Capítulo 39

21.7K 1.2K 80
                                    

Domingo. Me aterra que sea domingo. Es domingo. Mañana, mañana iré de nuevo a la escuela y por primera vez en toda mi vida no quiero ir.

Desperté antes que mi alarma y lo único en lo que pienso es en que hoy es domingo.

Me puse de pie y tomé una ducha. Y me quedo sentada sobre el retrete. Pensando que esto ya acabo. Que ya no podré ver con la misma frecuencia a Asaiah.

Y para colmo hoy, DOMINGO, me va a llevar a no sé dónde.

Bajé las escaleras y mi madre estaba viendo la TV atentamente.

-Mamá.

-¿Sí?

-Voy a salir dentro de un rato.

-¿Ah sí, con quién?

-Sat.

-¿A dónde van a ir?

-Al cine. –Mentí.

-Bueno está bien.

Regresé a mi cuarto y me quedé ahí sentada en mi cama esperando una llamada o algo. Pero nada. Entonces mi celular vibró y me apresuré a contestar.

-¿Lista? –Preguntó con su voz seductora.

-Claro, ¿Dónde estás?

-Afuera, esperando por ti.

-Okey, ya voy.

Baje corriendo las escaleras y me despedí rápidamente de mi madre. Antes de salir por la puerta me di una ojeada frente al espejo para asegurarme que estaba presentable. Tomé la liga de mi muñeca y me hice una coleta. Luego salí.

La quijada se me cayó al suelo. Nunca lo había visto vestido así, totalmente de negro y se veía, más irresistible de lo normal. Unos lentes estilo aviador cubrían sus hermosos ojos y me mostraba la mejor de sus sonrisas. Estaba parado delante de una motocicleta negra, una Harley. Me acerqué y cuando me abrazó su colonia inundó mis fosas nasales.

-¿A dónde vamos? –Pregunté.

-A un lugar que te gustara.

-¿Vamos a ir en esa cosa? –Señalé la moto.

-No le digas cosa a mi bebé y sí, iremos en ella.

-¿No me voy a matar?

-No, se conducir bien. –Lo miré a los ojos y sonreí.

-Quítate los lentes.

-¿Por qué?

-Me gusta ver tus ojos.

-Lo siento, pero como tú llevaras mi casco tengo que proteger mis ojos. –Puse los ojos en blanco. –Vamos, ya.

Subimos a la motocicleta y me coloqué detrás de él. Estábamos tan cerca que podía sentir su corazón latir bajo las palmas de mis manos. Me pasó el casco y me lo puse, era de un plateado oscuro. En cuanto me lo puse arrancó y me aplastó más contra él.

Su cabello ondeaba por el viento. La velocidad incrementó y me comenzó a dar miedo. Nunca he subido a una motocicleta. Apreté los ojos y mis muslos a los de él. Podía sentir la irregularidad del camino y las curvas que daba.

Ya teníamos un buen rato montados en esa cosa pero aun así yo no me atrevía a abrir los ojos y mirar.

La velocidad disminuyo y cuando consideré que era seguro mirar abrí los ojos. El paisaje era verde y estábamos en una colina, en una colina muy alta. Después frenó. Me quitó el casco con mucho cuidado y lo dejó enganchado a la moto. Me tomó de la mano y comenzamos a caminar.

BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora