CAPÍTULO #11

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CAPÍTULO #11

—Cariño ¿Dónde están los niños? -Emmanuel me pregunta al entrar a la habitación.
Después de hacer el amor le dio hambre y bajo por un poco de flan napolitano (su favorito).
—¿Apenas te diste cuenta? -me burlo de él.
—Están en casa de Irina -Emm me ve mal, mueve su cabeza en desaprobación y me dice su sermón de siempre.
—Cariño, sabes que no me gusta que pasen la noche fuera de su casa. -se sienta en la cama con el plato con una buena porción de flan y un vaso de leche.
—Cariño, solo por esta noche ¿podríamos olvidarnos de los niños? -hago un puchero
—Es nuestro aniversario ¿lo olvidaste? -le pongo mala cara.
—Ya decía yo que algo tenía que estar pasando para verte vestida de esa manera. -se rasca la nuca, yo cruzo mis manos en mi pecho. Me molesta que no le tome tanta importancia a las cosas.
Acomodo mis almohadas molesta.
¿Cómo se puede olvidar de nuestro aniversario de bodas?
—Descansa Emmanuel –digo un hilo de voz dándole la espalda, siento como se levanta de la cama, supongo que va a dejar los platos ala cocina.
Después de unos momentos en silencio le escucho arrastrar los pies al subir las escaleras.
Se acomoda en la cama mientras yo me hago la dormida, me abraza y me dice:
—¡Feliz aniversario nena! -toma mi mano derecha para a continuación poner un objeto que intuyó es una caja, abro mis ojos para ver con emoción que hay en la  caja rectangular de color negro, aunque el tamaño y forma lo dice todo.

Una hermosa pulsera brilla dentro de el, tiene una hermosa piedra verde en el centro que es abrazada por el material de oro blanco de la pulsera, dos piedras diminutas blancas la hacen resaltar.

—¡Es hermoso! -exclamo sin despegar los ojos de la piedra.
—No más que tú mi amor. -toma la pulsera de la caja y la coloca en mi mano derecha.
—Emm es hermosa, pero cariño no puedes...
—Sshh -me pone un dedo en mis labios haciéndome callar —Te lo mereces, puedo y quiero. -me besa castamente mis labios, para reforzar su comentario, no pude hacer nada más que dibujar una sonrisa bobalicona.
Recuerdo el regalo así que de un salto me pongo en pie y corro escaleras abajo. Tomo la caja y vuelvo con Emmanuel que al ver la caja solo sonríe divertido.
—No lo olvidé, solo espero que te guste -le doy la caja y muerdo mi labio con fuerza mientras veo como desenvuelve el regalo como niño pequeño.

Su boca sé abre con sorpresa de inmediatamente arruga la frente. Yo me acerco a él.

—¿No te gusto? Disculpa cariño, pero creí que te gustaría. La otra es vieja y no era original -le explico, el ve la camisa original de su equipo de fútbol favorito.

Un día llego con una playera de ese equipo pero no es original y ya estaba en mal estado así que creí que era una excelente idea regalarle una nueva.

Pero ahora que lo veo tal vez no lo fue... tal vez compró aquella playera fea por económica.

—¡Gracias! Me encanta -comenta, pero no le creo, no la ha sacado de la caja siquiera. No le gusto, tanto que ahorre.

—No es justo Emmanuel. Nunca quedo bien contigo, cada regalo es un fiasco -pongo mis manos en jarra, la verdad estoy desilusionada, yo que creí que le encantaría.

—Nena, eso es por que no necesito nada más. Tengo una hermosa familia, una linda casa y una mujer hermosa a la que amo.. ¿qué mas puedo pedir? -me jala de su camisa hacia él, yo enrolló mis manos en su cuello sintiendo como un hormigueo se acumula en mi vientre....

—Amor -lo llamo mientras termino de arreglarme, siempre es tan perezoso para levantarse
—Cariño, se te hará tarde -camino al otro lado de la habitación en busca de mi otra zapatilla.
Hoy es sábado del ultimo mes, es cuando nos juntamos las chicas para charlar  y despejarnos.

—Emmanuel – lo llamo, pero ni se inmuta. Me veo en el espejo y me agrada.
Unos vaqueros ajustados una camisa suelta y unas zapatillas al tono de la blusa, mi cabello lo llevo suelto en ligeras ondas y un maquillaje natural.

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