Laisa
Apenas abro los ojos y una sonrisa pendeja decora mis labios al recordar lo que paso en el café.
Nicholas ...
Un nombre bastante sexi... y gemible.
Salgo de la cama con mejor humor que de costumbre y me arreglo rápidamente. Apenas bajo las escaleras puedo ver a Cillian y a Maxi sentados en la mesa, ambos vestidos pulcramente con sus costosos trajes, leyendo el periódico con esa expresión seria en sus rostros mientras beben café.
-Buenos días.
-Buenos días- Responden al unísono cuando me siento junto a ellos.
Cillian me mira de reojo, sé que lo hace buscando en mi rostro alguna señal de disgusto por lo de ayer, pero se cuándo debo mantenerme al margen así que le sonrió para tranquilizarlo.
La mañana transcurre sin contratiempo y a las 9 a.m. ya me encuentro entrando por las puertas de la embajada, las personas lucen alteradas y corren de un lado a otro con gestos contrariados, al final del pasillo justo en medio de recepción el embajador Joen Abrahamsen lanza órdenes a diestra y siniestra, Anders sale de su oficina a tropezones, trae consigo una maleta y luce acalorado.
- ¿Pasa algo? - Pregunto llegando hasta ellos- Tengo tu agenda al día y hoy no tenemos reuniones.
- ¡Claro que pasa! - exclama el embajador con obviedad- Vamos a entrar en un conflicto político por culpa de ese incompetente. ¡Oh dios mío! ¡el rey nos enviara a prisión!
No sé cómo responder ante eso, Anders solo me mira mientras rueda los ojos y pellizca el puente de su nariz.
- El representante que tenemos en Ethela no está haciendo bien su trabajo y tengo que ir a limpiar su mierda, el rey no está muy contento con todo esto, quizá venga alguien en estos días a tantear terreno.
- ¿Necesitas algo?
-¡Que evites que mi padre enloquezca mientras yo no estoy!
No me da tiempo de responder, el hombre sale deprisa rumbo al aeropuerto.
El día se normaliza un poco, la gente se relaja y hacen sus labores del día a día, el embajador se encierra en su despacho y se dedica a hacer llamadas.
Sentada en mi escritorio me pongo a ordenar algunos pendientes que dejo Anders y cancelo todas sus citas de la semana, observo con interés la pantalla de mi móvil cuando este comienza a vibrar sobre el escritorio por mi alarma que me indica que es la hora de comer.
Tomo mi bolso y me dispongo a salir, el restaurant Amalie no está lejos y en pocos minutos me encuentro entrando por la puerta.
Apenas entrar el rico olor a chocolate hace mi estomago rugir he inmediatamente tomo asiento cerca de la ventana, busco con la mirada a algún camarero que pueda atenderme y me encuentro con uno de ellos mirándome detenidamente a lo lejos.
Ni siquiera me da tiempo de llamarlo pues rápidamente desaparece de mi vista tras el mostrador
Extraño...
Mientras espero que alguien más venga a atenderme una sensación de expectación despierta dentro de mí y disimuladamente observo todo el restaurant en busca de él... es decir, sé que es estúpido puesto que apenas le vi ayer y estoy segura como la mierda que el nunca antes había estado aquí pero aun así me levanto encaminándome al baño. Me poso frente al espejo y observo mi reflejo con detenimiento.
Mi cabello está perfectamente alisado, mi vestido está un poco desalineado y lo acomodo lo mejor que puedo, retoco mi maquillaje y me pongo un poco de perfume antes de volver a salir mientras me recrimino a mí misma por no darle al menos mi número de teléfono... ¿Y si no vuelvo a verlo? Quizá el hacerme la interesante no fue la mejor idea. Aunque ... el tipo parecía realmente trastornado así que creo que está bien si no vuelvo a verlo ¿o no?
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Jaulas de Noche
RomanceCuenta la leyenda que un príncipe una vez se enamoro, y no supo que demonios hacer con ese vacío en su estomago. Cuentan que la miraba con ojos de ángel y que al tocar su piel se quemaba de pasión, cuentan que conoció su propio infierno, en la boca...