capitulo 2: 🥀Más que compañeros 🥀

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Laisa.

El aliento me falta mientras sigo corriendo sin mirar atrás.

Maldito loco

¿Dije que parecía un ángel? Bueno ...si ... pero uno caído ... de esos que te atraen con su apariencia y terminan rebanándote el cuello mientras sonríen como desquiciados.

Cuando finalmente llego a casa de Aneka entre tropezones saco las llaves de mi bolsillo y temblorosa abro la puerta, la descarga de adrenalina ya está desapareciendo y mis piernas ahora se sienten como gelatina.

Una vez que puedo volver a respirar con normalidad camino con cautela por el recibidor alerta de que la Señora Ellinor no piense que el Señor Hans regreso y comience a lanzarme cosas a la cabeza.

Las cosas están tan mal en esta casa que incluso tengo mi propio juego de llaves para cuando la situación alcanza niveles críticos.

El sofá de la sala está volcado, los jarrones están rotos y el piso está cubierto de cristales.

Cuando compruebo que no hay muros en la costa subo las escaleras hasta la habitación de Aneka y la encuentro echa un ovillo en la esquina de su habitación mientras se mece suavemente de adelante hacia atrás.

-Hey ...- Intento llamar su atención, pero apenas y escucha mi voz su llanto se vuelve más fuente. – Ven aquí cariño- Me acerco despacio al tiempo que la ayudo a ponerse en pie y la llevo a la cama, se acuesta sin protestar y hago lo mismo quedando frente a ella.

Abre sus ojos hinchados cuando comienzo a quitar mechones de pelo de su cara notando el hematoma que tiene en el pómulo, quiero protestar, quiero gritarle a su madre y reprocharle por no tratarla como se merece, a su padre un buen rodillazo en las bolas que le recuerde que esta chica también necesita amor, pero ella mira mis manos con terror apaciguando todas mis protestas.

- Pero, ¿Qué te ha pasado? - Me pregunta observándome con horror. Su cara esta hinchada de tanto llorar, pero no deja de preocuparse por mí a pesar que ella es quien la está pasando mal.

-He tenido un pequeño accidente con la bici, me he llevado raspones en las manos y rodillas, pero no es nada importante- ella me mira no muy segura de mis palabras y antes de que pueda refutar continuo- ¿Quieres hablar sobre lo que ha pasado? – Niega frenéticamente mientras se acurruca contra mí.

Simplemente la abrazo, hace mucho tiempo que las palabras de aliento dejaron de surtir efecto en ella.

Después de media hora en la que permanecemos en silencio, por fin logra dejar de llorar y su cuerpo se relaja.

- ¿Dónde están tus engendros del mal? ¿No vinieron contigo?

- ¿Recuerdas a Rambo el erizo de la vecina que estaba perdido?

- Si

-Bueno pues Cerberus, Dante y Argos lo encontraron... quisieron jugar con él y terminaron con el hocico lleno de púas. - Le respondo refiriéndome a mis 3 dobermans los cuales terminaron en el veterinario.

-Joder ¿pero están bien?

- Si, el veterinario se quedara con ellos hasta el lunes para asegurarse que no exista ninguna complicación.

- Menos mal ¿pero eso quiere decir que has llegado sola? -Me pregunta escandalizada mientras se incorpora.

- Pues... Si.

- ¡Dios mío! ¿Cómo se te ocurre? No te habría pedido venir de a verlo sabido.

- Estoy bien ¿Vale? Ahora vamos a dormir. - Ella no discute, se acuesta a mi lado y al poco tiempo su respiración se vuelve lenta y pausada.

Jaulas de NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora