Laisa
El frio entorpece mi descanso y de la nada abro los ojos encontrándome en la habitación extraña... los recuerdos me flashean y me quedo quieta por unos segundos intentando asimilar lo que acaba de pasar hace unas horas. La luz de la luna medio ilumina la habitación mientras que el jardín afuera se mantiene en penumbras.
La oscuridad de afuera me hace sentir incómoda y aún desnuda me pongo de pie y voy hasta la enorme ventana que da al jardín cerrando las cortinas.
Regreso a la cama y observo el reloj de la mesilla de noche que marca las 2:00 am, me estiro en la cama sintiendo las extremidades acalambras por el frio y un cosquilleo me acaricia la entrepierna recordándome la sensación del piercing rozando mis puntos más sensibles.
Dios...
Me giro de cara a la puerta con la idea de intentar volver a dormir, pero repentinamente la perilla de esta comienza a moverse, me siento en la cama intentando cubrir mi desnudez con las sábanas mientras veo la puerta abrirse.
Nicholas entra en la habitación y trae consigo una bandeja de comida, cierra la puerta y se dirige a la mesa que está cerca de la chimenea.
-Ven y come- Ordena mientras se sienta. No discuto la seca oración pues me siento vulnerable en mi situación, me levanto con las sábanas cubriendo mi cuerpo y me siento frente a él. Subo las piernas al sofá intentando generar un poco de calor sin éxito alguno. - ¿Tienes frio?
-Si- Respondo con algo de vergüenza.
Se levanta y acomoda los leños antes de prender la llama, en pocos minutos la habitación se vuelve cálida y mis extremidades se relajan finalmente.
-Ahora come- Vuelve a demandar mientras se sienta en el sofá frente a mí.
-Primero dame mi vestido.
-No
- ¿Pretendes que coma desnuda? - Me dedica la sonrisa de hijo de perra que por lo que veo es costumbre en él y sin ganas de seguirle dando material para burlarse de mi me acerco a la mesa sentándome en el piso, anudo la sabana que me cubre sobre mi pecho lo mejor que puedo y me dispongo a comer todo lo que hay en la bandeja.
No hablamos, yo me centro en mi comida y Nicholas por su parte saca un cigarrillo y comienza a fumar mientras hace no sé qué en su celular.
Me remuevo algo incomoda ante la nube de nicotina que nos envuelve minutos después, intento aparentar que no pasa nada, pero mi asma me traiciona y comienzo a hiperventilar mientras una pequeña tos hace que me contraiga.
- ¿Qué te sucede? - Pregunta con el cejo fruncido.
-Soy asmática- Respondo entre jadeos y no precisamente de los que me gustan.
- Joder- Maldice sorprendido mientras se pone de pie y abre las ventanas que dan al jardín, el humo se disipa con rapidez mientras saco de mi bolso el inhalador que con dos descargas comienza a calmar los espasmos. - ¿Cómo diablos sigues viva? Es decir... eres ridículamente frágil y enfermiza.
-Cállate- Que hombre tan insensible- Déjame comer.
Enfadada tomo el tazón de fresas y comienzo a degustarlas con prisa.
-Dame una- Pide y niego con la cabeza- No seas caprichosa y dame.
-Te daré una a cambio de mi vestido- Intento negociar.
- Jamás, bien puedo llamar a Mendoza y hacer que me traiga un tazón para mí solo. – Presume mientras toma el móvil.
- ¡Ah por favor! - Respondo cansada- Deja al pobre hombre en paz son casi las 3 de la mañana y debe estar durmiendo.
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Jaulas de Noche
RomanceCuenta la leyenda que un príncipe una vez se enamoro, y no supo que demonios hacer con ese vacío en su estomago. Cuentan que la miraba con ojos de ángel y que al tocar su piel se quemaba de pasión, cuentan que conoció su propio infierno, en la boca...