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Una semana después:

Narra Peter:

Y por fin estaba en Boston, en uno de los mejores colegios del mundo, estudiando. Y por lo menos, ya no me estaba acordando ni de Lali ni de María, que eso era lo mejor.

Aunque también me costaba no pensar en el posible embarazo, o en mis tiempos pasados con Lali. Lali, ella fue mi primer amor, mi primera novia, mi primer beso, pero por culpa de su mamá, todo se fue a la mierda.

Por culpa de su mamá y también de sus mentiras, para que escasear en palabras.

Mientras, en el colegio, hablaban un alto nivel de inglés, pero como yo había estado estudiando tantos años en Londres, no tenía ningún problema para hablar el idioma. Las clases de momento eran fáciles, pues el nivel de estudios era menor que en el Rockland, y también había algunos chicos argentinos, por lo que ya tenía hechos algunos grupos de amigos con los que salir, hablar, o estudiar en caso de época de exámenes.

Mis padres me habían dejado muy felices en el aeropuerto, en cambio, mi hermano se había quedado bastante triste. Sabía que me iba a extrañar muchísimo, el pobrecito, pero yo ya había tomado mi camino, y iba a quedarme a estudiar acá. Pasara lo que pasara.

-...-

Narra Lali:

Las cosas terminaron muy mal. Me internaron en el hospital después del desmayo. Decían que estaba muy baja de defensas, de peso, tenía anemia..., al menos, eso es lo que me contó Cris cuando entró al verme después de hablar con el doctor. Pero que seguro, me iba a poner bien y iba a poder regresar bien sana a casa.

Eugenia, a mi gran amiga la expulsaron del colegio por falsificación de la firma y robo. Ella no había robado, pero Candela la acusó con robarla un anillo de oro, y se lo escondió en la taquilla a través de la rejilla. Pobrecita, dudaban si dejarla la tutoría de ella a Cris o pasársela de nuevo al estado, y en la segunda opción lo más probable era que terminara en un reformatorio, y todo por culpa de Nicolás, el chico del reformatorio que tanto la gustaba. Y el que la había metido en el problema de la falsificación de la firma.

Yo mientras todo eso pasaba, esperaba con ansia una llamada o un mensaje, un lo que fuera, de mi queridísimo Juan Pedro Lanzani, de quién no sabía nada desde el día del desmayo. No sabía ni siquiera como había llegado a Boston. Era todo tan duro y complicado, tan extraño que de la noche a la mañana hubiéramos pasado de la amistad a ser de vuelta unos completos desconocidos como aquel día en que nos vimos por (probablemente) primera vez en la perfumería.

En fin lo extrañaba muchísimo... Lo necesitaba de verdad. Estaba enamorada y tenía que admitirlo. Juan Pedro Lanzani, el cheto, el consentido, el hermoso, el popular... era el amor de mi vida. El auténtico amor de mi vida.

El Perfume - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora