Eiden
La habitación se llena de un humo tóxico, haciendo que comience a toser repetidas veces y sintiendo una sensación horrible dentro de mí, que me hace escupir sangre. Al pensar que voy a morir, me desespero continuando con el tironeo de las sogas, las cuales me lastiman. Entonces me percato, aún tengo la muñequera. Creí estar desarmado, lo había olvidado por completo, estaba cegado por la furia y no me había dado cuenta. Dentro de esta, tengo un pequeño cuchillo oculto, me puedo soltar. Está hecho especialmente para estas situaciones, solo tengo que lograr sacarlo y entonces, estaré libre.
Cuando lo consigo, me levanto de la columna y sonrío.
—Clow —lo llamo—. Te olvidaste de quitarme la muñequera —le aviso triunfante.
Esta vez me las va a pagar. Levanto mi mano mostrándole el cuchillo. ¿Puedo romper el vidrio? Analizo la situación en un segundo, lanzo el arma y lo destruyo. ¡Excelente! La suerte está de mi lado. En realidad el tóxico. Al parecer no estaba calculada un arma blanca dentro del ambiente y ayudó a que se destruyera en mil pedazos el material que nos separaba.
Entre el humo y el vidrio esparcido, mi hermano grita.
—¡¿Pero qué mierda?! —se queja mientras me acerco, pero él es más rápido y me saca a Merche de mi visión, entregándosela a un guardia.
Corro y llego hasta él, aumentando mi voz, furioso.
—¡¡Clow!! —Le pego un puñetazo, partiéndole el labio del odio que siento. Intenta como un cobarde usar su arma, pero lo golpeo nuevamente y esta cae al suelo, perdiéndose en alguna parte de la habitación—. ¡¡Te voy a matar, desgraciado!! —Creo que no estoy en mis cabales. Lo agarro de su chaqueta y lo empujo con fuerza contra la pared—. ¡¡Me tienes harto!! ¡¿A dónde te llevaste a Merche, ahora?!
Sonríe.
—A un lugar donde pueda cogérmela las veces que yo quiera. —Ahora es él quien me golpea y me tambaleo.
Pero la rabia se apodera de mí por sus palabras.
—¡¡Te voy a cortar el maldito pene!! —Lo agarro del cuello y lo intento estrangular.
Él me gira, empujándome contra la pared y me golpea. Me da otro puñetazo y retrocedo para un costado, aturdido.
—¿Qué pasa? ¿Ya te aburriste? —se burla—. Vamos a jugar. —Vuelve a pegarme y visualiza su arma—. Te voy a matar de una vez por todas. —Corre hasta esta—. Nunca la vas a encontrar, porque te vas a morir.
Mierda.
Me apresuro, agarro la única silla que hay en el cuarto y se la tiro encima antes de que agarre el revólver. Lo empujo, estoy olvidando mi prioridad. La rabia la puedo dejar para después. Pateo el arma cuando intenta tomarla de nuevo y respondo a su acotación.
—No si la encuentro primero. —Ahora lo pateo a él y salgo corriendo de la habitación.
No es momento de estar peleando con Clow, tengo que encontrar a Merche. Me movilizo por los pasillos a toda velocidad, reviso cada rincón. ¡¿A dónde se la llevó ese guardia?! No pudo haber ido muy lejos. Abro un cuarto, encuentro mi Arcus, levanto mi arma y la guardo. Mejor estar listo para cualquier cosa.
No hay forma, ¡no está!
Le hubiera cortado el pene a Clow, y por ahí, quizás me lo decía. Cielos, mi oscuridad aumenta en desmedida, sin yo darme cuenta. ¡¿Desde cuándo soy tan sádico?!
Continúo mi búsqueda, hasta llegar a una pista. Veo por la ventana, en el pasto se notan pisadas. Es obvio, se fueron de la casa. Rodeo el pasillo, para llegar a una puerta que me lleve hasta allí y salir. Sigo el rastro, pero lo pierdo cuando avisto la calle. Visualizo el auto al lado de la reja, así que si sigue allí, tampoco es que se fueron lejos.
¡¿Pero a dónde?!
Miro los árboles, hay otro camino por ahí. Este lugar es enorme. Comienzo a correr en esa dirección, visualizo una minicasa al final del sendero. Voy hasta ahí y veo al guardia solo. Levanto mi arma.
—¡¿Dónde está Merche o mi Arcus te recordará lo que es la muerte?! —lo amenazo y él se asusta.
—No... no lo sé.
—¡¿Cómo qué no lo sabes?! —Lo empujo y lo apunto contra la pared de la casa—. ¡¿Está adentro?!
—No... no está.
—¡¿Cómo qué no está?! —Presiono la punta de la pistola en su frente—. ¡Estás mintiendo! —exclamo furioso.
—¡Ella se me escapó, no me mates! —grita asustado.
Me sorprendo y de algún modo me tranquilizo.
—¿Cómo? —pregunto calmando mis nervios.
Necesito pensar con claridad.
—No me defiendo, porque no tengo arma —explica—. Fingió dolor, me confundió y me la quitó.
Sonrío.
—Pillina. —Aunque eso ha sido peligroso, más contando su estado, pero debe estar tan cansada de la situación, ¿qué quién la culparía? Vuelvo a ponerme serio—. ¿Ni idea dónde está?
—Dije que no lo sé, la perdí entre los árboles y aún no la encuentro —explica nervioso.
—Más te vale que no la busques, porque yo voy a encontrarla. Quédate aquí —ordeno y me alejo de él, para ir derecho hasta el lugar indicado.
Camino, paso por los arbustos, los árboles, el pasto, todo lo que se me ocurra reviso. La llamo una y otra vez, pero no hay respuesta.
—¡¡Merche!! —grito nuevamente, pero nada—. Merche. —Suspiro.
Nada, no la encuentro.
Y si no lo hago, Clow la encontrará primero, no puedo permitirlo. Para este momento, ya debió haberse encontrado con el guardia. No puedo perder más tiempo y sin embargo...
Nada.
Continúo caminando y me encuentro con una pequeña cascada de agua cristalina. Forma un arcoíris con el efecto del sol, es bonito. Se oye el sonido del agua, es relajante y entonces, lo noto. El sonido de la salpicadura no es el mismo, hay un ruido diferente en el pequeño arroyo. Miro una enorme planta y al lado de esta, unas manos agarrando aquel líquido cristalino. Me acerco, la visualizo y mi corazón se acelera. Se moja la cara, nerviosa, en especial sus labios. Se los refriega, frustrada, y oigo sus sollozos. Cubre sus lágrimas que están siendo empapadas, con el agua que se echa en el rostro. Aún no ha notado mi presencia y la verdad, me parte en dos verla así.
Una vez que estoy lo bastante cerca, agarro su brazo y la levanto de allí, nuestros ojos se encuentran y sonrío.
—Te encontré.
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Perversa Oscuridad: Infiltrada (y Encuéntrame)
AcciónLuego de haber sufrido un infierno, en aquel lugar oscuro y logrado escapar de la prostitución, gracias a la ayuda de un desconocido, Mercedes, conocida como Merche, ha crecido con una sola idea en la cabeza, atrapar a los culpables. Ahora, siendo o...