La verdad, es que sí que dio miedo. Una vieja loca y fantasma, que te cortaba la lengua si te escuchaba gritar cuando soñabas con ella. Más de una vez tuve que abrazarme a Peter con mucha fuerza, y la verdad, era que así no me daba tanto miedo. Él me miraba, me sonreía, y también me abrazaba.
— Es que es muy terrorífica, ya te lo dije — me dijo cuando terminó.
— Sí, y el final nunca me lo hubiera esperado — dije sonriendo, aunque aún estaba un poco nerviosa tras haber visto esa tortura maléfica durante una hora y media.
— No... Eso mismo dije yo cuando la vi por primera vez. ¿Vas a querer que te lleve a casa verdad?
Asentí con la cabeza, aunque no sabía que era lo que me daba más miedo, si Peter manejando un auto y la malvada y vieja Mary Shaw y sus muñecos espeluznantes.
— Vamos — me ayuda a levantarme del sillón y abre la puerta para bajar por las escaleras.
Mientras vamos bajando, le digo:
— ¿Estás seguro de que tu papá no va a darse cuenta de que le agarraste el auto y las llaves?
— No, seguro que no. Tardaran un buen rato más en venir.
Miré el reloj de pared: ¡LAS 22:30 DE LA NOCHE! Esta noche Cris me iba a matar seguro.
— Es muy tarde.
— ¿Es que la señorita tiene que llegar a casa antes de las 12 cómo la Cenicienta?
— No es por eso — dije un poco molesta —, es que seguro que ya cenaron.
— ¡Oh! — exclamó Peter —. Si es por eso no hay drama, podemos parar por el camino a picar algo en algún lugar que te gusta. ¿Qué tal el americano de la Calle Boston? Sus hamburguesas son las mejores de todo Buenos Aires.
— ¿Vos querés que Cris me mate en serio? No hay que perder más tiempo en serio...
— Entonces vamos al auto.
— ¿Y si mejor hacemos la ruta caminando?
— Dijiste que no podemos perder más tiempo.
Verdad. No me quedaba más otra que obedecer por una vez a Juan Pedro Lanzani.
Fuimos al garaje y subimos al auto. Peter arrancó el auto y comenzó a manejarlo. Aunque al principio empezó despacio, a medida de que íbamos recorriendo la enorme avenida, tomó mucha velocidad. Me aferré fuerte a la puerta, tenía la sensación de que me iba a salir por el cristal.
Peter manejaba como loco. Giro a un lado, giro al otro, sin cuidado. Por un momento, casi nos salimos de la carretera y nos metemos en la acera. Siento nauseas y ganas de bajarme del auto de inmediato. Estaba muy pálida.
De repente, un anciano cruzó por el paso de peatones. Nosotros íbamos muy muy muy deprisa, y a Peter no le dio tiempo a frenar. El anciano iba muy lento... lo peor fue, que a los pocos segundos, habíamos atropellado al pobre hombre. Pero en vez de frenar, Peter siguió para delante.
— ¡¿Qué has hecho loco?! — le grité —. ¡Pará el auto! ¡Vamos a acabar los dos en un reformatorio! ¡Pará ya!
Peter frenó en seco. Yo me bajé del auto de inmediato y caminé por el medio de la poca transitada carretera hasta llegar al anciano. Menos mal que estaba vivo, solamente se encontraba tirado en el piso con alguna que otra magulladura. El único que había sufrido daños había sido su bastón de madera.
— ¡Voy a denunciarlos! — me gritó el hombre, ni siquiera me había dado tiempo a ayudarle a levantarse.
— Espere, yo no fui — dije agarrándole del brazo con cuidado para ayudar a levantarlo. El hombre se levanto y sin darme las gracias volvió a gruñir:
— Casi me mata tu novio.
— ¡No! ¡Qué va! ¡No es mi novio, es mi amigo!
— Venían borrachos — insinuó el hombre —. Echame el aliento.
— ¡Déjala en paz! — gritó Peter desde atrás —. Si no le hemos hecho nada, vamos Lali, vas a llegar tarde a casa y Cris te va a retar.
— ¡Voy a denunciarles de verdad! Tengo memorizada la matrícula, seguro que ni siquiera es tuya, ¿cuántos años tenés? ¡Sos menor de edad seguro! — nos gritó de vuelta a Peter y a mí.
— No le importa, vamos Lali.
— No nos denuncie por favor, fue un error. No tenía a nadie que me llevara a casa y vivo lejos...
— ¡Sí! ¡Una chica de esta edad no puede transitar sola por acá a estas horas! ¡Usted tendría que estar ya en la cama!
— ¡Sinvergüenza! — le gritó el señor a Peter —. ¡Maleducado!
— Ni se le ocurra volver a decir eso, puedo denunciarle yo a usted, y mis papás son abogados, tienen muy buenos contactos dentro del juzgado.
— ¡¿Y a mí que me importa?!
Yo directamente pasé del tema y me fui caminando de nuevo al auto, rezando porque aquel hombre no nos denunciara y no me mandaran de vuelta al reformatorio, ¿cuando tendría por fin una vida tranquila?
Peter me siguió y se sentó a mi lado en el auto. Bajó la cabeza y murmuró:
— Lo siento mucho...
— Da igual ya, llévame a casa. Se lo voy a contar a Cris, así el castigo será menos.
— ¡No! ¡Nunca! ¡Ni se te ocurra hacerlo Lali!
— Es mi tutora, tengo que hacerlo. ¡Las huérfanas no tenemos papás abogados que les sacan de los líos al toque! ¡Ahora por favor, llévame a casa!
Y finalmente llegamos al Hogar. Por fin en casa, y segura. Pero, antes de bajarme del auto, Peter recibió una llamada, ¿y si era la policía? Mis piernas empezaron a temblar sin parar:
— ¿Si? - Peter atendió —. Dios, sos muy densa nena, no quiero nada más con vos — paró —. ¿Qué? ¡Estás loca estúpida! ¡Ese bebé no es mío! — palidecí aún más de lo que estaba —. ¡Estás loca María! ¡Tengo 16 años, no quiero un bebé ahora! ¡No! — y Peter cortó la llamada.
Ni siquiera lo miré y bajé del auto rápidamente. Hemos atropellado a un anciano, y para poner la guinda a la noche, me enteró de que el amor de mi vida va a tener un bebé. Un bebé que no es mío. ¡Esto si que era una noche del terror!
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El Perfume - TERMINADA
FanfictionElla, una pobre huérfana de 15 años. Él, un nene rico de 16 años. La última vez que se vieron, ella tenía 5 años y él 6. Eran amigos, los mejores amigos... pero por culpa de sus familias, se distanciaron. Una auténtica historia de Romeo y Jul...