Capítulo 14

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Estaba tranquilamente dormida en mi cama cuando un portazo me despertó. No abrí los ojos. Me giré sobre mi hombro para darle la espalda a la puerta.

-¡Despierta! –Me gritó clarisa mientras me sacudía

-Déjame dormir. –Dije. –Mi madre se fue a su curso ayer y cuando pienso que podré dormir más me despiertas.

-¿Sabes qué hora es, no?

-No.

-Son las dos de la tarde.

Di un brinco y abrí los ojos. El reloj marcaba las dos cinco. Me reincorporé y me fui al baño a lavarme la cara.

-¿Cómo entraste aquí de todos modos? –Pregunté después de secarme la cara.

-Te conozco lo suficiente como para saber que dejan la llave en una maceta. –Contestó.

-¿Y qué vamos a hacer hoy?

-Ir a una fiesta, nena. Y no puedes decir no.

-No iré. No me gustan las fiestas.

-Anda, el próximo año seremos las mayores y tenemos que armarnos buenas reputaciones

-Arma tu buena reputación mejor.

-¿Yo sola? No quiero quedarme sin mi mejor amiga porque no le gusta ir a fiestas.

-No quiero ir, pierdo preciadas horas de sueño. –Dije haciendo la voz como niña pequeña teniendo una rabieta.

-Puede ir Sat. –Dijo en voz baja y moviendo la cabeza.

-¿Tú crees? –Soné con demasiado entusiasmo.

-Ya chica, déjalo ser. Pero es probable, él nunca se pierde una fiesta de gran magnitud. Tu mamá se fue a un curso, podemos hacer lo que queramos, imagina que estamos en la universidad una noche de viernes, salimos a divertirnos después de la semana de exámenes.

-No lo sé.

-Anda.

-No me dejes sola en la fiesta. Solo eso pido. –Dije rendida. Ella chilló y aplaudió.

-Lo prometo.

-Y a esto. ¿Va a ir Austin y Trevor?

-Austin sí, Trevor no, él sabe que Sat va a esas fiestas.

-Oh.

-Bueno, como sea. Báñate que hueles a oso.  

-Que linda eres.

-¿Yo? –Dijo haciéndose la ofendida. –Yo soy un amor.

-Creo que es solo Austin quien te ve así, ¿Qué le hiciste? ¿Lo drogaste? –Dije con picardía.

Tuve que esquivar una almohada convertida en proyectil. Me metí en el baño y cerré rápidamente la almohada que chocó con la puerta.

Salí del baño con una bata rosa y la toalla amarilla enredada en mi cabello. Cuando salí vi a Clarisa tumbada en mi cama boca arriba llorando. Me estremecí y me le acerqué.

-¿Qué sucede? ¿Estás bien? –Pregunté.

-No, no estoy bien. –Dijo entre sollozos. –Acabo de terminar el libro de bajo la misma estrella.

-Oh, ya lo sé. Tranquilízate.

-¿Por qué Augustus? ¿Eh?

-Ya, es solo un personaje ficticio. Pero si, lloré.

-Tienes razón, es solo un personaje ficticio. -Se levantó y se talló los ojos con los puños. –Y esa es la razón por la cual no leo libros. Bueno, como sea, vamos a arreglarnos.

BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora