Cuentos de hadas

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Rose

La casa de los Granger – Weasley es muy hermosa y espaciosa a pesar de contar solo con dos plantas; es muy sencilla, con grandes ventanas y las paredes pintadas de blanco. Posee cuatro habitaciones, siendo el de la biblioteca el más amplio. No tiene grandes lujos pero en cada uno de los rincones se siente el calor familiar. Los jóvenes llegan junto a su padre por la red flu, con una sonrisa en su rostro por apreciar una vez más el lugar, admiten que lo han extrañado el tiempo que se han mantenido lejos.


A lo lejos, por la puerta cristalina que da pase al jardín posterior, se encuentra una mujer muy hermosa, con su cabello castaño amarrado en un moño alto y unos cuantos chifles que se escapan de él, tiene una blusa blanca, falda hasta las rodillas y tacones bajos; Rose y Hugo no dudan dos veces en correr a abrazarla.


- Niños – recibe la bella mujer a los adolescentes en sus brazos – los he extrañado mucho.


- Y nosotros a ti, mamá – dijeron los dos al mismo tiempo para luego mandarse miradas asesinas.


- ¿Cómo han estado mis pequeños? – pregunta, mientras trata de disimular la risa, ella sabe que les molesta que los llamen así, considerando que son más altos que ella.


- Yo ya no soy pequeño –dice Hugo mientras imita una de las típicas caritas de niño reprendido.

- Nosotros muy bien, madre. ¿Qué tal todo en el ministerio? – responde Rose muy entusiasmada, realmente admirable mucho a su mamá.


- Ajam – interrumpe un señor bajito y gordito que se encontraba a las espaldas de la Ministra, ellos no habían notado la compañía – disculpe señora Ministra, si todo ya se encuentra arreglado es mejor que me retire. Con su permiso, jóvenes – asintió con la cabeza, los chicos sonrieron avergonzados – madame – sonrió a la castaña. Luego se retiró del lugar.


- ¿Quién era? – Preguntó confundido el menor de los Granger – Weasley.


- Uno de esos aburrido que trabaja en el Ministerio – su padre respondió mientras imitaba la forma de caminar tan peculiar del mencionado.


- Oh por favor Ronald – Hermione trataba de controlar la risa – Fatt ha sido muy amable – volteó a mirar a sus hijos para que pararan de reír – saldremos por un mes a la casa de Fleur, ya he enviado sus cosas la semana anterior, no dudaba que aceptarían venir mis pequeños. Ahora viajaremos en este traslador que nos ha brindado el Ministerio – cogió una zapatilla vieja.


- ¿Por qué no iremos en avión? – preguntó Rose; su madre siempre insistía en hacerlo usando la excusa que se apreciaba mejor el paisaje.


- Esas cosas demoran mucho Rosie, debemos apreciar todo el tiempo posible para disfrutar en familia – dijo su padre mientras agarraba junto a su hermano la zapatilla.


- Listo, a la voz de tres. Uno. Dos – sintieron como un gancho que lo tomaba del ombligo para luego arrastrarlos hacia su destino.


Cuando eres hija de la Ministra de Magia debes acostumbrarte a viajar de esta manera, ya que tiempo es lo último que se tiene. Su hermano, su madre y su padre caían con elegancia pero, como era lo último que le faltaba, Rose terminó estrellándose de narices en la hierba cubierta de nieve.

15 pasos para conseguir una esposa (al estilo del ESCORPIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora