12. Tu mismo juego (I)

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Conocí a Tachas en una fiesta clandestina.

No suelo ser devota de asistir a cualquier fiesta pero en esa ocasión, la invitación estaba impregnada en un aura de peligrosidad que le daba cierto atractivo.

El problema es que esa noche llegué sola. Jess y Carter se negaron a acompañarme ya que "el nivel infrahumano" del evento aseguraba que la marca de identificación para entrar sería al menos, una cicatriz en la cara.

Pero igual fui e igual entré.

Ellas sólo me apoyaron en mentir a mis padres, engaño válido en su momento.

Me costó atravesar el enrejado de la tienda o bunker donde se desarrollaba la situación para saber que tendría que huir de ahí cuanto antes, no obstante cruzarme con tipos grandes, musculosos, tatuados y con más de una cicatriz, fumando más de una variedad de cannabis, era algo tentador que me negaba a dejar pasar.

El problema es que a los cinco minutos tenía detrás a cinco mastodontes planeando violarme en cuanto me animase a pestañear.

Me acorralaron en un sector escondido de la tienda marcada por graffitis brillantes y humo en derredor. Creí que estaría perdida, que ya era tarde, hasta que una voz se alistó desde sus espaldas:

-Chicos, es hora de irse porque ella viene conmigo.

Nunca antes lo vi pero su intervención los detuvo.

-En verdad, Rick. No la toquen. Viene con el bombón de Tachitas.

El tipo que respondió al nombre de Rick se dio la vuelta para enfrentar al muchacho:

-¿Seguro no planeas sumarte?-le dijo. Y capté que el tal "Tachitas" si cedía, el tal Rick y todo su grupo de amigos se montaría en una orgía en mi contra.

Pero el chico dejó reposar un brazo sobre el hombro de su amigo y mirándolo fijo a los ojos con un tono cargado de sarcasmo:

-Belleza, sabes que de querer montarme a alguien ahora mismo, tú encabezarías la lista.

Rick de inmediato sintió escalofríos y se apartó de Tachas.

-Suerte que eres amigo de Theo sino ya te habría arrancado la cabeza. –A continuación se dirigió donde sus amigos-: Nos vamos.

Tras unos cuantos refunfuños, los tipos se fueron sin dedicar su mejor expresión al recién llegado.

De no ser que dejaron en evidencia la sexualidad del chico, ya podría haberme dado por muerta para ese entonces.

Aún así no estaba del todo segura de que podría confiar en él...

Se acercó, estiró su mano y me guiñó un ojo tan verde como el moho en las paredes.

-Soy Jacob-se presentó-. Pero también Tachas, alias, "Tu salvación, bebé".


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#MALOS El Origen | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora