Scorpius Malfoy lleva enamorado de la prima de su amigo por casi 7 años.
Tras un pequeño incidente consigue una revista muggle y se deja llevar por los consejos de esta.
¿Podrá el joven hurón albino conseguir sus propósitos?
Es un Malfoy, no...
Se encontraban en terreno de los leones; tenía que arreglar las cosas con Hugo, la amistad con el muchacho para él era muy preciada y no podía terminar el año sin quedar en buenos términos.
Su cabello rubio se encontraba despeinado y el uniforme maltrecho, muy pocas veces se encontraba bien vestido, ¿y para qué? Si eso hacía Lyssander, debía buscar la manera de que lo dejaran de comparar con su perfecto hermano.
- Oye, Scamander – escuchó la voz de uno de sus amigos. Se dieron el encuentro en una de las esquinas, saludándose con su típico choque de manos.
Aprovechando que su acompañante era león, usaría la excusa para entrar a su sala común y encarar al joven Weasley. Conversaron cosas banales.
Al doblar en una de las esquinas, su compañero le doy un suave codazo.
- Mira, Lorcan, ese acaso no es el mortífago – señaló a un punto fijo – míralo, ese condenado tiene buen jale por su asquerosa reputación.
- Wow, con Chapman – sonrió, le daba gracia ver al platinado como un conejo sin salida.
- Creo que ella solo está jugando, probando que lo puede tener a sus pies – se acercaron sutilmente para reírse de la cara del joven Malfoy.
- Bueno... - antes que pudiera decir algo, pasó todo muy rápido. Lily, su Lily, había salido en defensa de ese. ¿Y lo peor? Que irían juntos al baile, ¿es acaso que ya todo estaba perdido?
Se retiró molesto de la situación, quizás hable con Hugo en vacaciones.
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Lorcan & Lyssander
¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.
Leía una de sus partes favoritas del libro "La vida es sueño" del escritor muggle Pedro Calderón de la Barca. A él le gustaba la tranquilidad y las suaves brisas de primavera. Sentado cerca de una ventana, con el silencio que tanto apreciaba, repetía las mismas palabras que leyó una y otra vez. Era todo un romántico, un soñador... pero ojo, no se lo vayan a contar a nadie, que sin dudarlo lo negará.
¡Prum! Se escuchó el golpe seco que hizo la puerta al cerrarse. Soltó un suspiro, era consciente de lo que se acercaba.
- ¡Lyssander! – su hermano se encontraba molesto, lo captó en su mirada. Lo conocía muy bien, no por algo lo ha analizado minuciosamente todos estos años.
- Baja la voz, Lorcan – cerró el libro delicadamente.