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Mientras charlábamos en la cocina, el celular de Peter comenzó a sonar. Atendió rápidamente por respeto a Cris y a Guada:

— ¿Si? Oh, papá... No, claro que no, no estábamos en la fiesta del barrio, sabes perfectamente que yo no me junto con esa clase de mugrosos — le escuchaba decir a Peter mientras estaba sentada en frente de él tomando un vaso de cola —. ¡¿Qué?! ¡Papá, esperá un momento! ¡Aún estamos en el boliche! Que no escuchás ruido... Es que estoy afuera, acompañe a una de las chicas que conocí a fumar un cigarrillo — hubo un silencio —. ¡No papá! ¡Yo no fumo, fuma la chica! — otro silencio —. ¡¿Cómo la voy a estar poniendo los cuernos a Mery?! ¿Estás loco? — otro silencio y no pude aguantar más la risa. Peter me miró y me dedicó de nuevo una sonrisa simpática —. Está bien, mirá, ¿podés esperarnos esta vez en la Calle del Arce número 24? Sí, es que acá vive una de las chicas a las que conocimos, y Pablo, Agus y yo la queremos acompañar a casa... — se escuchó un último silencio —. Okey, chau papá — y Peter cortó la llamada.

— Se va a dar cuenta de que pone Residencia para Chicas.

— Bueno, ya se me ocurrirá algo. Vendrá a buscarnos en media hora.

— ¿Por qué pensó que la ponías los cuernos a Mery?

Se hizo de nuevo un silencio.

— Es que... Bueno, en realidad, con Mery yo estoy por conveniencia. Ella es modelo, y mi papá siempre dijo que salir con ella me daría mucha más clase. Es muy linda, pero enamorado de ella no estoy.

— ¿Por qué me contás esto a mí?

— Pues, porque no creo que vayas a contarle nada a mis amigos. Al final, sos una buena chica. Nunca pensé que la gente de la calle fuera a ser tan amable.

— Yo no siempre estuve en la calle. Hasta los 7 años me crió mi mamá.

Peter miró avergonzado para otro lado:

— Lo siento — musitó.

— No pasa nada, pero no deberías juzgar antes de conocer a las personas Juan Pedro.

Él no dijo nada, pero claramente se sintió mal por mi comentario. Poco después, para dejar de tener tensión, le pregunté:

— ¿Qué día empezás el colegio?

— La semana que viene, el martes. ¿Vos?

— Creo que también ese día...

— ¿En qué colegio?

— Este año, a las chicas y a mí nos dieron una beca para el Rockland, así que voy a tener la oportunidad de estudiar en un gran colegio.

Peter palideció:

— Yo... yo también estudio en el Rockland.

— Entonces vamos a estudiar en el mismo colegio.

— Sí — me dedicó una sonrisa corta y se levantó de la silla —. Tal vez los chicos hayan terminado ya de jugar. Tengo que avisarlos de que mi papá viene a recogernos en media hora.

Yo también me levanté de la silla y asentí:

— Sí, les acompañaré abajo si quieren.

— No hace falta, hace frío y te podés enfermar.

— Soporto el frío o el calor. Es por cortesía — sonreí, él me devolvió la sonrisa y juntos fuimos a avisar a los chicos al salón de su marcha. Recogieron todo y les dije a las chicas que les acompañaría abajo. Ellas subieron ya a la planta de arriba a descansar (la residencia estaba en un último piso, en una especie de ático con dos plantas).

— ¿Y? — preguntó Agustín mientras bajábamos en el ascensor —. ¿Hubo piquito o no hubo piquito man?

— Callate — respondió Peter secamente.

— Eso es que sí hubo piquito — añadió Pablo.

— No hubo nada — aclaré yo.

Llegamos a la planta de abajo, y el Mercedes negro ya estaba esperando en la puerta. Al salir del portal, vi como el papá de Peter salía del auto.

— Chicos... ¿Cómo la pasaron?

— ¡Genial! — contestaron Agustín y Pablo a la vez.

— ¿Y vos hijo? — dijo el papá de Peter mirando a su hijo.

— Bien — respondió Peter.

Después el papá de Peter clavó los ojos en mí. Al verlo, comencé a pensar lo familiar que me resultaba ese hombre:

— ¿Te conozco? — me preguntó muy maleducado.

— No. Me llamo Mariana — me acerqué a él para saludarle con dos besos pero él se retiró rápidamente.

— Vámonos chicos — dijo metiéndose de nuevo en el auto. Pablo y Agus se despidieron de mí con dos besos y Peter me hizo un gesto con la cara, pero tampoco me tocó. Por suerte, no había visto el cartelito que ponía en el portal de "Residencia para Chicas, 3º A". O tal vez si lo había visto y por eso ni siquiera había querido saludarme.

Me metí de nuevo adentro y subí en el ascensor hasta la 3ª planta. La puerta estaba entre abierta, por lo que entre y la cerré con llave. Después subí a la planta de arriba y entré en el cuarto que compartíamos Euge y yo.

— ¿Y? — me preguntó mi amiga ansiosa nada más entrar en el cuarto —. ¿Qué tal el rato a solas con Peter? ¿Se besaron?

— No, tan solo hablamos. Y no veas lo mal que me trató el papá cuando bajé para acompañarlos. Me acerqué para saludarle y se retiró a la milésima de segundo.

— Qué raro... — comentó Euge.

— Además me preguntó que si me conocía.

— Muy raro todo amiga.

— Sí, rarísimo. Es una familia rara, Peter me contó que está con Mery por conveniencia y no por amor.

— Eso no es de extrañar — dijo Euge metiéndose en la cama, pues ya tenía el pijama puesto —. Además, Mery es modelo y es re linda. Seguro que como Peter es de los más ricos del cole, están juntos para parecer populares.

— Exacto — dije terminándome de poner el pijama —. ¿Y Pablo? ¿Qué te ha parecido?

— No me gusta mucho, pero a Rochi la encanta, se la nota a mil leguas... Yo no me olvido de la carita de ángel de Nico.

— Y te dije que los chicos del reformatorio son peligrosos — dije metiéndome en la cama.

— Pero es un bombón, espero que pueda escaparse y así poder verlo otro día.

— ¡Ay amiga, estás re loca!

— Y a vos se te nota que estás re loca por Peter, Lalita.

Era lindo... pero yo NUNCA me enamoraría de un cheto. 

El Perfume - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora