Era temprano en la mañana y mi madre ya en el trabajo. Ya he desayunado y ya he tomado una ducha rápida.
Nunca me ha gustado usar vestidos. Desde pequeña yo he sido un poco más masculina que femenina. Recuerdo que cada domingo en la mañana mi padre y yo salíamos al patio a hacer lanzamientos de baseball o incluso algunos pases con un balón de futbol americano o soccer. He jugado con balones en lugar de con muñecas. Y mis amigos en la primaria constataban de tres niñas y muchos niños.
Ahora se puede decir que soy una mujer, soy adula. Tengo diecinueve años y no soy de las que usan vestidos y van a fiestas. Yo soy de las que usan jeans y se quedan en casa e ver maratones. Me gusta hacer ejercicio pero no mucho. Soy diferente al estereotipo del adolescente.
Y es por eso que no entiendo cómo es que tengo una amiga tan diferente a mí. Y lo más importante, ¿Cómo le pude interesas tanto a Asaiah? Cuando a él le gustan las chicas voluminosas y curvilíneas, guapas.
Mientras que yo. Una chica alta, delgada que apenas se le notan las curvas, cintura pequeña pero sin volumen. (No es que quiera tener mucho) Con cabello semi-ondulado y castaño oscuro, con ojos cafés. Nada fuera de lo común.
Tomé mi Sony Ericsson rosado y marqué el teléfono de Clarisa. Me contestó como siempre a los dos tonos.
-¿Qué sucede, querida y amada mía? -Saludó.
-¿Tienes algo planeado para hoy? –Pregunté.
-Aparte de morir de aburrimiento, no. ¿Y tú?
-Estaba esperando hacer algo contigo.
-¿Conmigo?, vaya, pensé que harías algo con Sat.
De tan solo oír su apodo me sonrojo. Soy la única que sabe cómo se llama realmente. Soy quien lo conoce.
-No, hoy no. –Dije tratando de eliminar mi pensamiento.
-Bueno, ¿Qué haremos?
-Necesito tu ayuda.
-Querida, yo he nacido para ayudarte.
-¿Recuerdas que te mencione que mi madre podría ganar un ascenso?
-Sí.
-Lo tiene. –Dije con orgullo y alegría.
-¡Felicidades! –Gritó. –Qué bueno.
-Lo sé.
-¿Entonces ángel caído de mi cielo, en que puedo servirte?
Y ahí viene. No quiero decirle que me ayude a escoger un vestido para ir a una fiesta. Aunque sé que si no le pido ayuda terminaré avergonzándome a mí y a mi mamá.
-Mañana habrá una fiesta formal, donde le entregaran el ascenso y es fiesta de gala.
-Oh. –Chilló. –Vamos por un vestido mi amor.
-Ya que.
-Me recoges en veinte. Te veo acá.
Estacioné mi coche en el estacionamiento al aire libre del centro comercial local. Clarisa, como siempre se ve hermosa.
Entramos al centro y Clara iba dando brinquitos. Está más emocionada que yo. Entramos a una tienda que estaba en el segundo piso.
Olía a perfume de mujer y canela intenso. Había más de cien maniquíes con distintos vestidos, largos, cortos, naranjas, de un solo hombro. Fue abrumador para mí. Clarisa en seguida me mostro uno largo, rojo y que mostraba una pierna y yo negué enérgicamente con la cabeza.
-Estirada. –Dijo mientras lo regresaba.
Yo no hacía más que dar vueltas en aquella tienda. Clarisa no hacía más que dar vueltas mostrándome vestidos, lindos la verdad pero nada para mí.

ESTÁS LEYENDO
Bestia
Teen Fiction-No te acerques demasiado. Esta oscuro haya adentro. Es donde mi demonio se esconde. Apreté los labios. El corazón se me subió a la boca. Es cierto, es un demonio, una, bestia. Una historia que le da un giro a la clásica historia del chico malo que...