Capítulo 23

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Estaba dormida en su pecho cuando desperté. Subía y bajaba. Su corazón palpita tan fuerte que lo oigo repiquetear en mi cráneo. Abrí los ojos y pude verlo dormido, con el ceño fruncido pero tranquilo. Me dediqué a observarlo por un buen rato hasta que su ceño se relajó y abrió los ojos.

-Hola. –Le dije.

-Buenos días.

Me soltó de la cintura para tallarse los ojos con sus puños. Aun con las manos en los ojos soltó un bostezo. Nunca lo había visto así. Me encanta.

-¿Y cómo me vas a llamar ahora? –Preguntó después de componerse.

-Como quieras.

-Creo que sería bueno que alguien volviera a llamarme por mi nombre.

-Asaiah. –Probé decirlo. -¿Qué significa?

-Es el nombre de un ángel.

Y con eso entendí por qué no le gusta, es todo lo contrario a su apodo. Es todo lo contrario a él.

-Asaiah. –Repetí.

-Tengo que acostumbrarme, hace años que nadie me dice así. Pero quiero que tú me digas así.

-Asaiah. Me gusta es un nombre muy hermoso.

Sonrió y bajo la cabeza para darme un beso en la frente, luego otro en la punta de mi nariz y luego otro en los labios. De pronto un ruido secó sonó en la puerta. Mi madre. Mierda.

-Christina, ¿estas despierta? –Sonó la voz de mi madre del otro lado de la puerta.

-Asaiah. –Susurré. –Mi madre.

-Saldré por la ventana.

-No te vayas. Escóndete en mi armario.

Ambos nos paramos de un brinco y yo fui a la puerta. Antes de abrirla me aseguré que Asaiah ya estuviera escondido dentro de mi closet.

-Sí mamá. Estoy despierta. –Contesté.

Esperé tres segundos y abrí la puerta. Y ahí estaba mi madre, con grandes ojeras y en su camisón. Sus ojos color miel me abrazaron al instante y me sentí en un ambiente cálido. Los ojos de mi mamá siempre han tenido ese efecto calmante en mí.

-¿Quieres desayunar? –Preguntó.

-Sí mamá. Tengo mucha hambre pero quiero quedarme en mi cuarto. Bajo por el desayuno y luego subo. Quiero comer en mi cama. –Dije fingiendo una sonrisa.

-Estas un poco rara hoy. ¿Estás bien?

-Maravillosamente hambrienta.

-Bueno el desayuno ya está listo por si quieres bajar a servirte.

-Okey.

Bajé con mi mamá y tome un gran plato para servirme varios emparedados de jamón de pavo. Para Asaiah y para mí. Tomé la caja del galón de jugo de naranja y un vaso.

Subí corriendo las escaleras pero con cuidado de no mover demasiado el plato. Entre al cuarto y vi a Asaiah sentado en mi cama.

-Pensé que estabas escondido en mi closet. –Lo regañé y deje el plato en la cama.

-Me aburrí. –Contestó.

Tomó un emparedado y  lo mordió. Masticó y tragó.

-Vi tu ropa interior.

Me enojé y me sentí humillada. ¿Cómo se atreve a hacer eso?

-¿Qué hiciste qué?

-Me aburrí y abrí un cajón y ahí estaba. –Le dio otra mordida al emparedado como si no pasara nada. –Me gustaría verte solo con eso alguna vez.

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