¿Si leíste la advertencia?
¿Si?👀
¡Ok! continuemos con la lectura 💞
—————-Laisa
Una regla muy importante es que lo único constante en la vida de un ser humano es el cambio.
Hay momento donde recuerdas todo lo que has pasado y descubres que no eres la misma persona que al inicio, que pasaron muchas personas por tu vida y muy pocas se quedaron, algunas fueron estrellas fugases, que solo llegaron para hacerte más fuerte, más dura o más feliz y se van, dejando muchas enseñanzas y tienes muy en claro lo que no volverás a hacer.
Bueno yo le prometí a Cillian que no saldría de casa sola mientras él no se encontrara aquí, pero las promesas se fueron al carajo en el momento en el que mi amiga Aneka me llamo a las tres de la mañana llorando porque sus padres tuvieron una ya habitual discusión que esta vez termino con el Señor Hans yéndose de casa mientras la señora Ellinor entre gritos e insultos le arrojaba al bastardo de su esposo todo lo que estaba a su alcance.
Hace poco más de un año el hermano menor de mi amiga murió de leucemia y desde entonces la familia Bager no volvió a ser la misma, no es un misterio para nadie que al morir el pequeño Mikkel una parte de sus padres partió con él.
Yo los comprendo perfectamente, hace ya algún tiempo experimente una perdida tan dolorosa que a pesar de los años sigue doliendo como el infierno.
Desde ese momento El señor Hans y la señora Ellinor se dedicaron a culparse el uno al otro por la muerte del pequeño, por no haberse percatado de las señales de la enfermedad de su hijo hasta que ya era demasiado tarde, pero tal parece que el día del trágico suceso olvidaron que también tenían una hija la cual tuvo que lidiar con el fallecimiento de su hermano y con la ausencia de sus padres.
Recuerdo perfectamente ese día, porque yo estuve ahí.
Esa mañana cuando regresaba del colegio compre unas galletas para mi hermano, recuerdo que entre a casa y encontré a Cillian en la cocina tomando café y feliz le tendí las galletas.
Solo me basto una mordida para minutos después tener una crisis respiratoria severa acompañada de mareos, calambres estomacales e hinchazón en la garganta. Las galletas tenían canela y ... ¿adivinen qué?
Soy malditamente alérgica a la canela.
Mi hermano entro en pánico y rápidamente me llevo al hospital más cercano donde apenas ingresar los doctores me aplicaron una inyección de epinefrina.
Pase la noche en el hospital, recuerdo que desperté debido a unos gritos desgarradores que retumbaban por el pasillo, mi hermano no estaba por ningún lado y yo decidí salir de la cama para ver que estaba ocurriendo, abrí la puerta de mi habitación y apenas di unos pasos cuando me topé con una mujer totalmente histérica gritando mientras varias enfermeras la sostenían y un hombre intentaba hacerla entrar en razón, pero lo que llamo mi atención fue la chica que estaba echa un ovillo llorando silenciosamente al lado de mi habitación.
Esa chica era Aneka, recuerdo que elevó el rostro cuando sintió mi presencia y yo simplemente le regale mi mejor sonrisa y la invite a entrar, fue cuando entre lágrimas me contó que su hermano pequeño acababa de morir y que la mujer que aún gritaba afuera era su madre.
Intente calmarla hasta que finalmente dejo de llorar y se quedó dormida a mi lado sobre la incómoda cama de hospital.
Desde aquel día fuimos amigas, quizá nuestra amistad no se dio en las mejores circunstancias, pero ahora éramos inseparables.
Ya afuera de mi casa me detengo en seco al sentir el aire glacial golpearme el rostro, llevo puesto un abrigo largo, guantes, botas y un gorro de lana que apenas y puede contener todo mi cabello. Aquí en Estronia en la bella ciudad capital estaba nevando y no tenía ni puta idea de cómo haría para llegar a casa de Aneka ¿En el coche?, ni loca, solo a un idiota se le ocurriría conducir con toda esta nieve, ¿En bicicleta?, la única puñetera opción.
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Jaulas de Noche
RomanceCuenta la leyenda que un príncipe una vez se enamoro, y no supo que demonios hacer con ese vacío en su estomago. Cuentan que la miraba con ojos de ángel y que al tocar su piel se quemaba de pasión, cuentan que conoció su propio infierno, en la boca...