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— Bauti solo nos estábamos besando, te lo dije mil veces.

Respiré tranquila de nuevo, tal vez Peter estaba diciendo la verdad y no lo había hecho con María. Aunque, claro está, no había nada seguro.

— Sí, sí. Claro hermanito. Contame lo que quieras que no te creo nada — Bauti largó una carcajada. Me hubiera encantado saber la verdad en ese momento. Pero, yo no tenía la suficiente confianza como para preguntarle a Peter: "Oyes Peter, ¿perdiste la virginidad ya?". ¡Oh Dios! ¡Qué horrible pregunta! Ni loca le preguntaba eso.

— Mejor subamos Lali, dale — Peter me agarró por el hombro y me sacó del salón. Giramos la primera esquina a la derecha y subimos por las escaleras hasta la planta de arriba.

— ¿Cuántas plantas tiene la casa? — pregunté curiosa.

— 4. La de más arriba es una especie de sala de cine y juegos. Y la de más abajo es un trastero. Allí también hay cuartos de servicio, en los que duermen los que limpian y la cocinera.

Obviamente, el servicio. No era tonta Lanzani.

— Uau, es enorme — comenté, haciéndome la sorprendida. Aunque en verdad, algo lo estaba, pero exageré.

— ¿Si verdad?

— Sí, aunque en verdad, aunque no te lo creas, yo estuve en un orfanato con 6 plantas. Había un sótano, luego la planta con el cuarto de la directora, nuestros cuartos de trabajo y estudio, y el cuarto de las dos cuidadoras que había, y después 4 plantas llenas de nenas y nenes.

— ¿Te echaron como de costumbre?

Asentí con la cabeza. Íbamos conociéndonos ya.

— Mala conducta ya sabes, en los orfanatos o e llevas bien con la gente, o te mandan afuera por mala conducta. Y no solo eso, también está cuando te empiezan a decir que sos una basura, que vas a terminar presa por ladrona, prostituta o asesina. La vida de los huérfanos es así, para que sepas.

— Sé bien que vos no vas a ser ninguna de esas tres cosas — Peter sonrió —, sos una muy buena chica, sé muy bien que lo sos.

Sonreí, Peter había empezado a ser muy bueno conmigo. Y la verdad, es que era mucho mejor así.

— ¿Qué querés hacer? — me preguntó Peter haciéndome pasar a su cuarto —. Jugar acá al monopoly o algo, o ver una peli en la planta de más arriba.

— ¿Tenés alguna película de terror?

— Obvio que sí, si me encantan. ¿Querés ver alguna?

— Sí — respondí.

— Espero que no seas cagona. Ven, subamos arriba — me agarró de la mano y subimos a la planta de arriba. El lugar era enorme, era una habitación entera, excepto que en la esquina del final había una especie de cubilete, supongo que era el aseo.

Peter abrió entonces un armario en el que había por lo menos 5000 películas. Las tenía ordenadas por género. Directamente fue a las del género de terror.

— Acá tiene que estar la de Billy... — rebuscó por un rato y finalmente la encontró —. Acá está — dijo sacándola del montón —. Es de un muñeco llamado Billy, da bastante miedo, ya verás como te va a gustar.

— Sí, mira que no me asusto con facilidad, ¿eh Lanzani?

— Con está vas a morir de miedo.

— Bueno, que luego tengo que ir sola a casa, y caminando.

— Dijiste que no te asustas con facilidad — Peter rió —. De todas formas siempre está el auto de mi papá...

¿Cómo?

— No me digas que... — pero Peter me interrumpió.

— Sí, sé manejar. Pero nadie lo sabe, ¿eh? Así que si te da mucho miedo, te puedo llevar a casa de vuelta.

— ¿Y si nos pesca la policía? — pregunté algo asustada. No quería que Cris se enojara y yo terminara en el reformatorio.

— No tonta... Lo hecho cientos de veces y nunca me han pillado. ¿No ves que tengo cara de mayor?

— Re, parezco tu hija y todo — le respondí sarcástica.

— Lali, no va a pasar nada, ¿de acuerdo? Sino, te podes ir sola a casa y listo...

— Confiaré en vos, pero si no me da miedo, pues me voy yo sola caminando... — aunque, la última opción, no era la más segura de las dos.

~Una llamada muy muy tétrica~

— Tenés que mentirle por favor.

— ¿De qué manera?

— Mi hijo me dijo que hicieron el amor hace un par de meses. Te puedo dar una buena cantidad si decís que estas embarazada.

— ¿Cómo?

— Sí, tenés que decirle a mi hijo que estas embarazada de él.

— Siento decirle que ni siquiera nos corrimos.

— ¿Y qué? Necesito que se aleje de la huérfana maloliente.

— La conozco a esa chica, y le aseguro que no es mala.

— Bueno, si no le mentís, puedo hacer que te expulsen del colegio, y creo que eso te daría aún peor reputación, vos elegí.

Hubo un silencio y finalmente la chica dijo:

— Acepto.

— Muy bien.

El Perfume - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora