16: Parca

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El automóvil negro de Demián se detiene frente a un casino.

"Imperio" dice un cartel enorme. Entonces me doy cuenta, Imperio es conocido, es una gran cadena de casinos, pero Imperio tiene todo en regla. Si realmente es de esta familia turbia, ¿ocultan más cosas que una red de trata?

Es posible. Por algo es una red y acabo de descubrir que no solo es un casino, es ilegal, y además, tiene que ver con la prostitución.

—Y dime, ¿qué piensas? —pregunta el rubio.

—¿Qué pienso de qué? —Frunzo el ceño.

—Nunca imaginaste que algo que pudiera ser ilegal, oculta algo mucho más ilegal que eso. —Sonríe e intenta sacarme información.

Sospecha que soy policía, lo presiento.

—No sé de qué hablas. —Muevo mi vista. Siento sus manos desatarme—. ¿Estás seguro de eso? —Sonrío y lo vuelvo a mirar.

—Hay que pasar desapercibidos mientras entramos, pero sí, estoy seguro de desatarte. —Sonríe también.

Salimos del auto, agarra mi brazo y caminamos juntos. Visualizo su arma oculta en su chaqueta, ya entiendo por qué está seguro.

Al entrar veo las típicas máquinas de juegos, pero apagadas, ya que es la mañana. Sé que el lugar suele abrir a la tarde y cerrar a la madrugada. Es muy famoso por su increíble lujo. La alta sociedad solo viene aquí, aunque he oído que hay una sección para la clase media. Es enorme y silencioso. Visualizo a los guardias, tienen la misma vestimenta que los del prostíbulo. Claramente, ha cambiado mucho todo, pero ahora puedo identificarlos. Esto se debe llenar de gente cuando es la hora, pero no encuentro diferencia a un casino normal. Las mesas de juego, las máquinas, lugar de shows, un sitio para beber y muchas cosas más. No hay nada diferente aún, mientras caminamos.

—¿A dónde me llevas? —pregunto.

—Al subsuelo, ahí está la diversión. —Se ríe.

Continuamos por un pasillo que lleva hasta un ascensor. Entramos y saca una tarjeta en vez de presionar un botón del tablero. La pasa por una ranura imperceptible, si no te fijas bien y no sabes de ella, sería imposible usarla.

El ascensor baja a un piso desconocido y luego de un rato salimos a otro pasillo. Este es igual, pero al final tiene una puerta. Un prostíbulo dentro del casino aparece ante mis ojos cuando la pasamos. Se escuchan gemidos y gritos en las habitaciones. Tengo que aguantar, las salvaré pronto, debo resistir mi sentido de justicia, si hago algo ahora no servirá de nada. Creo que Demián me está probando, quiere saberlo, sospecha que soy una infiltrada.

—Aún no has visto nada. —Sonríe y me empuja, llevándome a otro ascensor.

¿Otro ascensor? ¿A dónde?

—¿Por qué seguimos bajando? —pregunto confundida.

—Me aseguro que el príncipe celeste y el rojo caigan en mi trampa —nombra a Eiden y a Clow por el color de sus pulseras.

En el siguiente subsuelo solo hay silencio, y de una habitación sale frío. ¿Qué es? Parece un congelador.

—Si estás tan interesada en vender tus órganos, los podemos meter ahí cuando te asesine. —Sonríe el macabro rubio.

Apuestas ilegales, prostitución, venta de órganos. Falta que vendan droga y estarían casi completos con toda esa corrupción.

—Me dan asco. —Lo miro con odio.

—Es una red, todo se une. —Se ríe y seguimos caminando en el silencio, hasta que se escucha un grito.

—¡Por favor, por favor! —grita una voz masculina desde una habitación—. Te pagaré, perdóname.

—No puedes pagarme, no hay tal perdón. —Esa voz...

Esa voz la conozco.

Oigo un tiro con silenciador y otro grito más. Evito a Demián, luego corro hasta la puerta, hay algo que me preocupa. Me detengo, entonces lo veo. El miedo se apodera de mí, ni un remordimiento en esos ojos sin alma. El hombre acababa de rogarle y lo mató. Lo sabía, esa parca es peligrosa.

—Hermes... —digo el nombre del hermano mayor de Eiden y me mira sin expresión en su rostro. Es peligroso, muy peligroso. La muerte en persona y también quién tiene a Malya. No puedo temer, pero lo hago. Debo ser cuidadosa—. Te dijo que te pagaría, ¿por qué lo mataste? —pregunto enojada.

Mi sentido de la justicia me va a traer problemas.

—Mintió. ¿Qué haces aquí? —responde corto y hace él su pregunta.

¿Tan simple le parece la vida ajena? Es un mafioso, pero ni siquiera pareciera que tenga una pisca de humanidad. Solo me hace preocupar más por Malya.

—No te importa nada.

—Solo me importa mi dinero. Responde, ¿qué haces aquí? No preguntaré por tercera vez —habla en serio, esa amenaza significa que tiene la intención de matarme, si no respondo.

—Yo la traje —dice Demián, apareciendo detrás de mí.

—Te equivocaste de piso —refiriéndose a dejarme en el subsuelo, donde está el prostíbulo de este casino.

—Prefiero esperar a Eiden aquí —aclara el rubio.

El castaño lo observa con sus ojos vacíos.

—¿Hay algo que ocultas, cierto? —Se da cuenta enseguida, el tal Hermes no es fácil de engañar.

—Solo quiero convencerlo de venderla, nos va a dar mucho dinero, ya hay clientes que la piden y no se la podemos dar por su culpa. —Juega con su ambición, juega sucio, el desquiciado intenta convencer a la parca.

—No te creo, no puedes convencer a Eiden y tu argumento no es válido, dime la verdad —exige y el rubio se pone nervioso, no logra engañarlo.

—¡Hey! ¿Por qué tanto ruido? ¿No es este un pasillo silencioso? —Quien se ha puesto nerviosa, ahora soy yo, al oír otra voz conocida—. ¿Eh? ¿Pero qué tenemos aquí? Gatita... —Clow.

Todos los hermanos se juntan aquí hoy.

—¿Por qué estás aquí? —pregunta el castaño.

—Porque el clon me llamó. —Señala a Demián.

Este rueda los ojos y se queja:

—No soy ningún clon.

—¿O vas a decirme que estás ocultando o voy a terminar por matarte? —Hermes lo amenaza y parece que aunque se lo dice a su hermano, lo dice en serio.

Creo que su trampa se le arruinó al no saber que Hermes estaba en este sitio. Mejor para mí, eso me tranquiliza, Eiden puede estar seguro por ahora. Demián ya no tiene excusas, ¿qué planea para salvarse? Digo, se ha salvado por tanto tiempo, que debe tener un as en la manga, o estoy perdida y revela mi identidad para salvarse.

—Es policía. —Me señala y acabo de acertar.

Cavó mi propia tumba para rescatar su pellejo.

Veo que en un movimiento rápido, Hermes saca su arma y me apunta.

—¿Tienes algo que decir en tu defensa?

¿Tengo una oportunidad? ¿Y ahora qué? Estoy a segundos de morir si no lo logro engañar y se nota que no es fácil. Por primera vez en mucho tiempo tengo miedo por mi vida.

La parca va a llevarme al infierno.


Perversa Oscuridad: Infiltrada (y Encuéntrame)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora