Capítulo 20

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  • Dedicado a Enrique Rvro
                                    

-¿Estas segura de esto?

Estamos estacionados a unos metros de mi casa. No muchos, solo la distancia más segura. Y la verdad no estoy segura de esto pero no hay ninguna otra alternativa. O por lo menos es lo mejor que se me ocurre.

Miré a Sat que estaba en el asiento del conductor. Esta igual de nervioso que yo. Yo nunca he hecho esto y creo que él tampoco. El golpazo que traía ayer se ha hinchado un poco y ha cambiado su tono rosáceo por un tono lila. Resalta mucho en su cara.

-Es lo que hay que hacer. -Le digo.

Entonces arranca mi coche y lo lleva al garaje que sigue abierto. Tomo aire con cada poro de mi cuerpo y me armo de valor para salir del auto.

Ambos caminamos a la puerta y cuando estamos a medio camino (como a unos dos metros de la puerta) me toma mi mano entrelazando nuestros dedos para hacer una red y una conexión que nos den el valor suficiente. O por lo menos así es como lo veo yo. Le aprieto la mano cuando abro la puerta.

Para mi sorpresa parece no haber nadie.

-¿Mamá? -Llamo esperando una respuesta inmediata. Y después de unos pocos segundos recibo una respuesta.

-¿Christina? -Respondió mi mamá desde la cocina.

-Sí.

Mi madre salió corriendo de la cocina con los brazos bien abiertos y un par de bolsas negras bajo los ojos. Al parecer no durmió en toda la noche. Me recibe con un gran abrazo antes de percatarse de que traigo a Sat como compañía.

-Te llame toda la noche. -Dijo con la cara en mi cuello. -No vuelvas a hacer eso.

-Sí, es que deje el celular aquí.

Luego se separó y me miro a los ojos. Su mirada se desvío rápidamente a Sat y su quijada se abrió.

-¿Quién es él?

Tuve que reunir muchísimo valor en muy poco tiempo. Pero lo hice.

-Él es Sat, mamá.

Su quijada se cerró haciendo crujir sus muelas. Lo miro con la mirada más fría que tiene mi madre. Esa mirada que tenía antes de morir mi padre. Hace mucho que no usaba sus ojos así.

-¿En dónde dormiste? -Dijo mi madre de manera calculadora.

Trago saliva antes de contestar para evitar que se interponga en mis palabras.

-En su casa.

La quijada le volvió a caer y ahora sus ojos fríos me fulminaron a mí. Ella está pensando lo mismo que pensó Trevor cuando nos vio y eso no está bien. Joder.

-Mamá. Sigo siendo virgen.

Digo esas palabras como si fueran un ladrido. Rápido y en defensa. Tanto mía como la de Sat. Algo mejora en el ambiente y la semblanza de mi mamá se relaja y al hacerlo yo también lo hago.

-Virgen, eh.

-Sí.

Mire a ver a Sat para ver si seguía nervioso. Pero ahora tenía cara de sorpresa. ¿En serio pensaba que no era virgen? Creo que sí. Bueno no es algo que se vaya diciendo a todos. ¡Oye soy virgen! No. Pero creo que él se ha sorprendido. 

Mi mamá se quedó mirando a Sat otra vez pero con la mirada un poco más relajada. Como si esperara a que él dijera algo pero no dice nada. No me toca de otra que darle un codazo en las costillas para que reaccione. Entonces se dobla. No estaba esperando eso. Gime y después de recuperarse le tiende la mano a mi mamá.

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