Un corazón roto

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Lily


Se miraba una y otra vez frente al espejo del baño mientras cepillaba con delicadeza su largo cabello. Tenía una hermosa sonrisa dibujada en su rostro. El vestido moldeaba perfectamente su cuerpo, decidió no llevar consigo bisutería, ya que por sí la pedrería escarlata de su traje la hacía brillar. Se tomó todo el tiempo del mundo en recoger su cabello en un moño suelto, dejando caer dos mechones a cada lado de su fino rostro; cogió un pequeño broche de mariposa y se lo colocó a un lado del peinado, no prestaba atención a nada ni nadie, estaba sumergido en su mundo de felicidad.


Salió hacía su cama, donde la esperaba los zapatas de taco alto (para darle altura y elegancia), sus compañeras de cuarto le reclamaban por la falta de consideración demorándose en el baño, ella simplemente las ignoraba. Tras colocarse el calzado bajo hacia su sala común, dispuesta a travesar el retrato de la dama gorda.


- ¡LILY! – gritó fastidiada una castaña – que bueno encontrarte, oye, ¿sabes por qué Rose no me ha enviado ninguna carta?


- Polly – le sonrió, de una manera que solo si se encontraba sumergida en la eterna felicidad lo haría – segura está ocupada – no quería pelear, solo salir de ahí de una vez por todas.


- Tan ocupada para no responder mis cartas – refunfuñó por la bajo, como no tuvo respuesta alguna decidió dejarla ir.


La pequeña salió con paso ligero, parecía una pequeña mariposita dorada que revoloteaba por el jardín en plena primavera. Entonces lo vislumbró, a él, a su príncipe; tras verla le sonrió de una manera cálida y le estiró su mano para que la tomara, sin dudarlo aceptó.

 Entonces lo vislumbró, a él, a su príncipe; tras verla le sonrió de una manera cálida y le estiró su mano para que la tomara, sin dudarlo aceptó

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6 años y algunos meses atrás


Estaba enfadada, ni el hermoso vestido rosa (color que tanto amaba), el peinado de princesa, la tiara plateada, la cantidad de dulces y regalos, podía hacerla cambiar de humor. ¿Por qué estaba tan molesta la pequeña Lily?


Era su cumpleaños, recién cumplía 9 años, le faltaba 2 para asistir al tal mencionado Hogwarts. Sus hermanos estarían ahí divirtiéndose junto a sus primos, y ella aquí, sola, aguantando a Hugo. ¿Por qué no invitaba a más amigos? Sus compañeros muggles de la escuela donde asistía nunca entenderían que su casa era invisible para los residentes de la vecindad, ni tampoco los objetos encantados que en ella se custodiaba; "los muggles mi cielo, tienen tanto miedo a lo desconocido, lo irreal, lo fantástico, que suele asociarlo con una amenaza", aun así las palabras de su madre no la consolaban en nada.

15 pasos para conseguir una esposa (al estilo del ESCORPIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora