la fiesta, pensé que no querías ir.
Gemí y la jale escaleras arriba. Oí las risas agudas de mi mamá y las risas de Clarisa mientras la acercaba a mi cuarto.
Después de tener una intensa discusión sobre el maquillaje con Clarisa al fin cedió a solo delinearme los ojos. Las sombras, rubor y todos esos no me gustaban, no me sentía yo misma. Me miré al espejo y no me reconocía.
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Bestia
Teen Fiction-No te acerques demasiado. Esta oscuro haya adentro. Es donde mi demonio se esconde. Apreté los labios. El corazón se me subió a la boca. Es cierto, es un demonio, una, bestia. Una historia que le da un giro a la clásica historia del chico malo que...