Capítulo 14.1

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Estábamos cenando tranquilamente o eso intentaba hacer cuando el sonido de un auto acercándose para después estacionarse  un costado de la casa se hizo presente, reconocí el vehículo, el corazón casi se me sale del pecho cuando de ese vehículo veo salir a mi marido seguido de Estefan.
No sé como explicar lo que sentí al verlo, rabia, temor, necesidad todo al mismo tiempo.
Rabia por todas sus ausencias. Temor a su reacción al enterarse lo que había hecho y necesidad por qué a pesar de todo lo necesitaba más que nunca, me sentía tan sola.

Emmanuel frunce el entrecejo al fijar su atención en Alberto, toma del brazo a Stefan y hace un asentamiento de cabeza en dirección a Alberto, como preguntando
¿Ese quién es?

Mi cuñado adoptivo le dice algo cerca de su oído y vuelven a retomar el paso.

—¡Papá! ...-los niños gritan en coro y corren a los brazos de sus respectivos padres. 

Estefan se inclina hasta colocar sus rodillas en el piso y envuelve a sus hijos en sus brazos. Emmanuel en cambio solo se inclina para dejar un beso en la coronilla de mi príncipe y con una mano aleja a mi princesa cuando ella por accidente mancha su camisa de malvavisco. La diferencia  entre ellos dos es enorme, no hace mucho tiempo Emm era así, cariñoso y expresivo.
Cada noche nos traía detalles, por ejemplo: una noche trajo una piedra que se encontró en la calle, era una roca con forma de corazón y en esta estaba dos pequeñas rocas pegadas a él, según Emm el corazón representaba la unión y las pequeñas piedras eran los frutos de ese gran amor y así era cada noche con objetos extraños y representaciones increíbles, en cambio ahora no quiere  que le toquen por que le arruinan la camisa o el pantalón.

«IDIOTA»

-Hola katrina.

«Ya no es katy o amor, o flaca. No, ahora me dice Katrina»

—¿Como estás? -me toma por la cintura para después depositar un casto beso en mis labios.

«¿Eso es todo? No nos hemos visto desde ayer y solo recibo un triste rosé de labios.

Alberto se pone de pie para acercarse con los recién llegados

-Hola cariño ¿cómo estas? -le contesto en tono meloso ¿por qué? Porque necesito demostrarle a él que lo que pasó entre nosotros no tiene importancia.

Emm me ve extrañado pero en lugar de comentar algo, me acerca más a él, su mano en la bolsa trasera de mis pequeños pantaloncillos acariciaban mi trasero y antes de poder reaccionar, me gira tomando mis caderas, me besó en un beso posesivo, muerde fuertemente mi labio hasta hacerme sangre, al igual que él no me quejo y finjo que todo está bien.

-Te extrañe -me dice acercándose más a mi, yo escondo mis nervios y trato de disimular el temblor de mis manos.

Está molesto, mucho, y no se cual puede ser el verdadero motivo.
Le sonreí mientras le acomodaba el cuello de la camisa, pero al pasar mis manos por el cuello una mancha de color rosa me llama la atención, siento un dolor acercándose a mi pecho y las alarmas de mi cabeza están activas gritando a los cuatro vientos que algo no va bien.

Y esa voz de mi subconsciente aparece para susurrar una y otra vez "Te lo dije"

-¿Me extrañaste mucho o poquito? -me acerco colocando mis manos en su cuello con una falsa sonrisa.

«Que me den el maldito Oscar»

—No sabes cuanto, todo el día he pensado en ti.
—¿Ah sí? -le pregunte nerviosa tratando de dibujar una sonrisa en mis labios mientras, me pongo de puntillas para alcanzar su cuello, siento como se tensa al sentir mis besos en esa parte de su anatomía y descubro él porque.

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