Capítulo 19

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Ahora estoy estacionada en mi auto en una calle cercana al club de pelea de Sat. Donde él me dijo que lo esperara. Estaba a punto de subir al cuadrilátero cuando lo llame y él no quería que llegara ahí sola. Yo tampoco.

Suelto un gran suspiro mientras aprieto más mis manos al volante.  Me siento nerviosa, es que no sé cómo explicar nada de esto y ni siquiera sé por qué empezó todo esto.

Pasaron algunos minutos antes de que pudiera ver a Sat saliendo del club. Va sin camisa, todavía. Algunas mujeres salen con él dando saltitos y adulándolo. Siento una punzada de enojo, mínima a toda la ira acumulada que tengo, pero la siento. Una de las mujeres le pasa una playera (todas son como una Barbie de tamaño natural), él se la pasa por la cabeza y se cubre el torso. Suelto el aire en alivio. Se revuelve su cabello oscuro con una mano y eso hace que las mujeres enloquezcan aún más. Ruedo los ojos y trato de mirar a otro lado pero no puedo.

Sat se volteó y les dijo algo a las tipas que no les agrada, porque hacen pucheros y se van. Y agradezco que Sat  comience a caminar a mi auto.  Entró de un brinco y lo miro a los ojos sin decirle nada.

Está cubierto por una leve capa de sudor y tiene un poco rojo (seguramente por un golpe) en su pómulo derecho.

Instintivamente llevo mi mano a su golpe para examinarlo. Él, al igual que yo no dice nada mientras veo la extensión de su golpe.

-No te preocupes por eso. –Dijo con un cierto tono de ternura en su voz. –Estoy acostumbrado.

-¿No te duele?

-Ya te dije que dejé de sentir dolor hace mucho tiempo.

Bajo mi mano junto con la mirada y suelto un suspiro. Él toma mi cara con una mano y la levanta para verme a los ojos. Y me planta un tierno beso en los labios.

-Éstas muy tensa, ¿Qué pasa?

Tomo aire esperando que el oxígeno me brinde el valor y las palabras para explicarle todo esto.

Y le explico todo de la mejor manera que puedo y al hacerlo me doy cuenta de que no era tan difícil de explicar cómo me parecía. Todo eso era más bien por mi enojo y al decirle todo me siento mejor, me siento liberada.

-Y todo eso, ¿por mí? –Dijo el final de mi explicación.

-No es momento para tu egocentrismo. –Le respondí algo irritada.

-No, o sea, que fue solo por el hecho de que tu yo estamos saliendo.

-A mi mamá no le agradas nada.

-No, si tuviera una hija lo último que querría es que saliera con alguien como yo.

-¿Entonces por qué sales conmigo?

-Porque tú eres diferente. Ves algo en mí que nadie, ni siquiera yo lo veo.

No le respondí. Solo me llevo las manos a mi cabello para apartarlo de mi cuello. ¿Cómo le digo que no tengo dónde dormir? Se supone que con toda la explicación de la historia él se tendría que dar cuenta de eso.

-¿Quieres quedarte en mi casa entonces? –Me llama la atención. ¡Bingo! Me dije.

-No tengo donde pasar la noche. –Le repito pero ahora de forma directa.

-Ninguna mujer ha entrado a mi casa.

-¿Y todas esas chicas con las que te acuestas?

-Todo eso pasa en hoteles o en sus casas. La locación varia, pero nunca en mi casa. Mi casa es algo muy íntimo para mí.

-¿Y me llevarás a mí?

-Necesitas mi ayuda. Y además tenerte en mi casa una noche suena tentador.

BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora