/ La historia será contada desde el punto de vista de Lali :) /
— ¡No pienso ir a un reformatorio! — le grité de nuevo al director del instituto.
— Va a ir Espósito. Ya la he perdonado muchas faltas. Pero la de pegar a uno de los cuidadores y mandarlo directo al hospital requiere una expulsión. Así que se va directa al reformatorio.
— ¡No soy una delincuente! — le volví a gritar, frenética.
— ¡Sí lo sos! Sos una auténtica delincuente juvenil.
Cristina, la trabajadora social, esperaba atrás de la puerta para llevarme en el auto al Reformatorio para Chicas. Yo la miré, cómo pidiendo auxilio. Ella me había traído al orfanato cuando era pequeña. Me conocía bien, y sabía perfectamente que yo no era una delincuente. Pero hoy, no decía absolutamente nada.
— ¡Por favor! — volví a gritarle suplicando.
— Llevesela por favor, señorita Morena.
Cristina me agarró cuidadosamente por el hombro y me obligó a levantarme del asiento. Comencé a derramar lágrimas. Absolutamente todo en mi vida me salía mal: se moría mi mamá, me mandaban al orfanato, después me trasladaban de orfanato, después al instituto... y ahora al reformatorio. ¿Podía haber algo peor?
Cristina me sacó de la sala y me sentó en el banco que había afuera. Varios de mis compañeros pasaron por mi lado y comenzaron a reírse de mí señalándome con el dedo. Yo me enfurecí aún más y me levanté del banco gritándoles:
— ¡Quieren quedarse sin dientes antes de irme!
Micaela, una de mis enemigas y la favorita del director me gritó:
— ¡Hácelo! ¡Ya estás en el reformatorio! ¡Cuando seas mayor de edad terminarás en la cárcel delincuente!
— ¡Y vos en el psiquiátrico enferma!
— ¡Agresiva!
— ¡Zorra!
Cris se fijó en Micaela y con mirada tranquilizadora la dijo:
— Ya ha sido bastante por ahora, vayan a sus cuartos y déjenme hablar con Mariana tranquilamente por favor.
Micaela y sus secuaces fueron hasta las escaleras y comenzaron a subirlas, mirándome aún. Cris posó los ojos en mí:
— Vamos a hacer algo. Pero me tenés que prometer que tu comportamiento va a cambiar radicalmente a partir de hoy Lali, ¿de acuerdo?
Asentí con la cabeza.
— Voy a proponerle al director que te quedes en mi casa hasta que cumplas los 18 años y tengas un trabajo y un hogar digno para vivir.
— ¿Me vas a adoptar?
— Algo así. Ya sabes que en mi casa tengo a varias chicas sin hogar viviendo. Todas han tenido problemas en los orfanatos e institutos en los que han estado, y parece que un hogar y mucho cariño las han cambiado. Podríamos probar lo mismo con vos, ¿te parece?
Volví a asentir. Me sentí muy feliz en aquel momento.
— Bueno, voy a comentarlo con el director. Quédate acá y no hagas nada malo hasta que vuelva — Cris me dio un golpe cariñoso en la pierna y volvió al despacho para hablar con el director.
Unos 20 minutos después, Cris salió con una sonrisa en la boca y el director atrás, pero sin sonrisa, más bien con cara de amargo, la careta habitual de siempre.
— Subí a arriba a por tus cosas mi amor, te venís conmigo.
Sonreí feliz y abracé a Cris:
— Gracias, ahora mismo bajo — dije dejando a Cris y subiendo rápidamente hasta mi cuarto. En él, metí rápidamente mis pocas pertenencias en una bolsa, ignorando también los comentarios de Mica y sus amigas.
Al acabar, miré al cuarto, un poco triste por mi abandono, y después miré a Mica, con una sonrisa malvada:
— Espero que no seas vos la que acabé en un reformatorio. Yo me voy a una residencia con chicas y con Cris, la trabajadora social — sabía que Mica se estaba muriendo de celos. Pero me daba igual, era tan mala que se lo merecía.
Salí cerrando la puerta despacito y bajé las escaleras corriendo.
— ¡Lista Cris!
— Muy bien, vamos al auto. Hasta luego señor Donatelli.
— ¡Chau! — me despedí yo siguiendo a Cris hasta la puerta.
Al llegar a la casa de Cris, pude comprobar que vivía en una de las mejores zonas. Su casa era algo más pequeña que el resto, pero era muy moderna.
— Acá vas a vivir todo el tiempo que sea necesario — me dijo abriendo la puerta de su casa. Yo pasé y vi a cuatro chicas sentadas en el sofá charlando. Cuando me vieron dejaron de hablar y se levantaron para saludarme.
— ¡Hola, soy Eugenia! — dijo la chica de ojos verdes y pelo rubio abrazándome y dándome dos besos cordialmente. Debía tener mi edad, unos 14 o 15 años.
— ¡Yo soy Rocío! — dijo la otra chica rubia de ojos marrones, más o menos también de mi edad.
— Yo me llamo Daniela — dijo la chica castaña de ojos claros.
— Yo soy Guada — dijo la nena más chiquita, la cuál debía tener 8 o 9 años.
Sonreí y decidí presentarme:
— Yo soy Mariana, pero pueden decirme Lali, y tengo 14 años, casi 15 — miré a Cris sonriendo —. Vengo del Instituto de Menores y he tenido bastantes problemas allí. Espero que acá pueda llevarme bien con todas ustedes chicas.
— ¡Obvio qué te vas a llevar bien Lali! — exclamó Cris. Después nos abrazó a todas con fuerza.
Estaba segura, de que ese si que iba a ser un verdadero hogar.
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El Perfume - TERMINADA
FanfictionElla, una pobre huérfana de 15 años. Él, un nene rico de 16 años. La última vez que se vieron, ella tenía 5 años y él 6. Eran amigos, los mejores amigos... pero por culpa de sus familias, se distanciaron. Una auténtica historia de Romeo y Jul...