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— ¡Mierda! — escuché decir atrás mío —. ¡Nos toco con la huerfanucha en el grupo Pablo!

Me di la vuelta y clavé los ojos en él: Juan Pedro Lanzani, el cheto ataca de nuevo.

— ¿Algún problema Lanzani? — le pregunté cruzándome de brazos.

— Por mí no — dijo Pablo sonriente —. Prefiero que me toque con vos que no con ora idiota de tu clase.

— Más vale que no seas una vaga haciendo el trabajo, porque sino, yo mismo le voy a decir a la profesora Marini que te echen del colegio y te saquen la beca. En este colegio, las decisiones mías y de mi familia tienen mucho peso — después agarró a Pablo del brazo y se marcharon ambos.

Suspiré mirando a Euge:

— Me toco con Lanzani.

Euge estalló en carcajadas:

— Los ruegos no valieron de nada Lalita.

— A mí no me hace ninguna gracia. Menos mal que el bueno de Pablo también está en el grupo, sino tendría hasta ganas de ahogarme con la almohadita.

— A mí me toco con la novia y con un tal Benjamín Vicuña... a uno no le conozco y la otra me cae mal desde que la vi aquella tarde en la perfumería, así que no te quejes Lali.

— ¡A NOSOTRAS NOS TOCÓ JUNTAS! — gritaron Dani y Rochi a la vez.

Mierda... Ellas sí que habían tenido suerte. ¿Y yo? Ahora que iba a hacer con el estúpido de Juan Pedro en mi mismo grupo? Su comportamiento bipolar hacia mí no me gustaba nada. Él otro día estando a solas con él me trató re bien, y cuando estaba con la novia o los amigos me trataba mal.

Y a la salida, desgraciadamente me los volví a encontrar, a los tres:

— Lali, si querés mañana empezamos con el trabajo en mi casa — comentó Pablo sonriendo.

— De acuerdo — dije yo. 

— Bañate antes de venir — me dijo Peter dándome una palmadita en el hombro.

En ese momento, me volví loca. Ya no aguantaba más... Mi paciencia tenía un límite y esa vez, Juan Pedro Lanzani ya la había superado. Le agarré de los hombros y le pegué un empujón. Él entonces, se cayó al piso. Después le pegué un par de piñas en la cara. Todos los chicos que andaban por allí, se arremolinaron a nuestro alrededor.

— ¡Vamos Lali! ¡Enséñale quién manda! — escuché que me decía Rochi.

— ¡Pará Lali! ¡Te vas a arrepentir! — gritó Pablo.

Pero yo estaba enfurecida, le pegué un par de piñas más cuando alguien me agarró del hombro e hizo que me levantara. También alguien ayudó a Peter a levantarse.

Al alzar la vista, puede ver que los que nos habían ayudado a levantarnos, eran mi tutora, la señorita Emilia y el padre de Peter. Tragué saliva y dije para mi misma: "Estoy metida en un lío enorme".

— ¿Qué ha pasado acá señorita Espósito? — me preguntó la profesora. Después miró a los demás —. Vayan a sus casas, acá el show ha terminado.

— Se ha metido conmigo, y no ha sido la 1ª vez... — musité muy avergonzada.

— ¡Pido la inmediata expulsión de esta chica del colegio! — gritó el padre de Peter.

— Eso no se puede hacer señor Lanzani. Espere que hable yo misma con ellos, Lali, Peter, por favor, a clase. Usted quédese acá, creo que Juan Pedro ya no es un bebé y se sabe defender solo — le dijo Emilia al señor Lanzani.

Nosotros caminamos hacia a dentro y nos metimos en clase de nuevo. Peter me dedicó una mirada de "Te voy a matar" y yo le dediqué una de "Antes voy a matarte yo". Después, entró la profesora Inchausti y ambos miramos al frente:

— ¿En que casos se han insultado, Lali? — me preguntó, mirándonos a ambos.

— Me dijo huerfanucha, y también que me bañase.

— ¡Eso no es cierto! — mintió Peter —. ¡Además de peleadora es una mentirosa!

— ¡Es verdad! ¡Me llevas diciendo huerfanucha desde que nos conocimos!

— ¡Es lo que sos! ¡No tenés ni papá ni mamá! ¡A los nenes que no tienen padres se les llama huérfanos, y eso es lo que sos vos!

— ¡BASTA! — gritó la profesora —. ¿Saben qué? Los voy a expulsar por dos días, a los dos. Y se van a quedar haciendo tarde conmigo a partir del viernes de 5 a 7, ¿entendieron?

— ¡Es una injusticia! — gritó Juan Pedro —. ¡Pero si yo no hice nada!

— Hicieron los dos, así que yo voy a arreglar el tema mejorando la convivencia entre ustedes, ¿de acuerdo? Ahora vayan a sus casas. Y ya saben, hasta el viernes no vuelvan. Ya voy yo a llamar a Cris, Lali. No hace falta que la expliques vos.

Agaché la cabeza y me levanté de la silla. Sin decir adiós, salí de clase. Siempre defraudaba a todos los que me daban una segunda oportunidad. Peter salió atrás mío. Tenía la cara roja por las piñas que le había metido:

— ¡Por tu culpa ahora hay una mancha negra en mi expediente! — me gritó.

— ¡Entonces no me trates así! ¡Me baño todos los días! ¡Y yo yo tengo la culpa de ser huérfana Juan Pedro! Más quisiera yo que mi mamá volviera del cielo y pudiera cuidarme de nuevo — aunque resistí un rato, finalmente se me cayó una lágrima. Él me miró, se mordió el labio y me abrazó fuertemente. Aunque fuera de él, ahora mismo necesitaba un abrazo. Un abrazo para sentir que no estaba sola...

El Perfume - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora