17: Hermanos

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Llegamos a lo que supongo que es la casa de Stella, Clow baja del auto y me lleva con él por el brazo, yo forcejeo.

—¡Me niego a entrar ahí! —Si hay un tiroteo, mi beba puede resultar lastimada—. ¡Enciérrame en el auto, pero por favor, no me obligues a entrar ahí! —Sigo tironeando mientras me empuja—. Clow...

Sonríe.

—¿Por favor? Seguro sabes una forma de abrir el auto, aguántate —dice lo último a modo de orden.

Tiene razón, sin embargo, esto es de vida o muerte.

—Te lo ruego, no quiero que le pase nada a mi beba —insisto, pero me ignora.

¡Maldito desgraciado!

Toca el timbre de la forma más común y luego me mira.

—Mantente callada.

Trago saliva, estoy nerviosa. Stella es una arpía, ella va a deshacerse de mí si el imbécil causa algún error. Abren la puerta, nos dejan pasar, tranquilamente. La mucama dice que avisará de nuestra llegada y se retira.

—Eres un desgraciado, usar el pretexto que le dirás sobre Hermes es...

—¿Qué ocurre con el Señor H? —soy interrumpida por un hombre de ojos verdes, que tendrá unos cuarenta años, aproximadamente, el cual sale de una de las tantas puertas de la sala, tomándose una copa de vino.

Clow analiza la situación y lo nombra de manera seria.

—Señor B.

Un Señor Letra. Un delincuente más, que podría estar en la cárcel y yo aquí parada como rehén, el mundo es injusto. Aunque hay algo que me incomoda en esta situación.

Me está mirando demasiado.

—Clow. —Vuelve la vista al cobrizo—. ¿Tu acompañante es Mercedes Becker, cierto?

¿Y este como sabe mi nombre completo? Bueno, Stella lo sabía, pudo habérselo dicho ella, aunque creo que esto va por otro lado.

—Sí, ¿por? —responde desconfiado.

Yo también lo estaría.

—La hermana de Malya Becker —afirma y me vuelve a mirar, luego sonríe y toma de su copa.

—¿Qué con eso? —Entrecierro los ojos y exclamo desafiante.

—Cuentas pendientes —hace una pequeña risita.

Suena a que me acaban de meter en un lío.

—Lo que tengas que arreglar con su hermana, lo arreglas con su hermana —intercede Clow, aún con el semblante serio.

—Seguro —pronuncia y vuelve a tomar de su copa.

No le creo nada.

—¿Y qué te trae por aquí? —Le regresa el humor y sonríe.

—Stella y yo tenemos los mismos enemigos, las alianzas son buenas —aclara y ya entendí todo.

—Lástima que Stella se vaya a morir pronto —le avisa el sádico y yo empiezo a preocuparme.

El Señor B apoya su copa sobre un mueble que está al lado de la puerta y camina hasta Clow con tranquilidad.

—No deberías estar del lado de H.

—¿Por qué no iba a estarlo? Es mi hermano. —Me sorprendo, ha dicho algo bastante coherente. Si no fuera un violador y el otro no fuera un asesino serial, hasta me parecería lindo lo que dijo.

—Entiendo. —Asiente con la cabeza, estando pensativo.

De repente ambos se apuntan con sus armas, ha sido tan solo un segundo.

—Tú estás del lado equivocado de la línea, Señor B, Stella debe morir.

—¿Desde cuándo te va la familia, Clow? Que yo sepa, siempre has intentado matar a tus hermanos.

—Creo que te estás confundiendo de hermano. —Obviamente, se refiere a Eiden—. Yo con Hermes no tengo ningún problema.

Claro, entre asesinos y locos se entienden.

—Dime, ¿dónde puedo encontrarlo? Y olvidaré esta estúpida conversación —amenaza.

—¡Ja! No te tengo miedo.

—Pero somos dos contra uno. —Aparece Stella con un arma.

¡Mierda!

—Obviamente está en Imperio —miento.

—¿Qué? —exclama Clow confundido y yo le hago una seña con los ojos, entonces entiende y sonríe, siguiéndome el juego—. Gatita traidora. —Luego los mira a ellos—. Parece que no pude ocultarlo.

Ambos dudan de nuestra actuación absurda y mal hecha, pero son convencidos, entonces se retiran. Nosotros fuera de la casa y ellos, supuestamente, a ver si encuentran a Hermes en ese gran casino.

Subimos al auto y suspiro, tocándome el vientre. Por poco y otra vez, no las cuento, pero logré proteger a Danaya.

—He sido bastante precipitado —oigo decir a Clow.

No sé si me está hablando a mí o se lo dice a sí mismo.

—¿Y ahora qué? —Ignoro su comportamiento y pregunto, ya que otra vez maneja el automóvil para otra dirección que no es su casa.

Sonríe.

—Sorpresa.

Odio las sorpresas y viniendo de Clow, las odio más. 

Perversa Oscuridad: Infiltrada (y Encuéntrame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora